El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se sacó un as de la manga en el complicadísimo Comité Federal del pasado sábado. Con los barones críticos recelando de sus contactos con Podemos, anunció que preguntaría a la militancia sobre los posibles pactos de gobierno.
La medida sorprendió a los barones aunque de cara a la galería dijeron respaldar a su secretario general. Lo hicieron recordando a su partido hermano en Alemania, el SPD. La frase más repetida entre socialistas como Susana Díaz, Javier Lambán o Miquel Iceta fue que "ya lo hizo el SPD", en alusión a la consulta a la militancia de 2013 antes de firmar el pacto para gobernar con Merkel.
Pero por más que lo repitan para dar imagen de normalidad al órdago de Sánchez, hay bastantes diferencias entre los dos procesos. El secretario general tendrá que esmerarse mucho para que su consulta se parezca en algo a la de los socialistas alemanes:
1. La pregunta: el SPD planteó enseguida la posibilidad de preguntar a los militantes sobre si debían apoyar a la CDU de Angela Merkel, el partido más votado en las elecciones, para formar una gran coalición. El objetivo era cuestionar a los afiliados sobre la pertinencia de prestar los votos a su rival directo para formar un gobierno de consenso como el que gobernó hasta 2009 y al que muchos responsabilizaban de la imparable caída electoral del partido.
En el caso del PSOE, Sánchez ha prometido genéricamente que preguntará a los militantes sobre los pactos sin concretar la estrategia. Lo que sí está claro es que no preguntarán a quién apoyar para que gobierne, sino cuál es el mejor aliado para tratar de formar gobierno. El paralelismo sólo sería real si los socialistas preguntaran sobre la posibilidad de apoyar a un gobierno con Rajoy como presidente, un escenario que ni siquiera se plantea.
2. La planificación: la dirección del SPD prometió la consulta pocos días después de las elecciones, cuando ya estaba claro cuál sería su estrategia de pactos y como respuesta a las dudas en algunos sectores del partido.
En el PSOE, la oferta de una consulta ha llegado por sorpresa. Pedro Sánchez lo anunció en el seno de un Comité Federal muy tenso y, aunque en los días previos se había reunido con los dirigentes más relevantes de su partido, no destapó a casi ninguno la propuesta, que pilló desprevenidos a los barones.
3. Los plazos: las elecciones en Alemania se celebraron el 22 de septiembre y pocos días después se hablaba ya del que sería el futuro pacto de gobierno. No hubo tiempo de otras cábalas porque, entre otras cosas, no salían las cuentas, y los dos partidos se pusieron enseguida manos a la obra sin que la promesa de la consulta fuera un obstáculo.
La votación tras cerrarse el acuerdo se abrió el 6 de diciembre y se cerró el día 12. El día 15 concluyó el recuento y el 17, tres meses después de las elecciones, Merkel fue investida canciller.
En el PSOE, la estrategia con los pactos dista mucho de estar clara cuando ya ha pasado mes y medio desde los comicios. Tras verse con Rajoy, Pedro Sánchez rechazó cualquier alianza con el PP y ahora el partido se debate entre el pacto con Podemos y los contactos con Ciudadanos. La negociación no está abierta con ninguno, que se sepa.
4. El debate interno: la opción de ayudar a la derecha no fue bien recibida por parte de la militancia del SPD y hubo protestas desde el primer momento -incluso alguna concentración de simpatizantes- que desembocaron en el rápido anuncio de la consulta a las bases, unos días después de las elecciones.
En cualquier caso, la guerra no fue, en ningún caso, tan cruenta como la que se está librando en el PSOE. Había acuerdo en la dirección sobre la pertinencia de entrar en el gobierno en lugar de quedarse en la oposición "para cambiar las cosas" y las semanas siguientes estuvieron encaminadas a cerrar los flecos del pacto, por un lado, y a convencer a las bases, por otro. Aunque el temor a un "no" de la militancia no se disipó hasta el final.
Entre los socialistas, la cuestión de los pactos ha sumido al partido en una guerra en la que todo vale, como ha demostrado este lunes la filtración de lo que ocurrió en el Comité Federal. La crisis interna lo abarca todo: el futuro del partido, el liderazgo, los pésimos resultados electorales, la postura ante los independentistas…
5. Las reglas: la votación del SPD se planteó como el último paso tras unas intensas negociaciones que involucraron a decenas de personas de uno y otro partido. Para la consulta final, se envió una carta a los 470.000 afiliados pidiéndoles que entregaran su voto en un periodo de seis días. El resultado sólo sería vinculante si votaba el 20 por ciento de los militantes. Una vez depositados los votos, el recuento se efectuaría durante los dos días siguientes, ante notario.
En el caso del PSOE aún no se sabe casi nada. Ni qué ocurrirá con la participación, ni cómo será el proceso.
6. La transparencia: el SPD se comprometió a enviar a cada afiliado, antes de la votación, el texto del acuerdo, de casi 200 páginas, con todos los detalles. Está por ver si el PSOE logra un acuerdo tan definido con algún partido antes de la consulta.
Además, el fin de semana antes de la votación, el SPD estuvo dedicado a la discusión interna en cada territorio, con actos y foros centrados en los detalles del pacto una vez que éste estuvo prácticamente cerrado. ¿Se atreverá a hacer lo mismo Sánchez ante la crispación en que vive su partido?
7. ¿Vinculante?: la consulta del SPD era vinculante. El partido se jugó mucho con la promesa: en caso de un "no", el acuerdo quedaría abortado horas antes de la investidura y el líder, Sigmar Gabriel, quedaría tocado para siempre.
En el caso de la consulta de Sánchez, sí se sabe que la votación no será vinculante. Servirá para "escuchar" a las bases, según dijo el líder socialista. Sí tendrá un efecto claro en el Comité Federal que se reunirá después y que deberá avalar, o no, el acuerdo.