La Jefatura Superior de Policía de Madrid ha detenido a seis personas acusadas de integrar dos bandas de ciudadanos rumanos dedicados a la prostitución que se encontraban inmersas en una disputa por hacerse con el vació dejado por el también rumano Ioan Clamparu, alias Cabeza de Cerdo, condenado en 2012 a 30 años de prisión por obligar a prostituirse a cinco mujeres, una de ellas menor de edad, y por un delito de aborto.
Según han informado a Europa Press fuentes de la investigación, la denominada Operación Juguete se ha saldado con seis personas detenidas integrantes de dos clanes enfrentados. La investigación se desencadenó después de un hecho fortuito que tuvo lugar a principios de noviembre en el municipio madrileño de Parla.
Perdió una pierna y un testículo
Fue la noche del 6 al 7 de noviembre cuando a un ciudadano de nacionalidad rumana le explotó un artefacto explosivo que portaba en su coche. A consecuencia de la deflagración accidental, el hombre perdió una pierna y un testículo, según las mismas fuentes consultadas. Por ello tuvo que ser ingresado de urgencia en el hospital.
Al comprobar la Policía su identidad, la Policía detectó que esta persona estaba buscada por varias causas. Ahí comenzó una investigación que fue asumida por la Brigada Provincial de Información y la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Madrid.
Tras el incidente de con el artefacto explosivo los investigadores procedieron a la detención de dos personas. La segunda fase de la operación Juguete se ejecutó la semana pasada con la detención de otras cuatro personas y además se llevaron a cabo varios registros.
El mayor proxeneta de Europa
Los investigadores creen que el enfrentamiento entre estos dos grupos tenía por objeto hacerse con el control del negocio de trata de blancas, sin un dominio claro desde la detención y posterior condena impuesta a Cabeza de Cerdo, quien llegó a ser considerado como el mayor proxeneta de Europa.
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid le impuso 30 años de cárcel. Consideró probado que Cabeza de Cerdo lideraba una banda que convencía a las mujeres con ofertas de trabajo en la hostelería o en el servicio doméstico y una vez en España, se les comunicaba que habían contraído "una importante deuda", y que para saldarla debían ejercer la prostitución, entregando todo el dinero recibido "hasta saldarla". Para doblegar su voluntad, las mujeres eran víctimas de "amenazas y agresiones físicas".
Según el relato de una de las cuatro testigo protegidas que han declarado en el juicio, el propio Ioan Clamparu se desplazó a uno de los pisos de la organización, localizado en Carabanchel, donde, en presencia de varias chicas, les dijo que "no quería tener problemas con ellas", ya que, de lo contrario, "les pasaría como a otras dos chicas a las que había matado y descuartizado".