Albert Rivera presidirá un grupo parlamentario con cuarenta diputados, el cuatro del nuevo Congreso, que muy difícilmente será decisivo para la formación de Gobierno alguno. Nada que haya impedido el ritual eufórico que Ciudadanos ha vivido con esta cuatro veces en 2015, después de las andaluzas de marzo, las municipales y autonómicas de mayo y las catalanas de septiembre. Un ritual vivido de nuevo en el Hotel Eurobuilding de Madrid que se fue calentado a la lo largo de la noche con cada nuevo escaño del recuento y que eclosionó cuando el líder naranja, acompañado de varios dirigentes del partido, apareció en escena. Y un ritual que prosigue con un discurso igualmente eufórico de Rivera, interrumpido de nuevo por gritos de "yo soy español, español" aunque menos, por razones obvias, de los de "presidente, presidente".
Con los números en la mano, a Rivera le sobran los motivos para la euforia. "¿Os acordáis de dónde estábamos hace un año?" les preguntaba con complicidad del líder centrista a sus simpatizantes, para repasar a continuación la meteórica carrera de una formación que en 2014 lograba su primer éxito nacional con medio millón de votos en las elecciones europeas, tres millones menos que los obtenidos este 20 de diciembre en el que, en palabras de Rivera, "millones de españoles han decidido que España va a cambiar" y también le han dicho "a Europa entera que el centro existe en España y se llama Ciudadanos".
Descartado que se pueda influir en el nuevo Gobierno -ninguna mención a ello en el discurso- Rivera ha presumido de la incidencia que pueda tener su grupo "de cuarenta hombres y mujeres valientes" en la agenda reformista para España, citando en primer y casi único lugar el cambio de la Ley Electoral, asunto donde la alianza con Podemos se podrá visualizar en la próxima cámara. Por lo demás, vagas alusiones a los cambios que España necesita en Educación, donde propone un cambio que no podrá liderar, y en economía, si bien obviando varias de las medidas estrella del programa centrista, como el contrato único, que quedan fuera del consenso del nuevo arco parlamentario.
De Rivera han sido elocuentes sus palabras, como cuando ha recalcado que "a diferencia de Podemos" Ciudadanos ha concurrido con sus siglas en todos los territorios y con un "proyecto común" para todos ellos, y también sus silencios. Ni una alusión en el plano político a Cataluña, después de haber reiterado que una victoria de Ciudadanos neutralizaría el proceso secesionista. La realidad es que el partido naranja ha pasado del 18% en las catalanas y el segundo puesto a un 13% y una quinta plaza, superando por poco al PP, que queda muy lejos de las expectativas.
En privado, dirigentes muy próximos a Rivera aseguraban que el gran reto ahora es "consolidar un grupo parlamentario" algo parecido a lo que supuso el crecimiento de Ciudadanos en Cataluña desde que obtuvo tres diputados en 2006 contra todo pronostico.