
"Para los jueces el valor de la independencia es esencial en el ejercicio de la profesión". Estas palabras las pronunció el pasado mes de marzo el juez Pablo Ruz en la Universidad de Comillas ante un nutrido grupo de alumnos que cursan másteres de Derecho en la prestigiosa universidad madrileña.
Una independencia que a este joven juez le ha traído más de un quebradero de cabeza en los últimos años y le ha obligado a adoptar las decisiones más trascendentes de su carrera judicial en solitario.
Dentro de ocho días, Ruz abandonará el Juzgado Central de Instrucción Número 5 de la Audiencia Nacional después de que el Boletín Oficial del Estado (BOE) haya publicado este viernes el desembarco del magistrado José de la Mata en dicho juzgado.
Allí ha pasado los últimos cuatro años de su vida instruyendo algunas de las principales causas judiciales del país: la trama Gürtel, el chivatazo a ETA, el caso Bárcenas, los negocios de Jordi Pujol Ferrusola, Fórum, SGAE, Pescanova, Nueva Rumasa, Neymar y un largo etcétera de procedimientos que poco a poco este minucioso magistrado ha ido sacando hacia delante con tesón y cientos de horas en su despacho estudiando los casos sin mirar el reloj.
Quienes le conocen resaltan su gran capacidad de trabajo y su carácter sosegado, donde rara vez se le escuchará pronunciar una palabra más alta que otra por muy enfadado que esté. Este madrileño, casado, padre de familia numerosa -cuatro hijos varones y una niña que viene en camino- ha dirigido el juzgado más mediático de España consiguiendo disminuir el número de asuntos pendientes que dejó su antecesor, el exjuez Baltasar Garzón.
Su paso por la Audiencia Nacional lo considera una experiencia positiva, según cuenta a sus allegados, aunque Ruz siempre supo que era un viaje con billete de vuelta ya que él nunca ha sido el titular del juzgado con mayor imán para atraer a las causas 'estrella' de la Audiencia.
Pese a que ha conseguido hacerse con el respeto de sus compañeros de la calle Génova y Prim -a golpe de autos y providencias impecables- lo cierto es que estos años en el Juzgado Número 5 no han sido siempre un camino de rosas.
Uno de los momentos más duros en la Audiencia se produjo cuando el pleno de la Sala de lo Penal -presidido entonces por el magistrado Javier Gómez Bermúdez- revocó en 2011 por unanimidad el procesamiento de los policías acusados de dar el chivatazo a ETA, entre los que entonces se encontraba el exdirector general de la Policía Víctor García Hidalgo, mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba. En aquellos momentos, este juez tímido -y un gran desconocido para muchos- quitó el sueño a más de un alto cargo del PSOE y miembro del Gobierno socialista con su ímpetu al reactivar una investigación que Garzón mantuvo durante años 'olvidada' en un cajón.
Lo cierto es que Ruz supo encajar el golpe de sus compañeros con deportividad y siguió investigando hasta convencer a la Sala de que había sólidos indicios de que los agentes Pamies y Ballesteros -dejando fuera a Hidalgo- dieron el soplo a la red de extorsión de la banda terrorista.
Posteriormente, la Audiencia Nacional condenó a ambos por un delito de revelación de secretos y el Tribunal Supremo confirmó esa sentencia dando a entender que se habría cometido colaboración con banda armada tal y como sostuvo el joven instructor desde un primer momento.
Su enfrentamiento con Gómez Bermúdez
En aquella maniobra contra Ruz tuvo gran peso Gómez Bermúdez; magistrado al que casualidades de la vida le tocó enfrentarse dos años más tarde por la instrucción del caso Bárcenas o mejor dicho, la caja B del PP.
El presidente del tribunal que juzgó el 11-M quería dirigir esta causa de gran trascendencia social pero, en esta ocasión, sería la Sala quien daría la razón al joven juez, señalándolo como el magistrado competente para investigar la contabilidad B de los populares. Y así lo hizo. Dos años de investigación judicial que ha concluido tras practicar centenares de diligencias antes de abandonar la Audiencia con dos extesoreros el PP en el banquillo de los acusados, Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta.
No obstante, igual que ha tenido detractores, Ruz ha contado también con admiradores a su paso por la Audiencia. Abogados, jueces, fiscales, funcionarios (y periodistas) que han sabido apreciar el ingente trabajo que ha realizado este juez "hormiguita". Sin ir más lejos, hace dos semanas el expresidente de la Audiencia Nacional y actual vicepresidente del Supremo, Ángel Juanes, dijo de él que es "uno de los mejores jueces" que ha conocido.
Discreto hasta sus últimos días de trabajo en la Audiencia, donde rehusaba a decir abiertamente si iba a solicitar o no una prórroga al Consejo General del Poder Judicial sabedor de la expectación que despiertan sus pasos, Ruz ha dado en los últimos meses un acelerón a las causas que instruye para irse a su nuevo juzgado con los deberes hechos.
En dos semanas aterrizará en el Juzgado de Instrucción Número 4 de Móstoles donde es titular de la plaza y donde le esperan centenares de legajos y el aparato del aire acondicionado estropeado. Un detalle que hará a este juez flaco y friolero recibir rápidamente el calor de su nuevo equipo de funcionarios.