¿Por qué la juez Núñez renuncia a los ERE tras apartar a Alaya?
El caso ERE ha dejado de tener interés para alguien que, además, no parece haber comprendido bien su instrucción.
Tras la minuciosa operación que ha logrado alejar a la juez Alaya del caso ERE y del caso del fraude de la Formación, entre otros igualmente peligrosos para el PSOE de Andalucía y el PSOE de toda España -Manuel Chaves y José Antonio Griñán han presidido el PSOE nacional-, ahora va la nueva juez Núñez Bolaños y cede seis piezas, las esenciales de los ERE y ya veremos qué más, incluida la que afecta a la cúpula socialista en la Junta de Andalucía, al juez de apoyo Álvaro Martín tras haberse negado a que el caso lo llevara la juez Alaya, que era la que sabía realmente del tema. Un encaje de Bolaños, que no de bolillos, con final incierto.
Evidentemente, la pregunta es: ¿por qué pidió como destino el juzgado de instrucción número 6 de Sevilla sabiendo los macrocasos que albergaba si no se veía capaz de llevarlos a buen puerto? Y hay otra pregunta más. Si no podía hacerse caso de los ERE por la razón que fuese, ¿por qué insistió en que no fuera la juez Alaya, que lo inició e instruyó esencialmente, la que siguiera con el caso a pesar de haberlo decidido así el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y el Consejo General del Poder Judicial? Recuerden que se convirtió la cuestión en pelea de corral.
Independientemente de las razones, que aparecen como extrañas y oscuras, que hayan guiado su comportamiento hasta la defenestración de la juez Mercedes Alaya, lo que ha quedado muy claro es que, profesionalmente, como ya se advirtió, su desconocimiento de la instrucción penal y su falta de experiencia procesal, iba a facilitar la comisión de errores graves. De hecho, la Fiscalía, las acusaciones e incluso las defensas, han quedado desconcertados por el comportamiento de la juez Bolaños. La penúltima de sus hazañas instructoras fue reunir de nuevo al caso ERE la pieza que ella misma separó hace dos meses sobre las ayudas a la empresa Calderinox. La última, pedir un informe a la Fiscalía sobre si las diligencias referidas a Matadero de Fuente Obejuna que ella misma incoó debían volver al caso ERE. Estupefactos han quedado en Fiscalía, defensas y acusaciones y estupefactos deben haber quedado en el Poder Judicial. De hecho, la Fiscalía ya le advirtió varias veces de que su instrucción podrían tener graves consecuencias.
Acorralada por las críticas crecientes hacia una labor instructora que adolece de falta de rigor y exigencia profesional, ha decidido ahora hacerse un regalo de Reyes por anticipado y quitarse de en medio el meollo esencial del caso ERE, incluyendo, sobre todo, el caso Chaves-Griñán-Zarrías y otras decenas más de altos cargos. De hecho cede a Álvaro Martín, quien iba a ser el juez titular del juzgado de instrucción 6 de Sevilla y no lo fue porque ella presentó su candidatura a la plaza y la ganó por antigüedad, el tema del procedimiento, esto es, el origen y el cómo -fondo de reptiles- del proceso irregular de concesión de subvenciones encubiertas e ilegales que han llevado a la imputación de 52 ex altos cargos, entre los que se encuentran los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán y ocho exconsejeros de la Junta, nada menos. Cuando este lunes Pedro Sánchez acusaba a Mariano Rajoy de corrupción, debió olvidarse de todo esto.
Pero es más. Las sobrecomisiones de las pólizas pagadas por la Junta para afrontar las prejubilaciones con intrusos, la trama de la Sierra Norte que tiene graves consecuencias para el PSOE de Sevilla y otros tres casos más de empresas con ayudas sociolaborales sin participación de la Intervención o con informes en contra, son otras piezas que van a parar a las manos del juez de apoyo que ya lo fue de Mercedes Alaya. La diferencia es que con Alaya se dedicó a los asuntos ordinarios del juzgado y ahora se erige como un titular bis con mando en el caso ERE.
Cabe la hipótesis de que la nueva juez Bolaños se haya sentido incapaz de llevar todos los casos que llevaba la juez Alaya y que su instrucción deficiente amenazase con desprestigiarla definitivamente en ámbitos judiciales. Cabe también la explicación conjetural de que una vez eliminada la juez Alaya, al parecer objetivo sine qua non para poderes fácticos fácilmente reconocibles, el caso ERE ha dejado de tener interés para alguien que, además, no parece haber comprendido bien su instrucción. Cabe añadir que tal vez el caso que más le preocupa ahora, una vez amortizado políticamente el caso ERE, es el agujero negro del fraude de la formación, caso que afecta incluso más gravemente a la Junta de Andalucía y el Partido Socialista, caso por el que la juez Bolaños parece tener inclinación irrefrenable.
Sea como sea, el asunto es de una inmensa gravedad porque vuelve a retrasar y a confundir. De todo esto, sólo queda claro que el Poder Judicial ha hecho el ridículo, o algo peor, apartando a la juez Alaya del caso que acunó y enhebró durante años de una instrucción asumida por el Tribunal Supremo y que el PSOE y su régimen en Andalucía, fortalecido inexplicablemente por Ciudadanos, han vuelto a decir a los jueces en el oído de Mercedes Alaya, y a todo el que quiera oírlo, que sigue siendo cierto el dicho de Alfonso Guerra: "El que se mueve no sale en la foto".
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