Mas se jacta de "haber ideado e impulsado" el 9-N pero atribuye la organización a "voluntarios"
El "president" en funciones despliega todos sus peones y convierte su declaración ante el TSJC en una exhibición contra la Justicia.
Artur Mas se ha presentado ante la prensa como un héroe y como un mártir de la democracia, pero ha evitado en todo momento asumir la responsabilidad de la organización y celebración del 9-N. Primero dijo: "Me declaro máximo responsable de haber ideado e impulsado el proceso participativo". "Se lo he dicho al juez, que no busquen más responsables, el único responsable soy yo", añadió.
Sin embargo, atribuyó la organización y ejecución del 9-N a los "voluntarios". De esta manera, "el proceso participativo fue consecuencia de una iniciativa institucional y política, pero se llevó a cabo gracias a la implicación ciudadana, a los voluntarios, que fueron los auténticos ejecutores del 9-N".
Hecha la aclaración, varias veces, Mas abundó en que a partir de la suspensión del decreto de convocatoria de la "consulta" por parte del Tribunal Constitucional, "la administración acató la orden y se cambió el formato, ya no era una consulta sino un proceso participativo; yo mismo dije que necesitábamos veinte mil voluntarios y conseguimos cuarenta mil". En ese contexto, "la Generalidad informaba y proveía pero no daba ni órdenes ni instrucciones".
Mas, como antes Irene Rigau y Joana Ortega, se negó a contestar a la fiscalía porque las querellas "se pusieron por parte de la Fiscalía General del Estado en contra de la opinión unánime de los nueve fiscales que integran la junta de sala en Cataluña". También comentó que le había "complacido" el interrogatorio y el "respeto" demostrado por el juez, Joan Manel Abril, un abogado del Consejo Judicial de Andorra nombrado magistrado del TJSC a propuesta de CiU y ERC.
Una de las consignas que más repitió es que entendería tener que declarar ante un parlamento pero no ante un tribunal por "dar voz a la gente", además de arremeter contra el Estado y el Gobierno, del que dijo que primero hizo "mofa" del 9-N y que reaccionó tarde. Para acabar, alegó que no entendía la protesta del TSJC por las manifestaciones ante su sede. "No se trata de presionar a nadie, sino de apoyar a alguien en un momento duro", manifestó.
Según el presidente de la Generalidad, la "rabia por el éxito de participación del 9-N" fue la que impulsó al Gobierno a presentar las querellas. "Ahora resulta que ser un demócrata puede equivaler a ser un delicuente", añadió. Respecto a la posibilidad de una inhabilitación, Mas dijo que el proceso separatista no se pararía en ese supuesto y que "dependería de la situación política en Cataluña el acatar o no esa sentencia".
Coreografía al milímetro
El líder convergente ha logrado que su comparecencia ante el TSJC por el referéndum del 9N fuera una exhibición de fuerza ante la Justicia¨y un auténtico acto de propaganda. Más de dos mil personas ejercieron de figurantes en el desfile de Mas y sus peones, cuatrocientos alcaldes con las varas en alto, el gobierno regional, la presidenta del parlamento, Núria de Gispert, que rompió a llorar de la emoción, y los diputados de "Junts pel Sí". También los dirigentes de las plataformas separatistas. Gritos de independencia, carteles con el lema "Tots som Mas". Su esposa, Helena Rakosnik, le esperaba en la escalinata del TSJC.
Mas subió las escaleras solo, en una coreografía diseñada al milímetro. Los mossos que hacen guardia en al puerta del tribunal se cuadraron y saludaron al "president" con la mano en la visera. Él alzó la mano derecha y los cuatro dedos, el saludo nacionalista cada vez más habitual, de cara al público.
El precedente de Banca Catalana
Desde que Pujol lanzó a la gente a la calle por el caso Banca Catalana no se había visto en Cataluña una escena semejante. Nada más entrar en el recinto, el público se puso a cantar Els Segadors. A la salida, tras poco más de una hora de declaración, Mas se plantó en lo alto de la escalinata y posó para la historia durante casi diez minutos, como una estatua humana de la Rambla. Saludó a la nacionalista y se puso la mano en el corazón en señal de agradecimiento. Gritos de independencia ante los que el presidente en funciones de la Generalidad cabeceaba con satisfacción. Otra vez Els Segadors y nuevo pasamanos con los alcaldes.
A las ocho y media comenzó la particular jornada de Mas con tres ofrendas florales: ante la tumba de Companys, en lugar donde fue fusilado y en el memorial de homenaje levantado en Montjuich. Allí le acompañó la alcaldesa Ada Colau. Después, el baño de masas, unas dos mil personas a su alrededor y el desfile desafiante de unos cien metros desde el coche oficial hasta el TSJC. El paseo Lluís Companys fue cortado por los mossos ante el gentío que arropaba a Mas. Y por último, la rueda de prensa en la Generalidad. Una operación política perfecta.
El número uno de la CUP, Antonio Baños, que fue raudo a mostrar sus respetos a Mas a las puertas del TSJC, pudo comprobar de primera mano el poder nacionalista expresado por unos alcaldes con el bastón en la mano.
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