De empecinarse Pedro Sánchez en representar en el PSOE el papel de Alberto Garzón en IU -que algunas recientes contrataciones de Manuela Carmena aclaran bastante-, la cosa puede llegar a mayores. Si Sánchez creía que su bombazo de apelar a las "bases" sin contar con las federaciones socialistas ni el Comité Federal iba a resultar la batalla definitiva, ha comprobado mediante unas grabaciones más que oportunamente filtradas, que nada está escrito. Pero hay otro frente, latente, que, este sí, puede ser determinante en esta cruenta conflagración que amenaza la existencia misma del PSOE como partido de gobierno. Se trata de la posibilidad de que el grupo parlamentario socialista permita el voto en conciencia en una futura sesión de investidura en la que Pedro Sánchez concurra como candidato con el apoyo de Podemos, IU, PNV y la abstención de los separatistas Esquerra o el nuevo partido de Artur Mas, antigua Convergencia. Esta decisión, que podría aprobar la mayoría del grupo parlamentario, resultaría letal para los planes de un Sánchez entregado a su obsesión por ser presidente del Gobierno con la cuarta parte de los escaños y 30 menos que el partido ganador de las pasadas elecciones de diciembre.
Podría pensarse en una votación secreta en el Congreso como modo de impedir el triunfo de esta operación de investidura, pero lo impide el Reglamento que dice en su artículo 85 que "las votaciones para la investidura del presidente del Gobierno, la moción de censura y la cuestión de confianza serán en todo caso públicas por llamamiento." Esto es, el secretario correspondiente "nombrará a los diputados y éstos responderán "sí" o "no" o "abstención". El llamamiento se realizará por orden alfabético de primer apellido, comenzando por el diputado cuyo nombre sea sacado a suerte. El Gobierno y la Mesa votarán al final. O sea, la votación secreta es imposible.
Lo que sí es posible es el voto en conciencia en todos los partidos, también en el PSOE. Pero la posibilidad de un voto en conciencia, amparado en la Constitución y en los Estatutos del PSOE, debe ser aprobado por el grupo parlamentario socialista y para ello debe contarse con la mayoría en su seno.
La disciplina de voto en los partidos políticos es férrea, total podría decirse y con bien pocas excepciones. El voto en conciencia, a pesar de que cada diputado tiene un voto libre y no está sujeto a mandato imperativo alguno, es casi una ficción. De hecho, cuantos diputados han votado libremente por razones de conciencia sin permiso de su grupo parlamentario han sido sancionados. Los casos de Antonio Gutiérrez, ex secretario general del Comisiones Obreras y parlamentario socialista, o el de Celia Villalobos en el PP, son los más conocidos.
Sin embargo, el PSOE, por ejemplo, vivió con ocasión de la abdicación del rey Juan Carlos I un momento en el que afloraron peticiones para la declaración de voto en conciencia. El Grupo Parlamentario Socialista tuvo que decidir si se permitía la libertad de voto sobre el proyecto de ley de abdicación del Rey. Odón Elorza, exalcalde de San Sebastián, Guillem García Gasulla, del PSOE balear y Federico Buyolo, del PSOE valenciano y unos muy pocos más pidieron la libertad de voto porque tal proyecto afectaba a sus convicciones republicanas.
El asunto se solventó, bajo la dirección del presidente del grupo, Alfredo Pérez Rubalcaba, considerando que mientras la Constitución fuera la que es habría que acatar y cumplir sus preceptos y el grupo parlamentario socialista negó que la votación pudiera ser libre y en conciencia.
Los proponentes del voto libre y en conciencia se amparaban en el artículo 33 del reglamento interno del Grupo Parlamentario Socialista que dice que "el Pleno del grupo parlamentario podrá excepcionalmente acordar la libertad de voto por razones de conciencia".
En aquella ocasión, naturalmente, el debate estaba situado en la forma política del Estado, si República o Monarquía. Pero el debate de investidura de Pedro Sánchez, si finalmente tiene lugar en los términos ya explicados, puede afectar a la identidad y existencia de la nación española, algo de mucha más trascendencia política e histórica. Por tanto, es natural que el voto en conciencia sea una posibilidad a estudiar por no pocos diputados socialistas si es que no encuentran manera de impedir las decisiones de Pedro Sánchez.
El problema esencial es disponer de mayoría en el grupo parlamentario socialista. Los resultados de las elecciones generales del pasado diciembre arrojaron los siguientes resultados para el PSOE:
Andalucía, 22
Aragón, 4
Asturias, 2
Islas Baleares, 2
Canarias, 4
Cantabria, 1
Castilla la Mancha, 7
Castilla León, 9
Cataluña, 8
Valencia, 7
País Vasco, 3
Extremadura, 5
Galicia, 6
Madrid, 6
Murcia, 2
Navarra, 1
Rioja, 1
Total: 90
Por baronías, cabe significar que todas las que tienen "contaminaciones" independentistas como Galicia, País Vasco, Baleares y Cataluña y algunas otras por afinidades distintas, dan su voto a Pedro Sánchez. Francina Armengol (presidenta de Baleares), Miquel Iceta (primer secretario del PSC), José Ramón Basteiro (PSdeG), Sara Hernández (secretaria general de Madrid), Idoia Mendía (secretaria general del País Vasco), Eva Díez Tezanos (Cantabria), Luis Tudenca (Castilla y León), María Chivite (Navarra) y Rafael González Tovar (Murcia) son apoyos expresos, hasta el momento, del actual líder socialista. Suponiendo que todos sus diputados votaran en el mismo sentido que sus dirigentes, Pedro Sánchez obtendría 38 votos de los 90 posibles. Pero la realidad puede aportar un resultado inferior o superior porque, por poner un solo ejemplo, es imposible que todos los diputados madrileños apoyaran a Sánchez en una tesitura como la expuesta.
Por otra parte, si se suman los diputados andaluces, aragoneses, asturianos, castellano-manchegos, extremeños y valencianos, cuyos líderes se han manifestado en una u otra ocasión contra la opción de un pacto con Podemos, IU y los separatistas, se obtendría el resultado de 48 diputados, mayoría suficiente para pedir un voto en conciencia en el pleno del grupo parlamentario. Pero tampoco es seguro que todos los diputados valencianos o aragoneses, por ejemplo, tuvieran el mismo voto (ya tienen relaciones de alianza con Podemos y los independentistas) y otros diputados como los canarios, el cántabro y el navarro podrían decantarse a favor de una u otra opción.
Por tanto, la conquista de la mayoría en el grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados y la aprobación del voto en conciencia para la sesión de investidura puede ser un cartucho decisivo, tal vez el último, para quienes se oponen a la estrategia de pacto definida por el propio Pedro Sánchez y propiciada desde Podemos.