El Albert Rivera que este domingo se ha subido al escenario del Palacio de Vistalegre ante 10.000 personas con banderas naranja no es, obviamente, aquel joven que hace nueve años daba la gran sorpresa de las elecciones catalanas en 2006, donde el partido naranja irrumpió con tres diputados. Tampoco el que en 2009, como años más tarde reconocería a Libertad Digital, estuvo en "la UCI política". Obviamente hay mucha diferencia con el ya consolidado líder catalán que a principios de esta década se paseaba por las tertulias televisivas ensayando un mensaje regenerador para España y ni siquiera se parece demasiado al que hace sólo un año recibía el enésimo y a la postre letal (para los magenta) portazo de UPyD. Uno de quienes hace doce meses era diputado de esa formación, Toni Cantó, es hoy número dos por Valencia del partido naranja y ha hecho de presentador en el acto central de campaña. Todo un símbolo de cómo y qué rápido han cambiado las cosas.
Apurando la explicación, se podría decir incluso que el Rivera de Vistalegre no es, ni tan siquiera, el del inicio de la campaña. Nada más subirse al escenario respiraba hondo, bajaba un momento los micros y, algo totalmente inusual, echaba primero mano de su botella de agua, que tardaba unos segundos en abrir. El candidato centrista, siempre reacio a preparar los discursos e incluso orgulloso de no hacerlo, lo ha hecho a conciencia. 10.000 personas y cien medios acreditados le contemplaban decir que promete no gobernar "con quienes quieren romper España, una promesa que ningún otro presidente ha podido hacer"; que quienes votaron a la UDC, al PSOE y al PP "son hoy naranjas" y que, a imagen y semejanza de la gesta obrada por Inés Arrimadas en septiembre en Cataluña, cuando convirtió en naranja el tradicional cinturón rojo de Barcelona "a partir del día 20 Vistalegre será naranja, Madrid será naranja y España será naranja".
Precisamente Arrimadas ha sido la telonera de lujo del candidato centrista, recibida con gritos de "Cataluña es España" que poco antes habían lanzado en primer lugar los diputados catalanes José María Espejo, Carlos Carrizosa y Fernando de Páramo. El fervor del público se manifestaba también con los anfitriones Ignacio Aguado y Begoña Villacís, a la que todos le gritaban "yo también estoy fondona" el eslogan que el partido popularizó en Twitter ante los ataques personales que la portavoz naranja en el Ayuntamiento de Madrid recibió de un cargo madrileño del PP.
Víctor Hugo en Carabanchel
Rivera ha citado a Gandhi para decir que "ahora sólo nos queda ganar" después de, como decía el líder indio, haber recibido desprecio, burlas y ataques. Ha reivindicado a la "gente normal" entre la que incluía a los estudiantes que trabajan para pagarse su carrera, a las madres que tienen trabas en el trabajo (una de las medidas estrella de Ciudadanos es la ampliación y equiparación de las bajas de maternidad y paternidad) o a los autónomos que sufren impuestos abusivos. Los simples asalariados, curiosamente, quedaban fuera de la enumeración, pese a que a ellos van dirigidos el contrato único y el complemento salarial, las dos medidas estrella ideadas por Luis Garicano, uno de los que intervenían brevemente desde las gradas al inicio del acto.
El líder naranja evitaba centrarse en el cuerpo a cuerpo con sus adversarios, aunque cargaba contra Podemos al decir que el modelo de Ciudadanos no es "ni Grecia ni Venezuela" y criticaba la incapacidad de Pablo Iglesias para llegar a acuerdos de Estado, como habría quedado en evidencia con el Pacto Antiyihadista. Rivera, que el próximo jueves, penúltimo día de campaña, almorzará en Bruselas con los siete primeros ministros de su familia europea, los liberal demócratas de ALDE, ha reivindicado su proyecto como el que pide aplicar las recetas que han tenido éxito en esos y otros países: "Proponemos un modelo laboral como el de Dinamarca, de conciliación familiar como el de Suecia, un plan para acabar con el paro como el que ha triunfado en Holanda o el complemento salarial que se ha aplicado con éxito en Reino Unido y EEUU. Algunos dicen que son ocurrencias, y resulta que es lo que funciona en los mejores países del mundo". En un acto llenado en buena medida por el tesón de la militancia llegada desde todos los puntos de España, fundamentalmente de Cataluña y Andalucía, en cincuenta autobuses, Rivera les ha pedido convencer a "vecinos, hijos, tíos, sobrinos" de movilizarse el próximo domingo. El sábado por la noche en Valencia, en declaraciones a los medios, enseñaba sus cartas "Sólo le ganaremos las elecciones a los viejos partidos si hay una participación masiva. Estamos convencidos de que por debajo del 80% beneficia a los viejos partidos, si llegamos, como en el año 82, a una participación de casi el 80% tenemos posibilidades de ganar. Nuestra obsesión es movilizar, conseguir que la gente que se quedaba en casa participe, esa es la gran batalla".
Antes de lanzar un beso de despedida en el recinto del barrio de Carabanchel y saludar desde el escenario con los principales dirigentes naranja, Rivera realizaba una de sus citas fetiche, de Víctor Hugo: "No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo. Ha llegado nuestro tiempo".