Las sucesivas grietas aparecidas en la relación PSOE-IU en Andalucía han hecho resucitar la cuestión del adelanto electoral. En los últimos días, se han producido enfrentamientos en el gobierno de coalición andaluz en relación con la gestión de la Mezquita de Córdoba y con el viaje al Sahara del vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, de IU, viaje desautorizado por la propia Susana Díaz. Y colea el grave asunto del referéndum a convocar por IU para decidir si se sigue adelante con la coalición. Pero, como subraya hoy el grupo Joly, la presidenta andaluza tiene alrededor de dos semanas para convocarlas si se decanta por unas elecciones anticipadas. Si no lo hace ahora, ya no podrá hacerlo hasta 2016, bien haciéndolas coincidir con las elecciones generales o bien en su tiempo regular, que es marzo de 2016.
Dado que entre unas elecciones y otras hay que respetar el período de dos meses, las cuentas dan dicho resultado. Las municipales se celebran el 24 de mayo de 2015 por lo que unas hipotéticas elecciones andaluzas tendrían que celebrarse al menos dos meses antes, esto es, el domingo 22 de marzo como muy tarde y como dichas elecciones deberían ser convocadas casi dos meses antes debido a las prescripciones de la Ley Electoral, Susana Díaz sólo dispone de unas dos semanas para tomar la decisión. Además, la ley electoral andaluza no permite celebrar elecciones entre los días 1 de julio a 31 de agosto, por lo que ya sólo tendría septiembre como referencia. En esa fecha, sólo tendrá dos opciones: hacerlas coincidir con las que convoque Mariano Rajo a finales de 2015 o convocarlas por separado en la fecha prevista, marzo de 2016.
El problema no lo tiene sólo Susana Dïaz, con la presión constante de IU, sino la propia IU que está siendo fuertemente asediada por Podemos, que arranca votos tanto al PSOE como a IU, e incluso amenaza con hacer de la formación comunista tradicional una fuerza extraparlamentaria con menos del cinco por ciento de los votos. La cuestión para el PSOE es si convocar anticipadamente para evitar la consolidación de Podemos y los vaivenes de Izquierda Unida. Para IU, se trata de decidir si será mejor resistir a Podemos desde el gobierno o desde fuera del mismo.
El tema del viaje al Sahara del vicepresidente de la Junta, que sería coherente con la defensa de los saharauis que desde siempre encabezo el comunismo español, debilitaría la figura de Susana Díaz, partidaria de mantener las buenas relaciones con el vecino marroquí, aún más en estos tiempos de terrorismo yidahista. Mohamed VI recibió a Susana Díaz en 2014, algo que no hacía con un presidente de la Junta desde 1999.
El asunto de la Mezquita, tal vez de apariencia menor, ha supuesto la desautorización pública del consejero de Comercio y Turismo por parte de la propia Susana Díaz, que se dice partidaria de la gestión de la Iglesia aunque con algún límite que cita expresamente: la Iglesia no puede eliminar el nombre de Mezquita en la propaganda turística oficial.
Mucho más grave es sostener un gobierno de coalición con la amenaza permanente de un referéndum general a los militantes de una IU dividida hace tiempo entre los comunistas de toda la vida como Diego Valderas y el nuevo comunismo estilo Podemos de Antonio Maíllo, actual coordinador de IU y Alberto Garzón, candidato a la dirección de IU a escala nacional.
Los tres escenarios que debe contemplar Susana Díaz son:
a) Permitir la entrada en el gobierno de los "nuevos comunistas" como Antonio Maíllo, algo ya insinuado por él mismo, y pacificar las relaciones hasta los presupuestos para 2016.
b) Echar del gobierno a IU y sostenerse en el gobierno con el apoyo tácito del PP, algo que el PP no ha descartado.
c) Convocar elecciones anticipadas antes de que acabe el mes de enero.