El Mundo abre con la foto del asalto a la bandera española en el balcón de Barcelona. "Una guerra de banderas para celebrar la Mercè". Y una entrevista a Rivera. "No puede haber España unida si no se regenera" es el insípido titular que le han sacado para portada. Jorge Bustos despide a Artur Mas con antelación atizándole hasta en los carnés de identidad. En los dos, en el español de verdad y en el catalán de souvenir. "Pequeño burgués miserable, dios de los espíritus castrados", empieza para abrir boca. "Rompiste tu programa, el mandato de los votantes, la representación de todos los ciudadanos de Cataluña. Rompiste con la vergüenza, con la responsabilidad (...) Lo has roto todo, Artur. Todo lo que merecía la pena ser conservado (...) Pero ni siquiera, Artur, has tenido talento para ser el Diablo: todo lo más un mefistófeles mezquino y doloroso que pronto será enterrado bajo la tierra fracturada que te hereda. Adiós pobre hombre. Adiós". Mefistófeles no sé, porque no lo conozco, pero ramalazos de psicópata de película sí que se le ve alguno, sí.
Federico Jiménez Losantos le quita la careta a Pablo Iglesias, que ya ha decidido de qué parte está. Con los separatistas, naturalmente. "Iglesias se ha unido al carro de Junts por el Sí, o sea, unidos por el odio a España y lo ha hecho de forma inteligente: pide que ERC, PSC, CUP, ICV y el monjío xenófobo voten a su candidato, Franco Rabell, para encabezar la revolución que Cataluña necesita. Lo que hace Iglesias es ofrecer sus votos a Junqueras para proclamar la República Catalana". Al menos ya sabemos de qué pie cojea.
El País cierra los ojos a la realidad y a la actualidad. No quiere saber nada de banderas. "La Generalitat recluta jueces para la Cataluña independiente". Son incansables. Hoy ofrece la segunda parte del editorial de ayer, que aunque va dirigido "a los ciudadanos de Cataluña" me lo he leído y les cuento. "Hay que abrir camino a una reforma que beneficie a todos", dice el ingenuo. "Este periódico invita a los ciudadanos de Cataluña a impulsar y presionar para hacer posibles las reformas, en primer lugar, acudiendo a votar, y haciéndolo por las distintas formaciones que se declaran contra la ruptura". No especifica a cuál, pero se le ve el plumero de sus preferencias con un artículo de Pedro Sánchez firmado al lado. Javier Ayuso quiere que recomencemos. "¿Qué pasaría si el lunes que viene borramos el disco duro del conflicto catalán? ¿No sería posible un reseteo del problema catalán?". Pa mí que no, chato.
ABC celebra que "ningún partido aceptará un pacto que haga a Mas presidente". "Solo la mayoría absoluta de Junts pel Sí asegura al líder nacionalista continuar en la Generalitat". Yo no cantaría victoria. Ya se le ha dado por muerto varias veces y es como Alien, siempre reaparece y cada vez con más mala leche. "Guerra de banderas", titula sobre la agresión a la bandera española en el Ayuntamiento de Barcelona. El editorial vuelve a rogar a la peña que vaya a votar. "Su concurrencia a las urnas será decisiva para evitar un desastre". "Sea cual sea el resultado del domingo, el estigma de una fractura social condicionará el escenario de una gestión política muy incierta". Y "lo que ocurra a partir del lunes es una incógnita de la que dependerá una etapa nueva de negociación para reencauzar racionalmente un delirio que dura demasiado, o un choque frontal en el que el estado se verá obligado a usar toda su fuerza jurídica para impedir una declaración de independencia". ¿A qué te refieres con toda la fuerza jurídica? ¿A suspender la autonomía? Un poquito de valor, hombre, que con tantos melindres no llegamos a ningún sitio. "La ruptura no cabe", dice. O sea, la negociación.
Ignacio Camacho cuenta que "en cierto bar de Barcelona su dueño ha colgado un expresivo letrero: 'prohibido hablar del Tema". Qué ingenioso, el hombre. Dice Camacho que el temita de marras "ha tensado la convivencia civil y divide a los catalanes tanto como cansa al resto de los españoles. Unos y otros empiezan a estar hartos". Es más, ve probable que si se hiciera un referéndum en toda España sobre la independencia de Cataluña "muchos españoles votasen a favor. Hasta ahí ha llegado el hastío, la fatiga, el fastidio. Que se vayan de una vez, pero no porque quieran ellos, sino porque los echo yo". Uff, Ignacio, no provoques, menudo gustazo. "Los secesionistas han sembrado odio" y encima "se han mostrado expertos en el juego sucio". La obra del presidente Mas "dejará secuelas ya inevitables". Carrascal augura que la cosa va a ir a peor. "Cataluña tiene hoy una población partida por la mitad. La guerra de banderas de ayer va a ser una broma comparada con la que se producirá", dice a modo de acojone.
La Razón piensa en el futuro. "Ministros y dirigentes del PP piden a Rajoy las elecciones para el 13-D". Sí presi, guapo, anda enróllate que el 20 viene fatal. "ERC alimenta la crispación y provoca una guerra de banderas en Barcelona". Alfonso Merlos puntualiza. Qué guerra ni qué niño muerto. La culpa es de "quienes agreden y provocan, frente a quienes son agredidos y provocados. De quienes producen odio frente a quienes lo sufren". De guerra nada.
Pedro Narváez también está hasta el último pelo. "Se echa en falta la voz de los españoles, el común que mira absorto y no sale a vocear por los balcones soy español y no me arrepiento, como en una terapia de alcohólicos anónimos, a tanto ha llegado la apatía por el asunto catalán, o las ganas incluso de que la pesadilla acabe, se independice Mas y les dejen en paz". A punto estaba de cortarme las venas cuando me encuentro a María José Navarro. "Al menos hemos asistido al nacimiento de una estrella del baile gorda y con calva, lo único digno y salao" de toda la campaña. Sí, jiji, lo que nos ha hecho disfrutar.
La Vanguardia dice que "la campaña se cuela en la Mercè con pugna de banderas". Pero el conde de Godó debía estar practicando algún deporte de la nobleza española y no se enteró de nada, porque en el editorial dice que "tuvo que intervenir el teniente de alcalde Gerardo Pisarello, quien solicitó a ambos abanderados que retiraran las enseñas". No majo, no. Te han informado mal, chaval. Pisarello sólo intentó quitar la bandera española. La estrellada no le molestaba para nada.