En un artículo publicado en ABC, la antecesora de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha criticado duramente las medidas de tráfico adoptadas esta semana por el Consistorio, entre ellas la limitación a 70 kilómetros por hora de la velocidad en la M-30 o la prohibición de aparcar en el centro de la ciudad a los no residentes.
Pese a que se trata de un protocolo contra la contaminación aprobado durante su Gobierno, que Botella defiende como "un procedimiento de emergencia diseñado para situaciones de emergencia, con un objetivo claro: procurar, por todos los medios, no alcanzar los niveles de alerta sanitaria que marca la legislación europea" la antigua primer edil del PP recuerda que es algo "eminentemente práctico" y añade que "cuando por un bien mayor (la protección de la salud) se interfiere en el modo en que los ciudadanos se mueven de manera cotidiana conviene que el primer paso sea informarles. Decirles lo que ocurre. Pedirles su colaboración. Explicarles que lo que pretenden estas medidas es que se use menos el coche (y no multarles ni hacerles circular sin sentido en busca de aparcamientos privados). Ofrecerles alternativas de transporte sostenible. Y cuanto antes, mejor".
Ana Botella le reprocha a Carmena que no haya existido "una sola palabra de aviso por parte de la autoridad municipal" después de "una semana sin cambios en el anticiclón que se sabe que puede provocar el pico de contaminación". De manera sarcástica, concluye el artículo en el diario de Vocento asegurando que "Madrid, por mucho que ahora haya quien insista en lo contrario, no ha nacido ayer. La nuestra es una ciudad que ha sabido funcionar incluso en las peores circunstancias". Para Botella, "lamentablemente, algo ha cambiado. Y es una paradoja gris –gris y oscura- que haya sido precisamente cuando los nuevos apóstoles de la transparencia y la participación tenían en su mano el reto de apelar a una gran participación a través de la transparencia informativa. Los madrileños sólo se han sentido parte afectada de una situación en la que se trataba de hacerles cooperar para proteger su salud. Algo tan grave que debe llevar a la reflexión que tan en boga está hoy en los pasillos del Palacio de Cibeles. Acaso podrían comenzar reflexionando, después de esta experiencia, con una sencilla idea:Emergencia no debería ser sinónimo de improvisación. Y menos aún, de silencio".