Los primeros días del mandato de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, llevan a la Guardia Urbana, la policía local, por el camino de la amargura. Una de sus primeras órdenes fue la de retirar a los agentes de paisano de la sección de estupefacientes de los recintos del festival musical Sónar, una instrucción a la que se dio bombo y platillo. La segunda, cancelar las horas extras de los agentes y eliminar las tareas de control de la venta ambulante de cualquier producto, a pesar de las alertas sanitarias producidas. Nada de eso es prioritario para el equipo municipal de Barcelona en Común, la marca de Podemos en la capital catalana, que considera que la venta de artículos falsos, bebidas sin licencia o el menudeo de hachís y otras drogas no son delitos sino que responden a "problemáticas sociales".
El barrio de la Barceloneta, cuyos vecinos se manifestaron el año pasado contra el turismo incívico, se ha convertido en el escenario de una nueva modalidad de oferta "hostelera". Los lateros, generalmente de nacionalidad paquistaní, han ampliado su repertorio y ofrecen a pie de playa y por las calles del barrio toda clase de combinados. Los mojitos hacen furor entre la parroquia extranjera. Se preparan en domicilios particulares, sin ninguna clase de control, y se sirven a cualquier hora y en cualquier esquina para solaz de los jóvenes turistas que inundan la zona.
Esos mojitos poco o nada tienen que ver con la receta original (ron, azúcar, lima, menta y agua mineral) según quienes los han probado. Pero los lateros no se ciñen sólo a este combinado.
La noche del pasado martes se celebró en Barcelona la verbena de San Juan y la Barceloneta se llenó de vendedores ambulantes que ofrecían como producto estrella una sucedáneo de piña colada con "malibú" y zumo de piña al que han bautizado como "Piña Colau" en honor a la manga ancha de la alcaldesa, según ha explicado el presidente del grupo del PP en Barcelona, Alberto Fernández.
El dirigente popular ha denunciado que las directrices de Ada Colau implican que Barcelona "baja la guardia en seguridad" y pueden degenerar en un "efecto llamada" para delincuentes. Los mandos de la Guardia Urbana se confiesan desconcertados. Las instrucciones, concretas y precisas, de dejar tranquilos a los manteros y a los lateros y eliminar las patrullas de paisano les ha descolocado por completo.
El monovolumen de la alcaldesa
Entre tanto, la alcaldesa demora nombramientos clave, pero aplica cambios de relieve en el día a día funcionarial. Decía que iba prescindir del coche oficial, pero se refería al Audi municipal de Trias. Colau ha alquilado un monovolumen de la Seat para transportar a todo su séquito más los dos agentes de la guardia urbana que le acompañan en todo momento.
A la alcaldesa le gusta viajar en compañía, con sus cargos de confianza y colegas, de ahí que haya optado por un Alhambra de siete plazas. Pero no uno cualquiera, sino uno con los cristales no tintados, lo que obligó a la Seat a remover Roma con Santiago para encontrar en Sevilla el preciso modelo que demandaba la señora alcalde. Detrás del familiar, otro vehículo de seguridad, bien un coche o bien una moto, sigue al automóvil VIP. En menos de quince días, Colau ha cambiado la fotografía del Metro por la de la caravana de la alcaldesa.