Las primeras décadas del siglo XX no fueron en absoluto buenas para España. De un plumazo, en dos guerras en dos extremos del mundo, acababan de desaparecer los últimos vestigios de lo que durante siglos había sido uno de los imperios más poderosos de la historia. A las puertas de casa, en Marruecos, las derrotas militares iban debilitando unas posiciones en el norte de África poco salvables pese a la heroica actuación de muchos militares españoles.
En una de esas guerras, en Filipinas, había destacado un joven oficial, José Millán Astray, que con apenas 17 años y junto a una treintena de soldados de reemplazo había mostrado una valentía sin precedentes en la defensa de la localidad de San Rafael, donde habían sido atacados sin descanso por una fuerza de indígenas tagalos infinitamente mayor. Aquella actuación traería consigo su primera condecoración: la Cruz de María Cristina.
De aquella primera experiencia bélica sacó el entonces teniente Millán Astray una idea que nunca se le iría de la cabeza. Pese a la valentía de muchos de los soldados españoles de reemplazo, se hacía necesario que España contase con una fuerza compuesta por militares profesionales capaces de ponerse en la primera línea de batalla. Todos con una formación militar específica que no podían tener los soldados procedentes del reclutamiento obligatorio.
La idea continuó desarrollándose en su cabeza durante varios años, al mismo ritmo que las tropas españolas iban encadenando derrotas en el norte de Marruecos, donde los jóvenes soldados de reemplazo no podían aportar más que ilusión y ganas, cuando la moral aguantaba, a los constantes envites de unos rebeldes que conocían el terreno a la perfección y no paraban de castigar las mal planificadas posiciones militares españolas.
Ya con el empleo de comandante, en 1919, Millán Astray desarrolla su idea de crear una unidad militar profesional de choque. Su referente no es otro que la Legión Extranjera francesa, que tan buenos resultados había proporcionado al país vecino en una Primera Guerra Mundial que había terminado hacía pocos meses. Su prestigio militar hizo que su idea corriera como la pólvora en el estamento militar, hasta el punto de llegar a oídos del rey Alfonso XIII.
La idea de Millán Astray empieza a cristalizar
Unos meses después, el 5 de septiembre de ese año, un Real Decreto firmado por el Monarca español enviaba en comisión de servicios al comandante Millán Astray a Argelia, con el objetivo de "estudiar el régimen y los fundamentos" del "Regimiento de la Legión Extranjera" francesa. El informe remitido a su vuelta al Estado Mayor Central fue enviado al Alto Comisario en Marruecos, el general Dámaso Berenguer, que se mostró "ferviente partidario" de esos Tercios Extranjeros.
El 28 de enero de 1920 se aprobó un Real Decreto con el siguiente texto: "Con la denominación de Tercios de Extranjeros se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por el que ha de regirse será fijados por el Ministro de la Guerra". Los únicos requisitos que quedaron establecidos para poder alistarse, se fuera español o extranjero, fueron estar "sanos, fuertes y aptos para empuñar las armas".
La situación política de la época no era demasiado buena, y los cambios de gobierno y la excesiva burocracia hicieron que la puesta en marcha real de los Tercios de Extranjeros tuvieron que esperar varios meses, en los que Millán Astray consiguió reclutar para su nueva unidad a un joven oficial que había conseguido establecer una férrea disciplina dentro de los Regulares indígenas (una unidad de choque creada en 1913 por mercenarios moros): el comandante Francisco Franco Bahamonde.
Los Tercios Extranjeros empezaron con un éxito inesperado, tal y como relató el propio Millán Astray en su libro La Legión, publicado en 1923: "Habíamos sufrido un error de calculo al pensar en los hombres que se habían de presentar. Creíamos que vendrían poco a poco, por grupos de ocho o diez al día, y que luego, con el conocimiento por la propaganda, vendrían más; pero no pensamos en la explosión, y fue que en tres días se habían reunido cuatrocientos. No había que dudar, y se dijo 'que vengan'".
Según se van incorporando los voluntarios se inicia la instrucción en la denominada posición A2, situada en las proximidades de la ciudad de Ceuta y verdadera cuna de La Legión. La preparación de la tropa es doble, por un lado se adiestra a los voluntarios en el combate y en la instrucción de tiro; por el otro, se insiste intensamente en la disciplina y el orden interno. Para esto último, Millán Astray empezó a crear unas normas morales inspiradas en el bushido de los samuráis que se terminó conociendo como Credo Legionario.
Algunos de los puntos de este Credo Legionario se han hecho tan famosos que son conocidos por un número importante de la ciudadanía, aunque nunca hayan tenido interés alguno por asuntos militares. Es el caso de "El Espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos". O de "El Espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡A mí La Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio".
El 21 de octubre de 1920, un mes y un día después del nacimiento oficial de La Legión (20 de septiembre), se produce la primera Jura de Bandera, utilizando para ello la Enseña Nacional de regimiento Ceuta Nº 60. Unos días después, el 3 de noviembre, la I Bandera se dirige a Uad Lau, en el sector occidental del frente de la denominada Guerra del Rif (1911-1927) o Segunda Guerra de Marruecos. La Legión entraba así por primera vez en combate.
El chapiri y el cuplé que se convirtió en himno
La peculiaridad de La Legión también se encuentra en otros aspectos. Pese a que inicialmente sus componentes entonaban las tradicionales canciones militares que habían aprendido en los regimientos en los que habían prestado servicio anteriormente o aquellos que eran de conocimiento popular, finalmente se acabó imponiendo un himno que Millán Astray conoció de una forma un tanto peculiar.
Y es que el origen de El Novio de la Muerte fue un cuplé escrito por Fidel Prado, que estaba impresionado por las primeras gestas militares de La Legión en Marruecos, y al que puso música Juan Costa. Se estrenó en julio de 1921 en el teatro Vital Aza de Málaga y la interpretación corrió a cargo de Mercedes Fernández, más conocida por el nombre artístico de Lola Montes. La actuación fue un éxito rotundo.
En esa primera interpretación estuvo presente la Duquesa de la Victoria, María Eladia Fernández Espartero y Blanco, sobrina del General Espartero, quien convenció a autores e intérprete para que la representasen en Melilla. Y así se hizo en dos actos los 30 y 31 de julio de 1921, cinco días después de que La Legión se replegase a Melilla para defender la ciudad tras el Desastre de Annual. Millán Astray asistió a aquellas representaciones, encantado con la letra que había escuchado, ordenó que fuera adaptada al estilo musical militar para ser utilizado como himno por La Legión.
Otro ejemplo de singularidad de esta fuerza militar está en su indumentaria. Sobre todo, el chapiri, inspirado en los antiguos gorros que portaban las tropas de la Reina Isabel II. Millán Astray se refirió así a él: "El gorro es el clásico y castizo que usaron los militares españoles luengos años. Tiene un especial atractivo, es gracioso, airoso y muy marcial. Es, desde luego, infinitamente más estético que los botones circulares: Es el que caracteriza a los Legionarios.
De la República a la actualidad
Entre 1920 y 1927 pasa de ser un experimento militar a convertirse en una fuerza totalmente consolidada. Así, La Legión recibió su primera Bandera de combate en Dar Riffien el 5 de octubre de 1927, en un acto que estuvo presidido el rey Alfonso XIII y en el que actuó como madrina la reina Victoria Eugenia. Desde el final de la guerra en el norte de África hasta el inicio de la Guerra Civil, es utilizada para aplacar los levantamientos armados comunistas contra la República en Octubre de 1934 en Asturias y Cataluña.
Durante la Guerra Civil, La Legión participó en 3.042 acciones de guerra, según expone la propia fuerza militar en su página web, en la que por sus acciones fueron concedidas 7 Cruces Laureadas de San Fernando colectivas, 17 Medallas Militares colectivas, 7 Cruces Laureadas de San Fernando individuales y 155 Medallas Militares individuales.
Acabada la contienda interna, vuelve a su base en el norte de África de la que no se movió hasta 1956, cuando es desplegada en el Sahara Occidental. Este territorio, que según la legalidad internacional está todavía bajo administración española, fue abandonado el 11 de enero de 1976, día en el que embarcaron en el puerto de Villa Cisneros los últimos legionarios.
La Guerra de Yugoslavia en 1992 fue el punto de inflexión para una nueva España democrática que se abría al mundo y cuya influencia se debía plasmar también a través de la denominada diplomacia de Defensa. El 14 de septiembre, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobó el envío de una misión humanitaria a Bosnia-Herzegovina. El 4 de noviembre, la Agrupación Táctica "Málaga" zarpaba hacia los Balcanes iniciando así la participación de La Legión en las misiones internacionales y de todas las Fuerzas Armadas españolas.
Desde ese momento, los legionarios han participado también en diferentes misiones en Albania (Operación Alba, OSCE), Kosovo (KFOR, OTAN), Macedonia (Operación Cosecha Esencial, OTAN), Irak (Operación I/F, Coalición Multinacional), Afganistán (ISAF, OTAN), República del Congo (Operación Echo-Charlie, Monuc), Líbano (Operación Libre Hidalgo, UNIFIL) y Mali (EUTM Mali, Unión Europea).