Han pasado casi dos semanas desde las elecciones generales y Ciudadanos parece no encontrar su sitio. Los cuarenta escaños obtenidos por la formación naranja no son decisivos para formar Gobierno, como prueba el que ni siquiera sean necesarios para apuntalar una gran coalición entre PP y PSOE. Albert Rivera, tras mostrarse fuera de juego las veinticuatro horas posteriores a la cita con las urnas, sacó sus mejores virtudes como líder político el pasado 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, para retomar la iniciativa con una propuesta de pacto a tres con populares y socialistas sin descartar entrar en un Gobierno de coalición. De hecho, el líder centrista llegó a expresar un "ojalá" al referirse a la eventualidad de entrar en un Ejecutivo que aglutinase a las tres formaciones políticas. Ese mismo día lograba cita en La Moncloa para el lunes 28, cuando se entrevistó con Mariano Rajoy después de que lo hiciese, el mismo día, Pablo Iglesias.
Al día siguiente de esa entrevista, este martes 29, el presidente del Gobierno comparecía en La Moncloa y aseguraba que el encuentro con Rivera había habido "coincidencia en muchos asuntos fundamentales". Preguntado por la posibilidad de un Gobierno con ministros socialistas y de Ciudadanos, el jefe del Ejecutivo en funciones dejaba la puerta abierta, aunque aseguraba que eso sería "una negociación posterior". Ante las primeras palabras del líder de los populares desde el veredicto de las urnas, con alusiones concretas a Ciudadanos, el partido naranja no pensaba reaccionar. Esa misma mañana, el PSOE convocaba de urgencia una rueda de prensa con su número dos, César Luena. En la nueva sede de Ciudadanos en Madrid, dos plantas de un flamante edificio junto a la Plaza de Toros de Las Ventas, no se registraba excesiva actividad. Tras varios titubeos, se decidía convocar una declaración por la tarde en Barcelona, en plena calle, de Inés Arrimadas. La réplica al presidente del Gobierno de la cuarta fuerza política de España la daba una dirigente autonómica con sonidos de bocina y motores de fondo. En ella, volvía a descartar entrar en un Gobierno, en clara contradicción con lo manifestado días antes.
Lo descrito denota imprevisión, sí, pero algo más profundo: cuando Rivera desaparece del mapa existe cierto vacío de poder. Un vacío que, de momento, sólo puede cubrir Arrimadas, sin duda el cargo púbico más importante del partido como líder de la oposición en Cataluña y persona que, como quedó de manifiesto en la campaña electoral, es ya la número dos política del partido. Pero Arrimadas, definida en varias ocasiones por Rivera como "la mujer con mayor futuro político de España" no pertenece al grupo parlamentario que tendrá que empezar a funcionar en breve.
Rivera medita su alineación
De momento José Manuel Villegas, sempiterna mano derecha de Rivera y persona que junto a Miguel Gutierrez, diputado por Madrid, ha comenzado a tantear al resto de formaciones para la negociación de la mesa del Congreso, donde aspiran a tener al menos un representante, es la cabeza más visible de ese grupo aún no constituido. Durante estas navidades, Rivera estudiará los perfiles de sus treinta y nueve compañeros de bancada para decidir en qué lugar los ubica. Villegas será el secretario general del grupo, un puesto de su agrado, pues es un hombre discreto, al que le gusta la responsabilidad y la ejerce pero que no tiene excesivo afán por aparecer en los medios. El portavoz económico será Toni Roldán, un joven economista, muy cercano a Luis Garicano, que concurrió por su Barcelona natal a las elecciones, mientras que el de Hacienda será el no en vano fiscalista Francisco de la Torre, el siguiente a Rivera en la lista por Madrid. El de Exteriores será el exeurodiputado de UPyD Fernando Maura, quien ha acompañado a Rivera en alguna de sus citas internacionales, como la que mantuvo con el padre de Lepoldo López, el disidente venezolano encarcelado por el chavismo. A partir de ahí, empiezan las incógnitas. Como posibles portavoces parlamentarios suenan Juan Carlos Girauta, el asturiano Ignacio Prendes o Marta Rivera de la Cruz, una de las apuestas personales de Rivera como independiente en las listas. Otro hombre a tener en cuenta es, sin duda, Fran Hervías, el secretario de organización del partido, y como tal estrecho colaborador de Rivera desde hace años. Cabría la posibilidad de que fuera el designado como secretario general si Villegas fuese el representante de Ciudadanos en la mesa del Congreso. También tendrán un papel relevante los valencianos Toni Cantó y Marta Martín. Esta última, cabeza de cartel por Alicante, fue una de las grandes revelaciones de la campaña, donde se convirtió en una de las pocas teloneras de Rivera a la altura del líder del partido.
Lo que Ciudadanos tiene claro es, como repite una y otra vez Rivera, que la legislatura tiene que echar a andar o, lo que es lo mismo, que no se deben repetir las elecciones. En el entorno de Rivera están convencidos de que, pese a no ser determinantes para investir al nuevo presidente, sus cuarenta votos pueden dar mucho que hablar en el nuevo Congreso, el más fragmentado de la democracia. En determinadas cuestiones de modernización económica, por ejemplo su propuesta de rebajas de cuotas a los autónomos, podrían formar una mayoría amplia con el PP, el PNV y los nacionalistas catalanes, en otras de aspecto social o de regeneración democrática los cuarenta escaños naranja podrían unirse al bloque de la izquierda. En realidad, algo muy parecido a lo que ha sido la actividad de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña desde 2006, donde al margen de la cuestión identitaria Rivera ha sabido negociar ley a ley con partidos tan antagónicos al suyo como ERC o CIU, sin dejar de actuar con el PSC o el PP en otras cuestiones, particularmente de oposición al nacionalismo catalán.