Una caída espectacular de visitantes, un bodrio de exposición y la anulación de un espacio público de primer nivel parecen ser los motivos que han llevado a Ada Colau a cancelar, a partir del próximo mes de abril, la exposición permanente "Fins a aconseguir-ho! El setge de 1714" (¡Hasta conseguirlo! El sitio de 1714), una muestra de la historiografía catalana en la que la Guerra de Sucesión se convierte en un conflicto por la secesión.
El anterior equipo de gobierno municipal, dirigido por el convergente Xavier Trias, cambió el uso del antiguo mercado del Borne, que pasó de proyecto de biblioteca provincial a mausoleo del separatismo, con el hallazgo de los supuestos restos de Barcelona al paso de las tropas borbónicas, un canto al despilfarro, de más de 74 millones de euros, y a una teórica historia que no atrae ni a propios ni extraños.Tras la inauguración se registró un notable volumen de visitas, entre otras razones porque la entrada era libre. La atracción dio paso enseguida a la decepción. Ni la Generalidad ni los comisarios pagados para llevar a cabo el proyecto han conseguido mantener el interés en la instalación más allá del trescientos aniversario de la caída de Barcelona.
Los cómicos Miquel Calzada, alias Mikimoto, y Toni Soler, comisarios de los actos del tricentenario, no supieron o pudieron rentabilizar el espacio, un mercado de armadura modernista que en tiempos del alcalde Pasqual Maragall se proyectó como biblioteca. Tras años de obras paradas e inversiones retenidas, Xavier Trias y Convergencia decidieron destinar el mercado a la mayor gloria del proceso separatista y colocar a la entrada una bandera catalana en un mástil de 17 metros y catorce centímetros, un homenaje a las obsesiones masianas y su afición a los números.
Tras unas primeras semanas de éxito, cuando la entrada era gratis, el Born decayó como símbolo del separatismo, de tal manera que Ada Colau ha decidido cerrarlo en la primavera del próximo año, cuando todos los centros escolares de Cataluña ya hayan pasado por las instalaciones.
La primera andana de Colau contra el Borne se produjo al instalar unos urinarios públicos en los laterales, medida que fue mal recibida por los vecinos del entorno y peor por el separatismo, hasta el punto de que se vio obligada a retirarlos. Se excusó diciendo que era una prueba piloto.