El jefe de prensa de Artur Mas, Joan Maria Piqué, es, en realidad, su chico de los recados, el secretario personal, mayordomo y hombre para todo, desde ir a la farmacia a impedir físicamente incluso que los periodistas se acerquen a Mas. Exempleado de La Gaceta de los Negocios en los años noventa, pasó a formar parte del equipo del líder nacionalista a mediados de la pasada década, cuando Convergència se encontraba en plena travesía del desierto.
Desde el primer momento Piqué quedó al margen de los órganos del partido pese a su cercanía física con Mas, pues no consta que disponga de ninguna cualificación solvente en las tareas de comunicación política, sino todo lo contrario. Hace unos meses cobró una cierta notoriedad por pedir a los cámaras de TV3 que entorpecieran el trabajo de los "medios españoles". No se conoce una sola instrucción, comentario, pista o criterio informativo, ni para bien ni para mal, que responda a la autoría de Piqué, por lo que es considerado en la política catalana como una figura entre peculiar y anecdótica, una suerte de acompañante para todo de Mas, su carabina particular.
Sin embargo, Oriol Junqueras ha descubierto este jueves cuál es el cometido real de este notorio personaje, que aparece en casi todas las fotos de Mas con sus llamativas gafas de pasta blanca y el apresto de un pequeño Nicolás, siempre atento a los designios de su jefe, protector y único valedor tanto en Convergència como en la Generalidad. Junqueras atendía a la prensa en los pasillos del Parlamento autonómico cuando reparó en la presencia de este Piqué agazapado tras los cámaras de televisión que seguían al líder republicano.
Las relaciones entre Mas y Junqueras no pasan por su mejor momento. Junqueras ha comprendido al fin que toda la operación del 9N contribuye al engrandecimiento de su principal rival político por lo que ha decidido retirarle su apoyo parlamentario y exigir elecciones anticipadas. El idilio se ha acabado. Mas prefiere dejarse ver con David Fernàndez, el diputado antisistema de las CUP con quien se abrazaba el pasado 9-N, o con Miquel Iceta, líder circunstancial de los socialistas, con quien se paseaba este jueves por la cámara autonómica para escenificar que el PSC apoyará los presupuestos autonómicos.
En este contexto, Junqueras recurría a la ironía para advertir a los periodistas que en la melé de cámaras y alcachofas se encontraba, con la oreja presta y dispuesta, el secretario personal de Mas y que si tenían que hacerle alguna pregunta sobre lo que pensaba el president mejor se lo preguntaban a Piqué, que estaba escondido entre ellos, según desvela el digital e-noticies que dirige Xavier Rius. Piqué enrojeció de súbito al verse descubierto y decidió retirarse de la escena paso a paso, hacia atrás y como si inspeccionara visualmente los artesonados del edificio parlamentario.
No es la primera vez que Piqué es sorprendido escuchando las declaraciones de los rivales o socios políticos de Mas. Su función es meramente testimonial, pero a Mas le complace enterarse por su patrocinado de lo que dicen el resto de los políticos antes de repasar los informativos. Dice Mas que Piqué, a veces, retiene comentarios que no salen en TV3. El sueldo de Piqué supera los sesenta mil euros al año, pero está muy lejos de lo que cobran los periodistas de Mas en los medios de la Generalidad.