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Ciudadanos centralizará todos sus pactos

Rivera designa a un hombre de su confianza, José María Espejo, para controlar a las agrupaciones regionales y locales.

Si hay algo que pueda preocupar más a Ciudadanos que la elaboración de las listas a las elecciones municipales y autonómicas -particularmente las primeras, donde tres listas y varios candidatos fueron retirados en plena campaña- es sin duda que no haya unas directrices claras y únicas en toda España a la hora de establecer pactos de Gobierno. Pactos y no coaliciones, pues la política del partido liderado por Albert Rivera sigue siendo tajante: no se pactará ni por consejerías, ni por concejalías ni por vicepresidencias.

Por ello a partir de este martes el Comité Nacional de Pactos fijará unos criterios lo más objetivos posibles, que le servirán al propio órgano para evaluar las propuestas de acuerdos que eleve cada división regional o local del partido en disposición de formar mayorías. Será obligatorio pasar por ese filtro, como ha explicado el propio Rivera en Madrid, después de la primera reunión de la Ejecutiva tras los resultados del domingo, que otorgan a las siglas naranjas la llave de los gobiernos de hasta cuatro autonomías y bastantes municipios, incluidas capitales de provincia.

El diputado en el Parlamento de Cataluña, José María Espejo, será el encargado de dirigirlo. Se trata de una de las personas que más tiempo lleva trabajando con Rivera y que es de su máxima confianza. No en vano, ambos tienen biografías paralelas, pues se conocieron cuando preparaban las oposiciones internas de La Caixa, que los dos concluyeron con éxito. Espejo fue el hombre designado por Ciudadanos para el grupo de trabajo conjunto que llegó a crearse en otoño con UPyD para explorar la posibilidad de acuerdos, en el que el representante magenta fue Andrés Herzog.

Además del consabido decálogo anticorrupción, ese con el que se empezó a negociar con el PSOE en Andalucía y que incluye medidas como la responsabilidad civil subsidiaria de los partidos por casos de corrupción o la pretensión de que se obligue por Ley a realizar primarias, el Comité evaluará si las propuestas de acuerdo se ajustan a tres grandes ejes descritos por Rivera, como son la regeneración municipal, el modelo económico y productivo y el modelo social.

Preguntados por si la política refractaría a entrar en gobiernos pudiese incluir en cambio negociar otra clase de contrapartidas como, por ejemplo, la presidencia de un parlamento autonómico, la moneda con la que el PSE en 2009 compensó el apoyo del PP en el Parlamento Vasco, los dirigentes de Ciudadanos lo rechazan. Sin que ello signifique, aclaran, renunciar a los puestos en los órganos de las asambleas que legítimamente le correspondan por su peso, como ha ocurrido en la cámara andaluza, donde se sienta uno de sus representantes.

Rivera apuesta así por una visión del partido cada vez más unitaria, que huye de modelos que en su tierra, Cataluña, se conocen bien, como el del PSC, formación con sus propios estatutos al margen del PSOE. Desde la noche electoral, insiste una y otra vez en la virtud de haber concurrido con sus propias siglas a las municipales, sin acuerdos con partidos regionalistas, como hizo en el origen de la expansión nacional del partido, mereciendo por ello muchas críticas de UPyD, que lo esgrimió como una de las razones para no llegar a una entente. Ahora es Rivera el que, veladamente, critica ese modelo de alianzas en el terreno más pequeño que ejemplifican las plataformas electorales a las que ha dado su apoyo Podemos, como las exitosas Ahora Madrid o Barcelona en Comú.

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