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Pablo Motos ya no es de Pablemos

"Te voy a poner un ejemplito, Pablo", le decía Iglesias, y al presentador se le ponía cara de vinagre. Los "ejemplitos" eran cada vez más pavorosos.

Pablo Motos conversa con Pablo Iglesias | El Hormiguero

El líder supremo de Pablemos era uno de los pocos dirigentes políticos de renombre que faltaba por rendir visita a El Hormiguero, el exitoso programa que Antena 3 ofrece de lunes a jueves después del telediario. Iglesias cumplió anoche el trámite y visitó el programa, soltó sus habituales chorradas populistas, hizo gala de una ignorancia salvaje en materia económica, cantó por Javier Krahe (que a ver qué falta hacía también) y acabó acojonando a Pablo Motos con las cosas que dijo estar dispuesto a hacer si llega a La Moncloa, algo que, por otra parte, Pablemos da por hecho.

Motos vivió anoche su particular epifanía. Se dio cuenta de que el tipo al que él y otros muchos en los medios de comunicación le ríen las gracias, especialmente en el grupo A3 Media, está dispuesto a crujirlos a todos en caso de que alguna vez llegue al poder. Anoche, Iglesias le explicó a su tocayo, mirándole a los ojos, el infierno en el que va a convertir la existencia de los empresarios de éxito como el propio Pablo Motos a poco que las urnas le sean propicias. El susto fue importante, porque una cosa es celebrar la irrupción de Podemos como "un soplo de aire fresco en la política" y otra muy distinta darse cuenta de que esa brisa regeneradora es en realidad un huracán populista, dispuesto a llevarse por delante a los que, como las estrellas de Antena 3, han hecho una fortuna gracias a su esfuerzo diario y su talento.

A Pablo Motos comenzó a torcérsele el gesto cuando Iglesias le desgranó las principales medidas que va a tomar contra "los ricos", a los que va a crujir el espinazo confiscándoles más de la mitad de todo lo que ganen. "Te voy a poner un ejemplito, Pablo", le decía Iglesias a Motos, y al presentador se le ponía cara de vinagre, porque los "ejemplitos" eran cada vez más pavorosos. Motos debió hacer algunas cuentas mentalmente y vio que con los podemitas en el Gobierno su ruina estaba garantizada, como corresponde a un rico que, encima, trabaja para una televisión privada.

El presentador de El Hormiguero comenzó haciendo la pelota a Pablo Iglesias y terminó el programa por la vía rápida y con cara de pocos amigos. El detalle de cortar la hoja de la monarquía en el arbusto ficticio que le pusieron al de Podemos para, precisamente, "podar" lo que no le gustara si llegaba a presidente, fue otro detalle que no pareció entusiasmara a un Pablo Motos que, a esas alturas, ya estaba deseando dar por finalizado el programa.

Motos era de Pablemos hasta ayer. Hoy debe serlo algo menos, pero eso no es algo que vaya a preocupar demasiado a los podemitas. No mientras sigan ahí La Sexta y el tito García Ferreras dándolo todo por la causa.

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