La victoria de 2011 hizo creer a Rajoy que esa nueva estrategia de vaciedad política había sido un éxito en toda regla. El "liberalismo paradójico" ha mutado en liberalismo suicida.
Si Rajoy e Iglesias se salen con la suya y logran polarizar el voto entre una derecha sin horizonte y una izquierda chequista, podrá decirse que la Transición ha muerto.