El próximo mes de marzo Arnaldo Otegi, el histórico líder de Batasuna y antiguo miembro de ETA, será un ciudadano libre tras haber cumplido la última de sus penas, por la reconstrucción del brazo político de la banda terrorista, que le ha tenido en la cárcel de Logroño desde el año 2009. Tendrá, por tanto, todos los derechos que le concede la España democrática que siempre ha pretendido derribar. Todos salvo el de poder ejercer un cargo público, pues su inhabilitación para ello se extiende, en principio, hasta el año 2021.
Sin embargo, el equipo jurídico de la antigua Batasuna confía en solventar ese escollo para que Otegi sea el candidato de EH Bildu a las elecciones autonómicas de octubre en el País Vasco, donde tendría que competir con su rival de siempre, el PNV, y con otro inesperado, Podemos, que no en vano fue la formación más votada el pasado 20 de diciembre. Por ello, su abogada de siempre, Jone Goiricelaia, tal y como cuenta este sábado El Correo, ha decido no recurrir ante el Tribunal Supremo esa inhabilitación que hace una semana ratificaba la Audiencia Nacional. Una decisión que en principio podría chocar pero que encierra una estrategia de fondo. Se trata, como explica el diario de Vocento, de ir a un política de hechos consumados, que pasaría por presentar a Otegi para evitar que quien se tenga que pronunciar sobre la idoneidad de su candidatura no sean ni el TS ni la Audiencia, sino la Junta Electoral del País Vasco, dependiente del Tribunal Superior Autonómico, y la justicia ordinaria, en concreto un juzgado de lo contencioso administrativo de Gipúzcoa. Si ambas instancias fallaran, poco antes de la campaña, en contra de Otegi, su equipo jurídico recurriría ante el Tribunal Constitucional, obligando al alto tribunal a pronunciarse con mucha celeridad, con el arranque de la campaña vasca prácticamente encima y, sobra decir, con una gran presión política encima.
La disputa con Podemos
Existe un precedente al que se agarran en Bildu, el del actualmente parlamentario en Vitoria Iker Casanova, quien en las anteriores elecciones, celebradas en 2012, figuró en las listas pese a que sobre él, que había salido el año anterior de la cárcel, pesaba una inhabilitación de siete años. En aquel momento fue determinante que la Fiscalía diese luz verde a su candidatura, que le convirtió en parlamentario después de que corriese la lista en 2014 por la renuncia de Laura Mintegi, precisamente quien había sido candidata.
Electoralmente, Bildu pasa por un momento delicado tras sus grandes éxitos de 2011, cuando ganó un poder territorial, particularmente en Gipúzcoa, hoy perdido en parte por la reeditada alianza entre el PNV y el PSOE y cuando ganó (en votos aunque no en escaños) las elecciones generales al PNV, una gesta que el pasado diciembre lograba la formación de Pablo Iglesias, presentándose además con su marca, sin las confluencias que le han dado grandes resultados en Cataluña, Valencia o Galicia. Otegi podría ser el antídoto contra Podemos, sobre todo en el voto joven. Sin embargo, no cuenta con la simpatía de los dirigentes de Eusko Alkartasuna, el partido escindido en su día del PNV y que ahora forma parte de la coalición con sus antiguos rivales de la izquierda abertzale.
Otegi, que este 2016 cumple 58 años, fue candidato a Lehendakari por Batasuna en 1998 y 2001, antes de que el brazo político de ETA fuese ilegalizado merced a la Ley de Partidos, algo que en 2009 avaló por unanimidad el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Como líder de Batasuna, llevó la voz cantante de las negociaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero entre 2006 y 2007, que él mismo preparaba desde 2004 con su buen amigo Jesús Eguiguren, entonces presidente de los socialistas vascos.