La OCDE volvió a reprochar a España la falta de evaluaciones de sus profesores. El organismo incide en su último informe, Panorama de la Educación 2015, en que el único control se establece en los exámenes de acceso a la profesión en centros públicos y ninguno más. A diferencia de lo que ocurre en otros países, aquí "los profesores de los centros públicos [que representan aproximadamente el 70% del total] son evaluados para acceder a la profesión, pero no de forma regular después". Y da un dato demoledor: esta forma de proceder – en la que los maestros y directivos de los centros educativos no tienen que pasar más pruebas o controles y en la que tampoco reciben incentivos a lo largo de su carrera profesional- solo es compartida al cien por cien con otro país de la OCDE, México. O lo que es lo mismo, España es el único país rico de Europa que no evalúa (o lo hace pero no toma medidas al respecto) ni a sus maestros ni a sus directores.
Desde Libertad Digital hemos querido conocer la opinión de cuatro expertos en la materia sobre ésta y otras cuestiones relacionadas con el profesorado español, que además centran estas semanas el debate educativo nacional a raíz del encargo del Libro Blanco de la profesión docente que el Ministerio que dirige Íñigo Méndez de Vigo le ha realizado al filósofo y catedrático, José Antonio Marina.
Para Antonio Ciccone, experto en políticas educativas y catedrático de Economía en la Universidad Pompeu Fabra, "hay varias maneras de incentivar" a los profesores, que van "desde incentivos monetarios a corto plazo a incentivos de carrera docente", es decir, tanto "subidas salariales" como "de responsabilidad". Pero para que estos incentivos se puedan aplicar "hace falta evaluarlos de alguna manera". Ciccone propone como primer paso "ofrecer a los profesores sesiones de feedback, donde otros profesores acuden a clase o miran los materiales de un profesor y le ofrecen consejos para mejorar". Pero no es lo único. "También sería útil ofrecer formación específica", opina. Esta formación podría ir "acompañada de certificados" que, "más adelante, podrían ser utilizados para dar incentivos".
Juan Carlos Rodríguez, investigador de Analistas Socio Políticos, Gabinete de Estudios, y profesor asociado de Sociología de la Universidad Complutense, señala que la "situación en otros países es muy diversa", donde "lo más frecuente quizá sea establecer periodos de prueba". En general, señala Rodríguez, "no parece que se use mucho la evaluación en términos de la fijación de salarios. Yo diría que solo muy recientemente se está experimentando con esto en países como EEUU". Allí "hay una discusión muy viva acerca de vincular el salario de los profesores al valor añadido que aportan a sus alumnos".
En cambio, en "la enseñanza pública española no tiene sentido hablar de evaluación con consecuencias o incentivos si se mantiene el estatuto de funcionario público, el modelo de asignación de profesores a los centros [totalmente independiente de las decisiones de estos] y la muy reducida autonomía de esos centros". En definitiva, "en España, una vez aprobada la oposición – que no es siquiera necesaria para dar clase o enseñar en un centro privado- un profesor es funcionario en prácticas hasta que ‘aprueba’ las prácticas", que "vienen a ser un mero trámite" pues "no hay apenas casos en los que los profesores no las aprueben", algo en lo que también ha incidido Marina recientemente.
Por su parte, Antonio Cabrales, doctor en Economía y profesor en el University College London, recuerda que "en la mayor parte de otros países, son los profesores senior los que evalúan a los demás. Es una función del director del colegio, o de alguien delegado por él". Esta manera de evaluar "sería más difícil en España" puesto que los directores de los centros "son elegidos" por los propios profesores. "A ver cómo se le ocurre al elegido decirle a sus votantes que no da la talla".
¿Por qué los jóvenes no quieren ser profesores?
La falta de incentivos de los maestros españoles no es el único problema que tiene la profesión. La falta de motivación viene de mucho antes, desde el momento en que un estudiante se plantea elegir su carrera universitaria. ¿Por qué los jóvenes españoles no quieren ser profesores? No es una pregunta que esté en el debate público, pero debería. En Finlandia, por ejemplo, obtener plaza para la escuela pública es muy difícil y sólo aquellos universitarios con mejores notas se lo plantean. Es una profesión con prestigio y que, más allá de las condiciones económicas, está valorada por la sociedad.
Las estadísticas de la OCDE aseguran que el salario de los maestros es relativamente elevado: tanto en comparación con el sueldo medio de otros universitarios españoles como en relación con los profesores de otros países ricos. Y en otros aspectos, como jornada laboral, vacaciones, conciliación de vida personal y familiar… también es una profesión con buenas condiciones. El tópico del maestro que tiene tres meses de vacaciones y trabaja 15 horas a la semana no es cierto. Esto hay que desmontarlo desde el inicio porque supone una simplificación absurda. Pero es evidente que no es una profesión tan exigente en el horario como otras del sector privado.
Pues bien, ni siquiera así el sistema público español es capaz de atraer a los jóvenes más talentosos. Incluso en casos en los que existe la vocación, muchos acaban optando por otras opciones. Las oposiciones (largas y sin seguridad de plaza incluso aunque las apruebes), el sistema de incentivos, el desarrollo de la carrera profesional…
Para Dirk Van Damme, responsable de División en la Dirección de Educación y Competencias de la OCDE, "la percepción de que los estudios de magisterio no atraen a los mejores estudiantes y a los más brillantes no es exclusiva de España. En general, la profesión docente ha perdido parte de su atractivo como un buen entorno de trabajo". Según explica Van Damme, hay "pocos datos comparativos" para determinar con exactitud las causas de este fenómeno, pero "a partir de la evidencia anecdótica" se pueden sacar dos causas fundamentales que afectan a la motivación del profesor: "los problemas de gestión de la clase" y el hecho de tener que "hacer frente a la diversidad de la población estudiantil".
Juan Carlos Rodríguez recuerda también que este fenómeno "no es exclusivamente español". Y es que "en todos los países desarrollados hay alternativas mucho mejor remuneradas y con más expectativa de carrera profesional que la de magisterio. El atractivo de una profesión no depende, claro, de lo cómoda que resulte".
En España, por ejemplo, "hay otras profesiones mejor pagadas y con más prestigio", aunque esto "no quiere decir que el prestigio de los docentes sea bajo; es un tópico con poca base".
Pero es sencillo de imaginar que muchos buenos alumnos universitarios o de Secundaria se sientan más atraídos por "vidas profesionales con más autonomía, con una sensación más intensa de que lo que hacen tiene sentido o marca diferencias". Y "eso no es tan obvio en el caso de nuestros docentes, dado el funcionamiento del sistema de enseñanza".
Sus soluciones
Una vez analizada la situación es hora de mojarse y proponer medidas concretas. Por eso quisimos trasladarles esta pregunta a los cuatro expertos: si usted fuera ministro de Educación en España, ¿cuál sería la primera medida que pondría en marcha para mejorar la situación de los docentes y la calidad de su trabajo?
- Dirk Van Damme. "Mi primera política sería mejorar la inserción de los profesores jóvenes que están comenzando en el mundo docente. Vemos que, en muchos países, incluso los profesores más motivados que inician su carrera pierden su satisfacción por el trabajo a causa del practise shock, la falta de preparación en sus estudios de formación docente para hacer frente a los problemas reales que se presentan en las escuelas y la falta de asesoramiento, tutorías y apoyo. Mejores sistemas de apoyo para los profesores noveles parece ser una de las medidas más necesarias para abordar el problema".
- Antonio Ciccone. "El MIR docente me parece una buena idea. También haría más evaluaciones externas e informaría a los padres de cómo les va a sus hijos en comparaciones globales. No sirven siempre y para todo, pero en España falta tanto información que pueden ser útiles". También, "mejoraría el sistema de feedback y la formación continua para los docentes".
- Antonio Cabrales. "Creo que la solución es un tenure track. Los profesores que aprueben una oposición han dado solo el primer paso. Para consolidarse, tienen que demostrar a pie de aula que son capaces de enseñar. La forma concreta en que eso se consigue es delicada y estaría dispuesto a discutir(la) porque no estoy seguro de que haya algo totalmente demostrado, pero en principio un examen, por muy exigente que sea, no detecta al buen docente".
- Juan Carlos Rodríguez. "La enseñanza no es tanto un asunto de docentes individuales como de equipos docentes que saquen adelante, con autonomía y responsabilidad [rendición de cuentas, si se quiere] un plan educativo diseñado para una zona determinada o, simplemente, un plan educativo distinto que los estudiantes y sus familias puedan elegir. Por ello, yo pensaría en medidas que faciliten la formación y el trabajo de esos equipos e incentiven que se formen. En esa línea, habría que aumentar muchísimo la autonomía de los centros a la hora de contratar (y despedir) a su personal docente; a la hora de desarrollar su propia pedagogía; a la de encontrar la mejor forma de organizarse, etc. Todo ello, claro, a la vez que se establece el adecuado marco de exigencia de responsabilidades, que yo tendería a ver como algo descentralizado y ligado a la financiación de los centros y la elección de las familias. En su defecto, estaría ligada al cumplimiento de objetivos fijados desde arriba, pero no a la elección de medios para cumplir esos objetivos. También aspiraría a una renovación del nivel medio del profesorado, especialmente del de los maestros, haciendo más atractiva la profesión docente, no tanto en términos económicos como en términos de plenitud profesional. Usaría medidas como las citadas más arriba, que han de enriquecer y volver más autoexigente la tarea docente, pero también otras que estén en la línea de mejores perspectivas de carrera profesional, de aprendizaje, de evolución, de diversificación de trayectorias, de cambios (con sentido) de puestos de trabajo, e, incluso, explorando experimentalmente la vinculación de la remuneración con los resultados, sabiendo que es algo bastante complicado".