Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural, ha insistido este martes, en un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum, en Madrid, en que el sucedáneo de referéndum que se celebró en Cataluña el 9 de noviembre fue "un éxito" porque, entre otras razones, "más de dos millones" de catalanes votaron de "manera impecable", y porque hubo "complicidad" entre los ciudadanos y los "representantes políticos". Presa de su euforia, la profesora emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona ha dicho que "hay 7,5 millones de catalanes que quieren que Cataluña sea un país normal", y porque el acto solo ha durado hora y media, que si no se marca una sardana.
Presentada por el catedrático de Economía de la Universidad Carlos III Javier Ruiz-Castillo -quien ha dicho que el 9N fue "una fiesta de la democracia" en la que se produjo el "triunfo del civismo"-, Casals ha definido a Òmnium como una entidad que trabaja "para la independencia de nuestro país" -Cataluña, se entiende-. Un país, según se desprende de las palabras de la líder nacionalista, cursi, no apto para diabéticos, que, "más que manifestaciones", hace "coreografías", que pelea por 'su' causa' "con una sonrisa ilusionada" y practica "la revolución de la sonrisa".
Arropada por los diputados Joan Tardà, Alfred Bosch -ERC- y Rafael Larreina -Amaiur-, Casals ha declarado que, en el 9N, "en Cataluña no mandaba nadie más que nuestro gobierno, éramos soberanos. Así nos sentimos", y ha felicitado a los catalanes que no quisieron ir a votar por ponérselo fácil, ya "que se quedaron tranquilamente en casa sin ofender a nadie ni dificultar la actuación cívica". Y continuaba con su retórica yuppie: "Pienso en las personas mayores que votaban recordando un pasado de esperanzas frustradas, en los que hacían que un niño cogiera la papeleta, en los inmigrantes que votaban en un gesto de voluntad de incorporación al que ha de ser su país".
A diferencia de en 2007, cuando Òmnium promovió un boicot contra todos los productos que no etiquetaran en catalán, ahora, su presidenta desea que Cataluña sea "un buen vecino de España", ya que nos "unen lazos de todo tipo: familiares, económicos, comerciales, culturales". Y, de nuevo, más égloga: "Queremos un mapa de Europa con un color más: el color catalán".
El discurso se alargaba, los periodistas suspiraban y, el moderador del acto, Fernando G. Urbaneja, pedía a la ponente concisión en el turno de preguntas. Ahí, Muriel Casals se refería al viaje que hará Mariano Rajoy el próximo 29 de noviembre a Cataluña, deseando que el presidente del Gobierno "haga lo posible" para que los catalanes tengan "un referéndum de verdad", y les convenza, como los políticos ingleses a los escoceses, de la no-ruptura. También se refería a la querella del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce: "El criterio de los fiscales catalanes hay que interpretarlo como que forman parte de esa mayoría de catalanes que ven las cosas desde un punto de vista distinto al de España".
Finalmente, Casals declaraba que España "no es un país plural" y que, en el fondo, piden la independencia porque el Tribunal Constitucional considera un derecho y un deber que los niños catalanes aprendan castellano, y solo un derecho que aprendan catalán.
Torres-Dulce, el "mamporrero del PP"
Al acabar el acto, en los pasillos del Ritz, Joan Tardà se refería al citado viaje de Rajoy a Cataluña, y esperaba que el líder del Ejecutivo tenga la "honradez intelectual" de reconocer que hay "una mayoría catalana que quiere expresar y ejercer el derecho a decidir". "Creo que Rajoy está empantanado", añadía".
Por su parte, Alfred Bosch hablaba de Eduardo Torres-Dulce: "La pregunta que nos hacemos es si el fiscal general del Estado se va a convertir en el mamporrero del PP. Colaborar y facilitar una votación no es ningún crimen".