Felipe VI se muestra efusivo con Ada Colau e ignora a un malencarado Mas
"Respetar la ley no es una alternativa", dijo el monarca ante el presidente catalán.
Ambiente gélido en el último encuentro entre el Rey Felipe VI y el presidente de la Generalidad, Artur Mas. La entrega de despachos a los jueces de la última promoción de la Escuela Judicial fue el escenario donde "toparon" el monarca y el número cuatro de la candidatura separatista. El discurso del Rey fue una reiteración de sus argumentos en Bilbao. "Para las instituciones del Estado, el respeto a la ley no es una alternativa", dijo Felipe VI. Mensaje de fondo ante un malencarado Mas.
A diferencia de otras ocasiones, en esta no habido ningún gesto de acercamiento por parte del Rey. Nadie ha facilitado una fotografía de distensión. Mas estaba fuera de su elemento, claramente aislado, sin hablar con nadie ni en los prolegómenos de la entrega de diplomas ni al final del acto, celebrado en el Palacio de Congresos de Cataluña. Saludos protocolarios y frialdad extrema. Mas ha sobrepasado los límites.
El recibimiento fue "normal", sin las muestras y ostentaciones de buen rollo como la de la foto de la Seat en la que el Rey ejercía de chófer de Mas. Diferencias sustanciales en relación al pasado inmediato y un tono severo por parte del monarca, quien de manera casi ostentosa felicitó a Ada Colau por su elección como alcaldesa de Barcelona. Era la primera vez que coincidían en un acto y la alcaldesa, así como el propio Mas, Felipe VI, el ministro de Justicia Catalá y la delegada del Gobierno, Llanos de Luna, fueron los encargados de entregar los despachos a los nuevos jueces, los 35 últimos graduados en la Escuela Judicial. Es decir, un imputado como Mas y una alcaldesa que considera que si las leyes son injustas está eximida de su cumplimiento.
La presencia del Rey en Barcelona, tras la turbulenta visita de Mas a Zarzuela, tuvo como marco de referencia la detención de varios miembros del clan Sumarroca, una familia estrechamente vinculada a los Pujol. Este sábado se cumplirá un año de la "confesión" de Jordi Pujol. Doce meses después, CiU no existe, Convergència se presenta bajo el manto de ERC y con un grupo de "independientes" y el órdago separatista ha llegado hasta el punto de que el Rey ya no confía en que la situación catalana se pueda solventar a base de gestos, negociaciones y vistas gordas.
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