Los candidatos, de cerca: los tics de Rivera en campaña
El candidato centrista da mítines sin atril, con micro de diadema, y con un tarjetón como el que llevan los presentadores de televisión.
Superado el ecuador de la campaña, a Albert Rivera le hemos visto dar mitines casi siempre sin atril y con un micro de diadema (una de las apuestas del equipo de comunicación de Ciudadanos que dirige Fernando de Páramo) que en ocasiones juega malas pasadas y ha de ser sustituido, como ocurrió en Cádiz en el quinto día de campaña, por un micro de mano. El candidato centrista suele vestir con camisa y americana, preferentemente en tonos oscuros, salvo en algunas ocasiones en las que opta por un simple jersey.
Aunque siempre ha presumido de hablar sin papeles, como se maravillan quienes le acompañan desde hace años, utiliza un pequeño tarjetón tamaño cuadrilla con un pequeño esquema de lo que va a ser su discurso. Aunque no siempre lo necesita y en ocasiones, avanzando el discurso, decide arrojarlo al suelo. A veces anota en él algún dato con un bolígrafo, instantes antes de subirse al escenario. Ocurrió en Málaga, cuando preguntó un dato al economista de cabecera de Ciudadanos, Luis Garicano, relativo al porcentaje de PIB que tenía esa provincia.
Rivera puede pasar un mal momento cuando alguien se le acerca, como ocurrió en el tenso episodio con los extrabajadores de Delphi que intentaron boicotear su paseo por Cádiz el pasado 8 de diciembre, pero una vez subido al escenario es difícil descolocarlo. En Granada demostró sus reflejos al cambiar literalmente el curso de su discurso ante las interrupciones de un grupo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, para centrarlo a partir de ese momento en lo hecho por Ciudadanos en materia de vivienda y en las propuestas sociales del programa naranja.
El escenario, sin duda, es su terreno. Quizá por eso sorprendieron los nervios con los que se le observó al principio del debate a cuatro en Atresmedia. Rivera explica en privado que el problema no era no tener atril, como puede comprobarse en esta campaña, sino estar parado en el mismo sitio sin poder moverse. Aunque lo cierto es que en los actos de Ciudadanos el líder naranja ocupa siempre una pequeña franja del escenario y se mueve, sí, pero adelante y hacia atrás, sobre un mismo eje, nunca a los lados. Rivera es hombre de gestos, incluso de tics, como esa manera de colocar las manos al inicio de cada intervención que ya casi se ha hecho célebre, o como su particular y obsesiva manera de meterse la camisa por el pantalón. En determinados momentos, cuando quiere enfatizar una idea, entrelaza las manos, a la altura del pecho, pero a un palmo de distancia, y juntando sólo las puntas de los dedos.
Rivera no suele extenderse, ni antes ni después de los mítines, en los saludos al público. Por eso sorprendió el cálido abrazo que le dio a un mujer joven que acudía con su hija en brazos al mitin de Málaga. Minutos después el candidato, mirando hacia donde se encontraba esa persona, saludaba a varios "de mis primos" lo que explicaba lo inusual del abrazo inicial en la tierra de su madre y sus abuelos.
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