Antonio Robles: "El 9-N evidencia el proceder ilegal del nacionalismo"
El ex diputado de Ciutadans recoge en un libro la historia de la oposición al nacionalismo desde 1979.
Antonio Robles nos recibe horas antes de presentar en Madrid su último libro, "Historia de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña" que prologa el eurodiputado Juan Carlos Girauta. Desde que abandonó su escaño y su militancia en Ciudadanos ha vuelto a lo que siempre ha sido su vida: la enseñanza y el periodismo. La obra abarca desde el 1979 en el que Jordi Pujol estaba a punto de llegar al poder a la irrupción de Ciutadans más de un cuarto de siglo después.
Usted ha vuelto a la enseñanza, que es ahora mismo un sector muy importante por lo que se refiere a los planes para el 9-N, con la pretensión del Gobierno catalán de habilitar los colegios para el simulacro de consulta.
Han reunido ya varias veces a los directores de los centros. Les están haciendo ver que es algo voluntario, que no les obligan, está claro que no quieren pillarse los dedos. Quieren que abran los colegios y que poco a poco vayan convenciendo a los profesores y al personal no docente para llevar a cabo sus planes. Lo que sí sé es que solo unos pocos directores han tenido la valentía de pedir las instrucciones por escrito, para curarse en salud, también lo han hecho los sindicatos de enseñanza.
Como he escrito, este ha sido siempre el proceder de la administración catalana desde los ochenta, no dar nada por escrito para poder negarlo si alguien protestaba. Por ejemplo la catalanización de los nombres de los niños, el hecho de que nunca se hablase con los padres en castellano o que se impusiese el catalán hasta en el patio. Así el miedo ha guardado la viña y el personal se ha adaptado a las órdenes políticas.
Casi prefiero que vayan a votar el 9-N y descubran su ridículo
Usted ha publicado este libro "Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña" gracias al crowfunding. Parece una práctica muy adecuada para este tipo de obra, que recoge la implicación y el activismo de muchas personas a lo largo de décadas.
Lo hice porque los editores no querían un libro tan voluminoso [casi 700 páginas]. Yo entiendo sus razones, sobre todo de rentabilidad, pero no quería verlo reducido a 300 páginas. Entiendo que es exagerado, incluso me propusieron hacer varios libros, pero yo lo quería así. En la página Lánzanos, que es fantástica, enseguida alcanzamos los objetivos.
La ilustración de la portada no es casual, se refiere a un hecho concreto de esa historia de resistencia.
Ocurrió en 1995 en el Palau de la Música, en el veinticinco aniversario del Price dels poetes , un recital de poesía celebrado en aquel lugar, donde había veladas de boxeo, cuando el franquismo impedía la oficialidad del catalán. Allí se reunieron, en plena dictadura, poetas y escritores que reivindicaban muy justamente esa lengua. Un cuarto de siglo después nosotros alertábamos de que se podía estar cayendo en parecidos errores con la otra lengua de Cataluña. Fuimos una veintena de activistas de la Asociación por la Tolerancia que nos colamos y lanzamos unas octavillas desde el segundo anfiteatro, poblando toda la platea de palomitas de papel [sonríe] que eran muy bonitas. En ese momento estaba actuando Paco Ibañez, en castellano como siempre, hasta en eso medimos la acción. La portada es una ilustración basada en la fotografía que al día siguiente publicó El Mundo, que fue el único medio que informó correctamente de lo ocurrido. El entonces redactor jefe Alex Salmond [hoy director de la edición catalana del diario] lo vivió in situ. La actuación del resto de medios fue increíble, entre ellos el actual director de La Vanguardia [Màrius Carol] escribió un artículo una semana después inventándose todo. Hicimos ver que había gente que se oponía a los designios del nacionalismo.
Esa Asociacion por la Tolerancia ha sido el gran aglutinante de la disidencia al nacionalismo.
Los ochenta fueron una losa total para cualquier oposición al nacionalismo. En 1981 le pegaron un tiro a Federico Jiménez Losantos después del Manifiesto de los 2.300 y la mayoría de los firmantes abandonaron Cataluña. En 1983 se fundó la Asociación Miguel de Cervantes, pero no pasó de la marginalidad. Cuando yo publico Extranjeros en su país en 1992 es la primera vez que se habla de esto. Es como si nunca hubiese ocurrido nada. Nadie sabía nada de lo que acabo de comentar, de todos esos sucesos, y de la marcha fuera de Cataluña de decenas de miles de profesores de la enseñanza media. Tolerancia nació tras la primera presentación de ese libro, yo mismo compilé todos los contactos de la gente.
Los ochenta fueron una época de silencio total sobre el nacionalismo
Curiosamente su libro era una novela y firmada con pseudónimo, Azahara Larra Servet. No sé si era una estrategia deliberada el que no fuese un ensayo.
Yo pretendía relatar unos hechos que estaban sucediendo en Cataluña y que se estaban silenciando. Tenía claro que si lo hacía con un ensayo me iban a satanizar, como han venido haciendo. Decidí por tanto introducir esas ideas en el cuerpo de un relato novelado. La famosa cita en al que Jordi Pujol desprecia de manera brutal a los andaluces yo la introduje como un elemento de ficción. Era también una manera de que llegase a más gente, sobre todo en el cinturón industrial de Barcelona.
De la "Resistencia" al Parlament
En esa época de silencio de los setenta y ochenta a la que se refería usted se iniciaba en el periodismo, luego se ha dedicado a la enseñanza.
Era muy joven. Me había licenciado en Ciencias de la Información por la UAB y era redactor de cierre en Mundo Diario, en aquel momento una cabecera que era uno de los buque insignia de la democracia, su diseño era muy rompedor: unos cuerpos muy grandes que luego imitaría El Periódico de Catalunya. Era el periódico que leían los universitarios, los intelectuales, los progres y los obreros, era muy influyente en el nuevo escenario democrático. Yo estaba ahí de noche, en el cierre, y luego por la mañana trabajaba en el Sport, donde me tenía que inventar una página cada día.
Volviendo a la gente que se fue de Cataluña al inicio del pujolismo, es especialmente significado el caso de los profesores que se marcharon, muchos que simplemente por la cuestión lingüística perdieron su capacitación profesional de la noche a la mañana.
Pujol es obsesivo. Le estorbaba todo vestigio de cultura española y quería una escuela en catalán, solo en catalán. Había que empezar, forzosamente, por los maestros. En realidad entre finales de los setenta y mediados de los ochenta hubo bilingüismo en las aulas, se corrigió la discriminación del catalán, pero luego el castellano fue perdiendo peso progresivamente. Algunos profesores sencillamente no podían dar clases. Se fueron unos catorce mil, eso en el montante total de profesores en Cataluña es un número muy alto. Entraron entonces muchos filólogos catalanes, la mayoría activistas políticos. Y eso se ha mantenido, aunque no todos son activistas, aquí tiene uno que no lo es.
Pujol estaba obsesionado con crear una escuela en catalán
Avanzando en el tiempo: 1 de noviembre de 2006. Se convierte usted en diputado del Parlament por Ciutadans junto a José Domingo y un joven Albert Rivera.
Me lo pasé muy bien, claro, pero yo no nací ese día. Dicho de otra forma: para mí no fue una sorpresa aquel éxito. Yo dije en campaña, en el acto de consagración del partido en La Paloma, que íbamos a sacar tres diputados. Yo había observado el cambio en la sociología catalana y era consciente de que algo había cambiado. Yo dirigí aquella campaña, teníamos muy claro que había que romper la barrera de silencio mediático, y por eso hicimos aquel famoso cartel del desnudo.
¿Usted fue el que desnudó a Rivera?
[Risas] Sí, sí. La idea exacta fue de un compañero de la Asociación por al Tolerancia. Rivera me dijo, en catalán "quina putada" pero lo aceptó de buen grado.
Usted era, además de diputado, el secretario general de Ciutadans, el número dos. Es evidente el salto generacional que había entre ustedes dos, dentro de Cataluña y dentro del no nacionalismo. Supongo que eso ya de por sí, al margen de todos los enfrentamiento que hubo por otras cuestiones, creaba fisuras en la relación.
Nunca discutimos por cuestiones de fondo políticas. Yo siempre defendí que era una persona, como luego se ha demostrado, con gran capacidad de liderazgo, muy inteligente y con una conciencia muy clara de los abusos del nacionalismo. No olvidemos que tenía veintiséis años. Aprendía muy deprisa. Quizá le faltaba, lógicamente, el bagaje que yo tenía de años de lucha. Mire, yo me empeñé siempre en Tolerancia en construir un discurso moderno, bonito estéticamente, porque estaba el peligro de que el nacionalismo nos metiese en el saco de la ultraderecha. Por eso cuando años después Albert comete el gravísimo error de pactar con Libertas para las europeas de 2009 todo nuestro trabajo se vino abajo, y ahí fue cuando abandoné el partido y el escaño. Él es más liberal que yo, que tiendo a ser más socialdemócrata.
Albert Rivera es más liberal que yo, pero nunca hemos discutido por cuestiones de fondo
Ahora se habla de él como el antídoto contra Pablo Iglesias.
Ciudadanos nace como Podemos, pero luego, y eso es culpa también de Rosa Díez, se ha perdido una gran oportunidad de crear un proyecto nacional. En el último año Albert ha ido por ese camino, pero sigo pensando que Ciudadanos no tiene que quitarle votos al PP en Cataluña, sino a la abstención y al PSC. Los socialistas siguen siendo quienes avalan las políticas nacionalistas.
En otra entrevista el presidente de SCC, José Ramón Bosch me decía que Podemos puede jugar un papel muy interesante en Cataluña quitándole votos a ERC en el Baix Llobregat.
Tiene parte de razón. Si saca 12 o 14 diputados se los puede quitar al nacionalismo, pero tampoco sabemos cómo los gestionarían en lo que afecta al proceso secesionista. A lo mejor resulta que son los primeros en apoyar una declaración unilateral de independencia. Pero sí que es posible ese trasvase.
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