Mas está tan noqueado que dedicó la rueda de prensa de capitulación del 9-N a arremeter contra sus compañeros de viaje. La culpa de su fracaso no sólo es del bloqueo del Tribunal Constitucional y los aparatos del Estado, sino de la falta de realismo y compromiso de ERC y del resto de socios separatistas. Habrá "locales, urnas y papeletas", pero no valdrá de nada. No ha dado ningún detalle, pero ha dejado claro que el 9-N será un "proceso participativo", entre un mitin de CiU y una encuesta de la Generalidad, un acto que el Gobierno no pueda recurrir, sin ningún valor y cuyos resultados se conocerán, previa cocina, el 10 de noviembre. El ridículo y el caos es tan grande que Mas pretende vender gato por liebre a base de glosar el gato y despreciar la liebre que hasta hace unas horas era "absolutamente irrenunciable". Ahora, "nadie se creía que el 9-N fuera a ser la consulta definitiva". Mas abandona el barco de la confrontación total con el Estado y prepara un número festivo, cívico y participativo para el domingo que estaba prevista la independencia. El juego continúa.
Y como lo que ha faltado y falta es compromiso y claridad en todos los actores menos en él, Mas retó a ERC y a las CUP a dar el paso definitivo y aceptar una lista conjunta para unas plebiscitarias que serían "la consulta definitiva", un arma total. "Sería utilizar la legalidad ordinaria del Estado para conseguir el objetivo; y eso es lo que temen en Madrid". Mas ha sufrido una derrota política como mínimo tan histórica como sus últimos discursos, tan inapelable como parecían sus promesas y amenazas, abrumadora. Es la expresión de la incompetencia jurídica, administrativa y política.
No reconoce ningún error, no aprecia ninguna consecuencia en su errático comportamiento, no asume ninguna responsabilidad. Visiblemente desnortado, el líder de CiU dijo que su gobierno se acogerá "a marcos legales preexistentes que nos dan competencias para procesos de participación ciudadana" al efecto de convocar a los catalanes a las urnas el 9-N. Ni un vendedor de preferentes podría expresar con más confusión y contradicciones la resolución, por el momento, del referéndum. "El 'govern' mantiene el objetivo; habrá locales, urnas y papeletas y toda la población mayor de 16 años podrá votar", declaró Mas para reconocer, acto seguido, el colapso de su plan y reprochar al Estado y a sus socios de aventura el incumplimiento se su más solemne promesa, un referéndum legal de autodeterminación. Lo que empezó como la renovación del compromiso acabó con la aceptación de que la consulta alternativa no tiene ningún valor. Para ilustrar la insuficiencia del recambio, Mas dijo que el referéndum inicialmente previsto tampoco tenía valor "definitivo".
No hay más información de lo que pretende montar Mas el próximo 9 de noviembre. Se escuda en que no quiere dar pistas, en que viene a ser lo mismo que lo que estaba previsto. Más de diez veces citó la trinidad "locales, urnas y papeletas" e instó a una participación masiva. De hecho, situó toda la responsabilidad en las bases separatistas. "Necesitamos una gran movilización para que el 9-N sea el paso previo al referéndum de verdad, a la consulta definitiva", divagó Mas. Mucho más preciso, en cambio, estuvo en los ataques a sus compañeros de viaje, a los que acusó de "pereza" y "partidismo", de "falta de realismo y de compromiso", de "ambigüedad". Con todo, dijo que la unidad "no está rota, sino agrietada".
Mas trató de vender un "éxito", un 9-N de calentamiento, una llamada de atención de gran notoriedad simbólica y responsabilizó a ERC, las CUP e ICV de la nueva "hoja de ruta" que abiertamente rechazan. "No me imagino que estos partidos no fomenten la participación", apuntó el president. Tras dar numerosas vueltas sobre la cuestión, siempre acabó en el escenario más plausible a partir de ahora: unas elecciones autonómicas anticipadas. No las convocará él, sino que debería hacerlo ERC al asumir una lista conjunta con CiU, con la promesa de la independencia y un programa idéntico. "Esas elecciones serán plebiscitarias porque ese sería el carácter que le darían los partidos, no el presidente de la Generalidad. Y serían el verdadero referéndum, el resultado incontestable, el escenario que más temen en Madrid porque contra eso no pueden hacer nada", declaró Mas. "La consulta definitiva sólo se podrá hacer con elecciones y si se quiere que sea con todas las garantías y para que no haya discusiones es necesario que haya una lista y un programa conjunto y que esta lista y programa conjunto tengan mayoría absoluta. Estoy en disposición de escuchar a los partidos que quieran proponer eso porque yo como presidente de la Generalidad no lo puedo hacer. Deben ser los partidos", manifestó Mas. Caso contrario, está dispuesto a agotar la legislatura tras una "muestra de participación" el 9-N.
"Necesitamos más que nunca a la gente", respondió a la pregunta sobre la decepción en la militancia de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). "Espero la máxima colaboración de todo el que quiera que esta consulta se haga", insistió. Tras aumentar la tensión política hasta límites insospechados, Mas declinar mantener el pulso contra el Estado y la culpa es del Estado español, dijo abiertamente, y de ERC, entre líneas.
Esta vez no hubo declaración en inglés y en francés, ni tampoco un mensaje a los españoles. "Sabemos que tenemos la forma de hacer el referéndum definitivo, pero se deberá hacer de otra manera", espetó a ERC para que acepte la idea de una lista conjunta y para corresponsabilizar a Junqueras de su fracaso. En gran medida, la rueda de prensa de Mas fue una declaración de guerra contra Oriol Junqueras. Las elecciones anticipadas sólo tienen sentido, repetía Mas, si es para hacer el referéndum, que a su vez serían las propias autonómicas pero planteadas por los partidos como plebiscitarias. Y ahí es donde la pelota pasa al tejado del "jefe de la oposición" y máximo aspirante, según las encuestas, a próximo presidente de la Generalidad.