Jordi Pujol i Soley, el padre político de Artur Mas, había pactado con Cristóbal Martel, el principal abogado del clan familiar catalán, que se limitaría a leer una declaración en su comparecencia ante la comisión que se conoce por su apellido. Después se acogería a su derecho a no responder a las preguntas de los diputados. Así lo dijo de entrada el propio Pujol, quien pidió disculpas por la "crispación" que marcó su anterior visita a la cámara regional. Acto seguido, se remitió a su declaración ante la juez, difundida en su integridad en todos los medios, y deslizó la acusación de que en su contra existían "pruebas falsificadas de arriba a abajo".
A pesar del anuncio inicial, Pujol no pudo mantenerse en silencio durante mucho tiempo e intentó aprovechar la inconcreción de algunas preguntas para descalificar a la comisión parlamentaria y a los diputados. Fue la diputada de las Candidaturas de Unidad Popular (CUP) Isabel Vallet quien dio pie a que Pujol luciera toda su capacidad de esgrima dialéctica. En su turno, esta diputada encadenó tres preguntas sobre el origen de la fortuna de los Pujol que comenzaban por "dicen" y Pujol la interrumpió para elevar el tono, y entre excitado y satisfecho afirmar: "Dicen, dicen, dicen. ¿Pero qué valor tiene eso que dicen? ¿Dónde están las pruebas? Dicen, dicen, dicen... ¿Pues saben qué? Vayan diciendo, diciendo, diciendo porque yo ya no les contestaré más".
Hasta ese momento, Pujol había logrado colocar en varias ocasiones que no tenía cuentas en el extranjero, la teoría de las pruebas falsas. Ante las preguntas más orientadas de Iniciativa, Ciudadanos o el PP, el expresidente de la Generalidad hacía gala de su "cortesía" y respondía con el remite de su declaración ante la juez o con estrambotes tales como "he procurado ser estricto en todas mis liquidaciones de Hacienda". Esa fue la respuesta al diputado de C's Carlos Carrizosa, que le inquirió sobre el registro de una casa herederada en Premià. A Santi Rodríguez, del PP, le insistió en varias ocasiones con que no tenía cuentas en el extranjero y que ya había aclarado todo lo que debía aclarar. Y al portavoz de IC, Marc Vidal, no supo qué decirle cuando destacó que su hijo, Jordi Pujol i Ferrusola, se hizo cargo de la fortuna oculta desde 1990, en pleno apogeo del pujolismo. Con Oriol Amorós zanjó el debate al afirmar que "su intervención es falsa e injuriosa".
La cuerda se rompió por el extremo de las CUP, cuyo principal dirigente, David Fernàndez, preside la comisión. Se presentó con una camiseta blanca en homenaje a Salvador Allende y en todo momento se mostró obsequioso con Pujol, hasta el punto de que se dedicó a activar el micrófono de Pujol cada vez que éste comenzaba sus "respuestas". En un breve intercambio de palabras con Pujol, Fernàndez se sonrojó cuando el expresidente autonómico se dirigió a él como "presidente" de la comisión. La actitud protectora de Fernàndez no fue óbice para que Pujol volviera a perder los papeles, precisamente a cuenta de la diputada más joven de la comisión, la que propició el titular "dicen, dicen, dicen" con el que Pujol pretendió zanjar cualquier responsabilidad personal, penal y política en el caso de la ocultación al fisco de su fortuna. Sigue sin saberse el verdadero origen y la explicación de la "deixa" (una "engrega") que Pujol atribuye a las actividades en el mercado de divisas de su padre. Carrizosa, tras constatar la actitud y el tono de Pujol, resumió: "Estamos asistiendo al derrumbe de una época".