Fin del culebrón. Todos los miembros de la familia Pujol han pasado por la comisión de investigación parlamentaria que lleva su apellido. Y al final uno, sólo uno, se ha declarado rico. Y sólo una, Mireia, se ha negado a hablar y declarar. Josep Pujol Ferrusola, 51 años, residente en Miami, ejecutivo de Indra y consultor de utilities, lo ha dicho alto y claro: "Yo soy rico. Ya sé que suena fatal".
Josep incrementó su fortuna tras un periplo como experto financiero en fusiones por Nueva York y gracias a la creación de una empresa de consultoría llamada Europraxis, que colocó junto a sus socios en Indra. La Generalidad comenzó a contratar a Indra y Josep se convirtió en un directivo para la expansión en Europa del Este e Hispanoamérica. Hasta hoy. Es el único miembro de la familia que no está imputado. Dice tener todos los papeles en regla. Lo declara por videoconferencia desde los Estados Unidos. Él hizo lo que hizo con el legado oculto, pero Hacienda ya le buscó las vueltas, dice. Respondió en español al diputado de Ciudadanos Carrizosa, que ha empleado ese idioma con todos los Pujol. Josep, hombre de mundo, un "tío rico", como él mismo se llegó a definir, y todo eso sin utilizar sus apellidos, ni el Pujol ni el Ferrusola. Una losa, oiga.
Además, el más simpático de todos los chicos Pujol. De entrada se refirió al compañero David Fernández, diputado antisistema presidente de la comisión, como Fernández Ramos, en plan de "coña". Suelto y relajado, Josep Pujol responde al tipo del Pujol gesticulante y pedagógico, con don de gentes, un vendedor. Como está en regla con Hacienda, sostiene, lo del legado era cosa de su hermano Jordi. ¿Cómo gestionó su parte? "Total confianza, Jordi, lo que tú me digas ya me va bien". Esa es la versión de todos los hermanos. ¿Dinero en el extranjero? Pues sí, claro. Gran sorpresa. Tras declararse rico, admite que a lo mejor tiene "algún fondo no domiciliado en algún lugar que no sería España ni Cataluña (sic)". Pero todo declarado, todo legal. Además vive en los Estados Unidos y hay que pagar el alquiler.
La familia y el amor
Lo más sustantivo de su deposición, la defensa de la familia. La "persecución" les ha unido y él se ha dado cuenta de que sus hermanos se quieren, que sus padres los quieren y se quieren, que son una piña. "He descubierto el amor en mi familia -asegura el tercer PF-; oigo hablar a mi padre de gente que nos niega y no hay odio, representan su papel, nos dice". Es la alusión al abandono de Convergència, al "cordón sanitario", a pesar de que la diputada convergente Meritxell Borrás insiste en llamar a su padre president Pujol y dar por buenas las extravagantes explicaciones sobre la fortuna, sobre las relaciones mercantiles de los Pujol con la Generalidad, sobre las dificultades de una familia con aires de grandeza e ínfulas de víctima.
Si hubiera sido por Josep, su padre no habría confesado, confiesa al final de su comparecencia. "Todos conocemos al president, al hombre y al político. Es más tozudo que una mula cuando quiere y entendió que tenía una responsabilidad, aunque fuera remota".
Josep deletrea a la inglesa MBA y se maneja con soltura en el idioma universal. "Mi familia no es una mafía, aquí cada uno ha ido por libre, ok?" ¿Y el abuelo Florenci? El abuelo era un hombre rico. Oleguer, Pujol Ferrusola del 72, también habla un inglés nivel nativo, en su caso de Londres. De los años en los que trabajó para Morgan Stanley y adquirió la experiencia necesaria para gestionar activos inmobiliarios como los del grupo Prisa. Sostiene que no tiene tres mil millones, si acaso unos treinta. Barba y jersey azul de pico.
Oleguer, el "hipster"
Estilo "hipster". Nunca contrató con la Generalidad, siempre trabajó fuera de Cataluña y lo del legado era cosa de su hermano JPF. Sobre la confesión: "Probablemente mi padre debería haber renunciado al legado".
Su hermana Mireia, que estudió periodismo, fue bailarina y vendió su empresa de masajes quiroprácticos, es la única que se ciñe al guión de los abogados de la familia. No habla, no replica, no contesta y sólo pierde los papeles con Carrizosa. "No me pregunte por cosas que ya se han dicho aquí, que no son mías", le espeta al representante de Ciudadanos. La mirada es fría y cortante.
Fernández, con una camiseta del Barça
El presidente de la comisión, David Fernández, se volvió a delatar en su afán de proteger a los Pujol y tornó a dar la nota indumentaria. Llevaba un jersey de punto grueso que se quitó para mostrar una camiseta oscura con una reinterpretación del escudo del F. C. Barcelona en llamas.
La próxima intervención de un Pujol está prevista en sede judicial el próximo 26 de marzo, en el juzgado número 31 de Barcelona. Jordi Pujol Ferrusola, en calidad de imputado administrador del "legado", es el citado. Este fin de semana se ha dejado ver por la Cerdaña al volante de un flamante Lamborghini.