Hoy, en la recepción que ofrece todos los años el Ayuntamiento de Madrid con motivo del dia de San Isidro, todas las miradas estaban puestas en los candidatos a las próximas elecciones municipales y autonómicas, en los presentes y también en los ausentes (Esperanza Aguirre). Son ellos los que protagonizan esta transición hasta que las urnas diriman el próximo dia 24 la corporación que debe regir los destinos de la capital los próximos cuatro años.
Allí estaban la cabeza de lista de Ahora Madrid, Manuela Carmena, aprovechando la ocasión, otra vez, para atacar a Libertad Digital y Es radio por las informaciones publicadas sobre las irregularidades cometidas por su marido y supuestamente amparadas por ella. También la candidata de Ciudadanos, Begoña Villacís, que según todas las encuestas, tendrá un papel fundamental a la hora de formar gobierno, y David Ortega, de UPyD, que según los mismos sondeos se quedaría sin representación en el Ayuntamiento. Faltaban las candidatas de Izquierda Unida, Raquel López y la más sonada ausencia, la de Esperanza Aguirre, a la que los citados estudios demóscopicos otrogan la victoria de forma clara pero sin mayoría absoluta.
Todos ellos son ahora los protagonistas mientras que la anfitriona del acto de hoy, la actual alcaldesa se va sin hacer ruido. No sé, porque no tengo una bola de cristal, si alguno de los mencionados anteriormente serán mejores o peores alcaldes que Ana Botella. Podrán ser más simpáticos, tener más don de gentes, mayor facilidad de palabra e incluso un acento inglés mucho más académico. Pero que quieren que les diga, me conformaría con que cualquiera de ellos fuera al menos tan responsable como lo ha sido ella a la hora de gestionar el dinero de todos los madrileños. Porque recuerden que aunque ha cometido sus errores -quién no los comete-, aunque quizás no ha sido la más simpática ni la que ha tenido el mayor carisma o la que mejor habla inglés, nadie le puede negar que ha gestionado honrada y responsablemente los recursos públicos. Y eso, con los tiempos que corren, es mucho señora Botella.