La presión política y mediática sobre las CUP comienza a surtir efecto. La imputación de Artur Mas y su citación para el 15 de octubre (75 aniversario del fusilamiento de Lluís Companys) por parte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), ha destartalado la estrategia de Antonio Baños, candidato de las CUP, una formación regida por estrictos códigos asamblearios. A pesar de sus abrazos con Mas y palmadas con Pujol, David Fernández y Quim Arrufat rehusaron entrar en la plataforma separatista de Junts pel Sí por dos razones: la corrupción del régimen el 3% y los recortes sociales ejecutados por Mas.
Son las mismas que esgrime Baños para solidarizarse con Mas pero resistirse a su investidura. Prefiere a Oriol Junqueras, a Raül Romeva o a Carme Forcadell. De hecho ha propuesto que nombren a Mas conseller en cap, el equivalente regional a un primer ministro, pero que en ningún caso se lo presenten como president.
Entre bambalinas, todo el separatismo daba por descontado que la posición de las CUP respondía a su perfil batasuno y antisistema, pero que tras las pertinentes concesiones aceptarían investir a Mas por indicación del antecitado Junqueras. Esa era la tesis dominante en lo que queda de Convergencia, pero el líder de ERC tramaba y aún trama un acuerdo con las CUP y la versión catalana de Podemos (Pablo Iglesias ha prometido un referéndum en el que votarían sólo los catalanes) para hilvanar un tripartito ultraseparatista que prescindiera de Mas y persistiera en el golpe de Estado aún con más intensidad.
El TSJC resucita a Mas
Sin embargo, la sorprendente decisión del TSJC ha resucitado a Mas y lo ha catapultado a una posición privilegiada. Es el mártir y se ha elegido una fecha simbólica para que declare ante el pelotón judicial.
Describir las filiaciones nacionalistas de los componentes del TSJC, el hecho de que muchos de ellos hayan sido propuestos por los partidos separatistas del parlamento catalán, sus dilaciones injustificadas y una delirante elección de fechas tras las elecciones se antoja poca cosa ante los alardes de victimismo de Mas y Convergencia, la impúdica utilización de la decisión de un tribunal infiltrado por el nacionalismo que no hace sino favorecer las opciones de un Mas que el lunes era presentado por la prensa separatista como un títere a expensas de un periodista simpático y "golferas", Antonio Baños, miembro de Súmate (los castellanohablantes independentistas), ex de Ajoblanco, La Vanguardia, El Periódico y el diario.es, capaz de llamar a Pilar Rahola, la hagiógrafa de Mas, "basura rellena de ignorancia y pomposidad".
El "jodarazo" que puede hacer presidente a Mas
Este martes, y tras el cable del presidente del TSJC, Miguel Ángel Gimeno, y del instructor Joan Manel Abril, juez por el cuarto turno, Mas es un superhéroe y Baños, un frívolo. Julià de Jòdar, escritor, número siete de la lista de las CUP por Barcelona y flamante diputado, calmaba los nervios de CDC y defraudaba a ERC. En declaraciones a La Vanguardia bramaba para "defender sin trabas" a Mas. No es el único electo de las CUP que está por la labor, pese a la insistencia de Baños y Junqueras en cargarse a Mas. De ahí que ya se especule en Cataluña con un "jodarazo", el apoyo de seis diputados, de las CUP y de la versión catalana de Podemos (Catalunya sí que es Pot), a la investidura de Mas gracias a la gestión de los tiempos judiciales del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
En ese contexto, miembros de CDC, "observadores" de Junts pel Sí y "delegados" de las CUP negocian ya sobre la investidura de Mas. A Baños se le ha ofrecido la presidencia del Parlament, pero los habilitados de las CUP reclaman consejerías y pactos firmados sobre la declaración de la independencia. Y eso sí que es una línea roja para las CUP. Darán sus votos al candidato que les presente Junts pel Sí (previsiblemente Mas), pero a cambio de una ruptura radical con el Estado. Nada de negociaciones con el Gobierno, nada de reformas constitucionales, ninguna cesión. Ese es el precio a estas alturas del regateo, que acaba de empezar, y por el momento.