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El Partido Andalucista, entre la eutanasia o la lenta agonía

Mientras sus fundadores proponen la "muerte digna", los actuales dirigentes aspiran a una refundación desde la organización actual.

El andalucismo político, que quiso ser la canalización del esfuerzo por mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de una Andalucía castigada por un siglo de olvido y marginación por parte del Estado español, agoniza en la tierra que le vio nacer, víctima de sus errores, de sus aciertos y del expolio que la izquierda política -también la derecha andaluza aunque mucho más tardíamente-, hizo de sus símbolos, mensajes e imaginarios ideológicos.

Ahora, mientras sus fundadores proponen la eutanasia para que las siglas mueran con dignidad y haya libertad absoluta para la emergencia de una nueva organización andalucista sin ataduras, los actuales dirigentes aspiran a una refundación desde la organización actual, que podría no ser otra cosa que una larga y dolorosa agonía hasta el fatal desenlace.

Antequera, ciudad mágica para el andalucismo histórico, será en agosto la sede de una convención, que decidirá si prefiere la muerte digna propuesta por las grandes figuras del partido, desde Alejandro Rojas Marcos, su fundador e indiscutido líder histórico, a Diego de los Santos, Luis Uruñuela o Miguel Ángel Arredonda, o, si, por el contrario, acepta mantener la "continuidad administrativa" de la organización y de los grupos municipales aunque con la rémora de no no tener decidido si se presentaría o no a las elecciones por ahora.

Recuerda El Mundo que el pasado 4 de julio los "santones" históricos del Partido Andalucista, en su origen, Partido Socialista de Andalucía, firmaron un documento en el que pedían la disolución del partido por "dignidad"para dejar camino a un nuevo partido que retome la bandera del andalucismo sin "herederos" ni "padrinos". Dicho más claramente, no quieren que su historia y sus siglas sean utilizadas para impulsar un nuevo andalucismo no controlado ya por ellos.

Pero la actual dirección andalucista que lidera Antonio Jesús Ruiz quiere la refundación y la renovación. Y dice en una carta dirigida a los militantes: "Entendemos que debe morir lo viejo, su forma de hacer política, pero no la ideología, que está por encima de todo. Muere lo viejo para dar paso a un nuevo tiempo, y tiene que ser una renovación de verdad. Algo sin ataduras con el pasado, desvinculado de una etapa en la que se jugó un papel histórico, al igual que sus líderes. Que no sea continuidad de nada, sino el nacimiento de una nueva forma de hacer andalucismo político". Esto es, dar paso a un nuevo movimiento andalucista nucleado en torno a la estructura del Partido Ruiz acusa veladamente de rendición a la vieja oligarquía andalucista y trata de cerrar el paso a la eutanasia activa que proponen y del fin de su sillón de mando que proponen. En el congreso federal del próximo mes de septiembre, se decidirá todo, si sigue existiendo el PA y si continuará estando presente en elecciones donde apenas tiene ya relevancia, manteniendo sólo algunas alcaldías menores.

El PSOE, el gran beneficiario

La enorme maquinaria del PSOE andaluz y su hegemonía política a lo largo de más de treinta años tienen mucho que ver con la asunción directa y sin medias tintas de un ropaje nacionalista, al estilo de los nacionalismos catalán y vasco que dio paso a la erección de un régimen político peculiar, muy parecido al edificado por Pujol en Cataluña, tras haberse envuelto en la bandera catalana y haberse apropiado de los símbolos del catalanismo. En su trasfondo sociológico, PSOE entendió con claridad que en Andalucía un nacionalismo independentista y radical no tenía eco electoral y, por ello, trató de unir y lo consiguió exitosamente, andalucismo con Constitución y gobierno de España.

En Andalucía, el sagaz Rafael Escuredo, primer presidente de la Junta de Andalucía oficialmente constituida, usó todos los medios a su alcance para sustraer al partido de Rojas Marcos sus símbolos y sus causas. De hecho, tras una etapa en la que el Partido Socialista de Andalucía, competidor directo del PSOE por su orientación socialista, logró tener cinco diputados en el Parlamento español, fue víctima de la estrategia inmisericorde de un PSOE que lo acusó de pactos indignos con la UCD de Adolfo Suárez para aceptar una "autonomía" de segunda división. La bandera andalucista de la igualdad con Cataluña y el País Vasco le fue arrebatada al sanedrín de Rojas Marcos y, en pocos años, desde Blas Infante a la bandera andaluza inventada por él, pasando por el himno copiado de un himno religioso andaluz o incluso la ayuda económica a la familia del santón andalucista, fueron succionados por un PSOE que casi aniquiló políticamente a un andalucismo que tuvo que sufrir lo que llamaron "la travesía del desierto".

Izquierda Unida también apostó desde los tiempos de Julio Anguita y Luis Carlos Rejón por arrebatar en lo posible símbolos y mensajes al andalucismo, del que era competidor directo por la izquierda.

Las reyertas internas del andalucismo fueron numerosas y sangrientas. La creciente enemistad del núcleo originario liderado por Alejandro Rojas Marcos con el ahora encarcelado pero entonces "enorme" Pedro Pacheco, condujo a la escisión del partido y a una mayor debilidad.

Finalmente, aunque nunca recuperado ya del todo, el Partido Andalucista cayó en la tentación de apoyar al gobierno de Manuel Chaves en dos gobierno de coalición, operación que les llevó directamente a la agonía actual.

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