El papelón de Teresa Rodríguez, la candidata de Podemos, prefiriendo asistir en Jaén a un acto interno de su partido a sentarse entre los invitados de Canal Sur TV, fue la noticia más importante de este espectáculo aunque el único participante que afeó tal comportamiento fue el andalucista Antonio Jesús Ruiz. De hecho, el formato imposible de un "debate" a siete -para que se hagan una idea, una pista de tenis con siete jugadores, el árbitro recordando el tiempo y las bolas volando de un lado a otro sucesivamente -, impidió que realmente las distintas formaciones políticas expusieran siquiera algo coherente sobre sus proyectos.
De todos modos, a la usanza impresionista, podemos decir que perdieron en general los partidos minoritarios, que no pudieron explicarse, y los mayoritarios quedaron como estaban. Entre los minoritarios brilló especialmente el representante de UPyD, Martín de la Herrán, que elevó el tono de su voz, habló con claridad y desparpajo e incluso aprovechó un turno - ¡de 60 segundos con un cronómetro visible cuenta atrás hasta llegar a cero, momento en que la guadaña del presentador guillotinaba la palabra a quien fuera! -para apuntarse un sobresaliente en transparencia suspendiendo a PP y PSOE cartelitos en mano.
Juan Marín, el representante de Ciudadanos, en otro formato, hubiera sido de interés por sus propuestas y argumentos, pero su tono bajo y su formalismo impidió la atención suficiente. Del Partido Andalucista, decir sólo que pegó a diestra y siniestra, aunque más a la siniestra que es donde se juegan sus escasos votos.
Merece un punto y aparte el representante de Podemos, sin cargo en su partido, que ofreció a ramalazos la visión totalitaria que impregna a su formación. Le oímos decir que eso del Parlamento no era participación suficiente, que estaban la calle y otras presiones, que iban a tomar el mando de la economía, que proponían la gestión "directa" de la sanidad (?), que iban a desobedecer al Estado y a paralizar los desahucios de forma inmediata. Ea.
Los tres partidos mayoritarios estuvieron más atentos a zurrarse entre sí, pero el que salió peor parado de todos fue el PSOE, Mario Jiménez, su portavoz parlamentario, además de soportar las criticas del PP tuvo que tragar las de los cuatro formaciones menores, que fueron muchas, algunas contundentes. El más suave de todos, fíjense, fue Podemos. Los más duros, UPyD y los andalucistas.
Carlos Rojas, portavoz del PP en la Cámara andaluza, expuso sus argumentos de forma tímida (no mencionó a Zapatero ni una vez, ni el éxito popular con el empleo cada vez que el PSOE deja a España con récord de paro) y sólo se cabreó alguna vez con IU, por una mentirijilla sobre la Cámara de Cuentas y con Mario Jiménez, que le preguntaba una y otra vez si Andalucía podría soportar a José Ignacio Wert como consejero de Educación. Maíllo no estuvo tan emparedado como en el debate a tres y pidió la reforma del artículo 135 de la Constitución, el que define que los gastos no pueden ser superiores a los ingresos para ya se sabe qué, y la banca pública y la economía social.
Mario Jiménez, del PSOE, explicó que todo lo bueno de Andalucía es obra de Susana Diaz y que la corrupción, el desempleo, la crisis y todo lo demás, es algo que ocurre en España, en toda España. Los recortes -algo que sublevó a todos -, son de Rajoy no de Susana Díaz y sacó lo de la Oficina contra el Fraude, provocando la reacción desenfadada de UPyD, que ofreció sus ocho sedes para albergarla además de llamarla cachondeo. Además, cada vez que hablaba los minoritarios corroboraban la visión crítica del PP frente al panegírico socialista. O sea.
Y en eso, se acabó el agónico tiempo y comprobamos que el formato es imposible.