Los plazos marcados por el presidente de la Generalidad, Artur Mas, y el líder de ERC, Oriol Junquras, no se podrán cumplir. La unidad exhibida por ambos tras la reunión en la que el primero anunció las elecciones autonómicas para el 27 de septiembre es pura fachada, una maniobra para que las bases separatistas renueven su confianza en la independencia. El consenso no existe por ningún lado y sólo las interpretaciones mediáticas de parte insisten en la coordinación de estrategias entre Convergència y ERC, en que se sacarán adelante los presupuestos y que la "hoja de ruta" está muy avanzada.
Nada de eso es cierto, según una información publicada este viernes por La Vanguardia y que relata la última reunión de los variados actores que negocian los 23 pasos hacia la independencia. 23, más o menos, porque las sesiones de deliberación han acabado a garrotazos, hasta el punto de que Carme Forcadell, la incansable e inevitable coordinadora de los "trabajos" cerró el último encuentro entre los delegados de cada partido con una frase tan coloquial como lapidaria: "Això és can pixa!" -- así escrito, según el catalán normativo. Si bien en La Vanguardia lo traducen por un más digerible "¡Esto es un cachondeo!", lo literal es "¡Esto es un meadero!".
La presidenta de la ANC no suele andarse por las ramas y ya desconfía de lo que sus propios ojos contemplaron el jueves 15 de enero, cuando Mas y Junqueras alcanzaron en su presencia, un pacto no escrito sobre el adelanto electoral y los pasos a seguir para la proclamación de la independencia.
Impulsora y "dinamizadora" del diseño de la república catalana, Forcadell está desolada. Sólo un día después de la teórica recuperación del consenso, el pasado viernes, los "fontaneros" encargados de cerrar la "hoja" se dedicaron a tirarse los trastos a la cabeza y decirse lo que al parecer no se habían dicho sus jefes (Mas y Junqueras) en su "histórica cumbre" de 24 horas antes.
En la cita, Iniciativa per Catalunya se bajó del tren de la independencia porque consideran que se está construyendo un país de derechas. Las CUP de David Fernàndez y Quim Arrufat reprocharon a los de ERC y CDC que se les había ninguneado (tomado por el pito del sereno, según la versión del diario de Godó) mientras estos se cruzaban reproches y hasta insultos por las filtraciones del "documento" de trabajo. La propia Vanguardia fue la que publicó un extenso reportaje en el que se definían algunos de los pasos a dar, como la construcción de la Hacienda, la Seguridad Social y hasta la Junta Electoral propias, así como un calendario posterior al 27-S con una, dos y hasta tres votaciones más para ratificar la independencia y aprobar una constitución catalana.
En principio, todo estaba ya muy avanzado. Ahora, en cambio, se reconoce que no hay una hoja de ruta sino un mínimo de 18, que los documentos circulan de mano en mano sin ninguna clase de reserva y que Convergència y ERC están más enfrentados que nunca, que el pacto entre Mas y Junqueras es una maniobra táctica para no exhibir las fracturas y que, dadas las circunstancias, más vale suspender el diseño de la república hasta mediados de febrero, cuando se cree que los ánimos estarán más calmados.
La conclusión es que la "hoja de ruta del proceso soberanista catalán" está en vía muerta, en la nevera, según los optimistas, y en el congelador según el resto.