Durante esta nueva sesión del juicio por el asesinato de Asunta, varios han sido los testigos que han desfilado por la sala para prestar testimonio. Entre los más relevantes, los ofrecidos por las profesoras de música de la academia a la que asistía la pequeña.
Las docentes han rememorado lo ocurrido el 22 de julio de 2013, dos meses antes de la muerte de la pequeña, cuando la directora tuvo que acudir a una clase de violín ante la preocupación de una de ellas por el estado en el que se encontraba Asunta.
María José, la profesora de la niña, había sido advertida previamnete por su padre Alfonso Basterra de que Asunta venía algo afectada por la alergia. Pero ella vio "que fallaba en las notas y no era normal porque era un ejercicio sencillo. Se le iba el arco", ha señalado. Hablando con la pequeña ésta espetó: "¡Yo no tengo alergia, yo no tengo alergia y nadie me quiere decir lo que pasa!".
La profesora recuerda también que retomó la conversación y le preguntó a Asunta si había desayunado, pero la menor no se acordaba, algo, según la docente, "anormal". Asunta insistía: "No sé qué me está pasando". Tras intentar varias veces retomar la clase, la docente llamó a la directora. Ambas le hicieron de nuevo más preguntas. "¿Te dieron algo?", le preguntaron. "Unos polvos blancos", contestó la menor. "¿Quién?", insistieron. "Mamá", respondió Asunta.
Luego, al terminar la clase, María José notó extraño a su padre cuando fue a recogerla. Mientras Asunta recogía sus cosas y salía de la academia, "apoyándose en la pared, porque no andaba recta", Alfonso Basterra se mostró distante. "Provoqué el saludo porque no me decía nada". Le comentó que la niña no estaba bien y que creía que era por los medicamentos de la alergia. Basterra se limitó a contestar: "Nosotros no le damos nada, solo un flisflis para la nariz".
Contradicciones con la versión de sus padres
Por otro lado, la cuidadora de Asunta, que ha prestado declaración como testigo, ha revelado que el miércoles correspondiente a la semana en la que murió la niña, cuando ésta no fue a clase, lo que hizo, según le contaron, fue pasar la mañana con su padre y no sola en casa como sostienen sus progenitores.
Esa jornada en la que la cría faltó a clase ya cobró una especial relevancia el primer día del juicio, puesto que un día antes, según revelan las alarmas, alguien estuvo en la casa de Montouto-Teo, en la que supuestamente falleció la víctima, entre las 19:35 horas y las 22:40.
Cuando, en esta vista oral, el representante del Ministerio Fiscal preguntó a Rosario Porto y a Alfonso Basterra quién podía haber estado en esa casa esa tarde, ambos confesaron estar sorprendidos y desconocer qué persona pudo haber ido allí.
Rosario Porto explicó que la cría tenía décimas de fiebre y por ello no la envió a clase, dejándola sola en la vivienda que compartían para que descansara. Pero, a pesar de que supuestamente Asunta se quedaba sola en el piso de la madre, existe un WhatsApp de Alfonso a Rosario en el que su exmarido le dice: "Asunta está cada vez mejor, tranquila".
"Sólo tengo mal sabor de boca"
Sin embargo, esta trabajadora del hogar, que atendía la casa de Rosario, ha explicado hoy que dicho miércoles no llegó a ver a Asunta dado que, según lo que le argumentaron, "Asunta estaba mala" y se quedaba en el piso de Alfonso, muy cercano, también en el centro compostelano. Por ello, al día siguiente la cuidadora preguntó a la niña si se había encontrado mal, "y me dijo algo que yo pasé por alto", ya que respondió, ha descrito: "No, estoy bien, solo tengo mal sabor de boca".
Esta mujer, la cuidadora, pasaba mucho tiempo con Asunta y este miércoles ha confirmado que la menor, a la que ha calificado como "una niña perfecta", presentaba, igualmente, una "salud perfecta". A su juicio, la familia formada por Rosario Porto y por Alfonso Basterra daba imagen, junto a su hija, de lo que cualquiera habría definido como una "familia idílica".
A continuación una vecina del mismo inmueble de la madre ha relatado que, en el momento en que se tuvo conocimiento de que había aparecido el cadáver de la niña, el padre se lo contó en la puerta de casa "muy serio" y ella rompió a llorar, tras lo que este se abrazó a ella e hizo lo mismo. "Solo espero que no la hayan violado", ha rememorado esta testigo que le confesó en ese momento.
En tercer lugar acudió a declarar una madre de una compañera de Asunta, que ha afirmado desconocer que la menor tuviese ninguna enfermedad. Al respecto, su cuidadora dijo que estaba "perfecta" de salud. "Era una niña perfecta", recordó entre sollozos.