"Olvídese; jamás van a gobernar juntos [PSOE y Podemos]. El señorito global (los mercados) ya ha dado un toque a sus capataces (los viejos partidos) para que espabilen y gobiernen los de siempre. Los escaños de Podemos son sólo una cabeza de playa sobre la que construir un proyecto más amplio. El objetivo es gobernar dentro de cuatro años". Así se manifiesta Julio Anguita -entrevistado este domingo en el suplemento de El Mundo, Papel-, quien a sus 74 años vive jubilado y tranquilo en Córdoba, alejado de los focos políticos y mediáticos.
"Si me subo a una tribuna es para decir lo que pienso: que los problemas de España se llaman euro, deuda y Unión Europa. Pero, claro, si digo eso en un mitin se monta un escándalo. Así que me quedo en casa". De esta manera habla de su ausencia en la pasada campaña electoral. "Otros dirían que no quiso elegir entre sus dos 'hijos': Podemos e IU", le replica el entrevistador. "Yo soy de IU, pero Pablo Iglesias ha conseguido con Podemos lo que yo quise: crecer a costa del PSOE".
De hecho, describe al líder de la formación morada como "un rojo", que "ha sabido adaptar las ideas de Lenin a las actuales circunstancias. […] Cuando llegó a Rusia, la gente esperaba una consigna revolucionaria de Lenin, pero él dijo: 'No, no: paz, pan y tierra'. Un rojo que plantea la revolución de golpe es un imbécil disfrazado de rojo. En cambio, un rojo verdadero sabe contar las cosas con sentido común. Cuando Pablo Iglesias dice 'los de arriba y los de abajo' todo el mundo le entiende".
Él también se define como "rojo" y huye del calificativo de "progresista". "Soy partidario de la revolución, de negar lo existente. Yo no asumo los valores del sistema. Yo me afeito, me aseo, me visto normalmente, pero soy un antisistema. Los antisistema no son esos que gritan cuatro consignas en la calle. A mí me gustan las manifestaciones silenciosas, bien organizadas, porque yo lo que quiero es ganar, no hacer folclore. Eso es ser rojo".
Julio Anguita escapa de todo lo que tiene que ver con la nueva política: el márketing, las redes sociales, la tertulización de la política. "Eso de que sólo hagan política los menores de 40 es propio de una sociedad desgraciada, víctima del márketing y de los charlatanes. Ser joven puede ser bueno para correr y para amar, pero lo importante en la política es la sabiduría. Y hay jóvenes que son muy merluzos".
"Ni siquiera basta con ser joven, además hay que ser guapo", puntualiza el periodista. "Hombre, si eres horroroso lo tienes difícil… Pero Manuel Azaña no era precisamente guapo y era estremecedor escucharlo", aunque cree que no podría ser un líder político hoy en día. "Azaña sería demasiado inteligente para tanto imbécil. La política ha entrado en una dinámica de mercado y eso consiste en sacar votos como sea. Los partidos ya no hacen política: sólo se preparan para la siguiente campaña. El márketing lo domina todo".
"¿Sabe cómo haríamos la revolución? Cumpliendo la Constitución. Muchos rojos imbéciles hablan de cambiarla. No, tío, primero cumple ésta y luego la cambiamos. Si coges el artículo 128 ['Toda la riqueza del país está subordinada al interés general'], ya tienes las expropiaciones. Y así sucesivamente. Eso es ser un auténtico rojo: devolvérsela al poder con la legalidad vigente", afirma.
"Hace tiempo dijo que le gustaría volver a ser diputado sólo por un día…", le recuerda el redactor. "Sí que lo dije… Para subir al estrado y decir: '¿Y ahora qué, hijos de puta?'" (sonríe).