El Mundo dedica un amplio especial a los "piropos como agresión" en su suplemento de verano. Para ello, una periodista decide hacer la prueba en primera persona. También hay dos opiniones, una en contra y otra favor, de esta costumbre tan masculina.
La encargada de defender el 'no a los piropos' frente al sí es Teresa Rodríguez, la líder de Podemos en Andalucía. "Cumplí 14 años y, repentinamente, iguales y mayores me pasaban regularmente el test: eres guapa, estás buena, gruñidos, chasquidos y fonemas guturales. A veces pasaba de castaño a oscuro, de las palabras a los hechos. Un día me desperté en el autobús con un susto de muerte al ver cómo un señor sentado a mi lado se la tocaba abiertamente mientras me miraba las piernas", denuncia Rodríguez.
No obstante, cuenta que en la Universidad conoció a las feministas y, a partir de ahí, su vida fue mucho mejor. "Se disiparon miedos absurdos a andar de noche o al violador desconocido que espera en un portal. Lejos de la imagen de señoras enfadadas mil veces representada por la ideología dominante con su bálsamo de olvido, las feministas me hicieron más sabia y más feliz". Y entonces comenzó a "probar" sus "nuevos poderes".
Es por eso que desde esa tribuna envía un consejo a todas las mujeres: "Sal a la calle, levanta la cabeza, camina como quieras y si te encuentras un grupo de hombres ociosos en disposición de autoafirmarse, míralos de frente como diciendo 'dime algo si tienes cojones' (los piropeadores huelen el miedo). ¡Ah! y todo ello con una sonrisa; hasta contoneándote: '¡Hola, buenas tardes!'. No falla".
Concluye su artículo en El Mundo señalando: "Es como un sortilegio. Cuanto más feminista soy menos me piropean, más segura ando por la calle y más tiempo hace que ningún hombre me intimida. Y, es evidente, estoy más buena que nunca".