Unos trescientos policías municipales se concentraron este martes en la Plaza de la Villa para protestar contra el delegado de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, al que persiguieron por toda la calle Mayor al grito de "dictador". En El Español, el edil calificó lo sucedido de "ataque político" y tildó de "fascistas" a quienes zarandearon y patearon su coche.
Sin embargo, tal y como recuerda Jaime González en ABC, el acoso a los políticos –conocido popularmente como "escrache"- supone, según expresiones extraídas, respetando su literalidad, de resoluciones judiciales y declaraciones de políticos afines ideológicamente a Ahora Madrid, un "vigoroso ejercicio de rebeldía cívica frente a las actitudes fascistas de quienes emplean el poder contra el pueblo".
Según el entorno político del concejal, "la pluralidad democrática que caracteriza y distingue a un Estado de Derecho, garante de la libertad de expresión de pensamientos, ideas y doctrinas", y que este tipo de protestas son un "mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil y la expresión del pluralismo, aunque las palabras y consignas empleadas –obeso, barbudo, hijo de puta, perroflauta y rojo de mierda- puedan ofender o perturbar, dado que los derechos del increpado ceden ante los derechos colectivos por su carácter de persona de relevancia pública dedicada a la gestión política".