Al poco de que el Tribunal Constitucional suspendiera cautelarmente la consejería de Asuntos Exteriores de la Generalidad, su presidente, Carles Puigdemont, afirmaba en la radio del grupo Godó que no se iban a molestar ni en poner tipex en las tarjetas de visita del consejero Raül Romeva, titular del departamento. La contundente y despreciativa reacción ha caducado en cuestión de días y donde antes ponía "conselleria d’Afers Exteriors, Relacions Institucionals i Transparència" ahora pondrá "conselleria d’Afers i Relacions Institucionals, Exteriors i Transparència".
Un cambio de orden que según Romeva esquiva la suspensión cautelar del TC y no afecta en absoluto a las competencias, características, intenciones y funciones de la cartera autonómica.
"Yo me seguiré presentando como consejero de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia", afirmó Romeva para añadir acto seguido que el cambio de nombre era una "modificación menor" para poder seguir "con el día a día". Según la teoría de Romeva, que fuera de España se presenta como "ministro", la suspensión del TC se debe a una "cuestión nominal" y es un "requerimiento absurdo, poco claro y jurídicamente débil", por lo que, al margen del cambio de nombre, ya han solicitado al TC que levante la suspensión. "Tenemos un mandato democrático -añadió- y estas argucias no nos pararán".
Nadie recibe a Mas fuera de Cataluña
En cuanto a lo de hacer caso omiso de las resoluciones judiciales, la práctica es generalizada en la administración autonómica. Por ejemplo, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que libera a funcionarios y ciudadanos de la obligación de hablar catalán ya ha sido contestada por el gobierno autonómico. "No cambiará nada", manifestaron en bloque varios consejeros.
Puigdemont ha tenido que utilizar el típex, pero sin que eso afecte a la agenda internacional de la Generalidad, dedicada a difundir la especie de que España no es un Estado democrático y sojuzga a los catalanes.