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Arcadi Espada regaña a 'El Mundo' y lo acusa de alentar al "pueblo feroz"

El ébola divide a la prensa: los que defienden a la enfermera y crucifican al Gobierno y los que crucifican a la enfermera y defienden al Gobierno.

El Mundo se apunta al primer bando. "El Gobierno admite que hubo 'relajación de procedimientos'". "La auxiliar de enfermería cree que se contagió al tocarse la cara con los guantes", pero es que "la sala donde se quitó el traje es muy pequeña y no había nadie para ayudarle". Es comprensible, después de que ayer Teresa les colara en primicia algunas mentirijillas. Casimiro parece algo desconcertado en el editorial. "No hay razón alguna para dudar del grado de excelencia de nuestra sanidad, pero sí de las decisiones adoptadas por las autoridades competentes desde el momento en que el Gobierno decidió, acertadamente, repatriar a los misioneros". Chico, qué lío. ¿Hay que dudar de lo acertado de la decisión o fue una decisión acertada? A ver si nos aclaramos las ideas. "La falta de celo de los responsables sanitarios ha puesto en riesgo de contagio al marido de la paciente, a cuantos trabajaron con ella esos seis días y a los facultativos que la atendieron antes de se confirmara el análisis positivo". Hombre, alguna responsabilidad tendrá la enfermera ¿no? Que es mayor de edad. "Ana Mato tiene que asumir sus responsabilidades", concluyé poniéndose cabezón.

Arcadi Espada se declara del Grupo B y se convierte en un disidente en el Grupo A. "El pueblo se resiste al error humano. Hasta el mediodía de ayer el pueblo clamaba sin tregua ¡protocolos, trajes! Esto es lo que falló, según el pueblo. Hasta ese momento era peligroso sugerir que la causa del contagio podía deberse también a la propia enferma. La víctima se encontraba gravemente postrada y aislada, y en esas condiciones a nadie se le puede atribuir responsabilidad (…) El rechazo al error humano le permite al pueblo otra operación importantísima: la venganza política. Con una víctima culpable no hay ministro al que colgar (…) Gobierno culpable", dice Arcadi. "En cuanto a los periódicos, trabajan para relativizar el error humano (…) No buscan errores sino culpables", acusa. Eso sí, también tiene unas palabritas para la ministra por asustarse y no defender "la razón y el sentido ante las dentelladas del pueblo asocial y feroz. Quien tiemble en ese momento, quien no sepa hacer oír la voz del buen gobierno ante el griterío del infecto populismo debe dedicarse a otras labores. Auxiliares". Su periódico le responde con otro titular: "España 'relajó' la guardia contra el ébola".

A ABC, que pertenece al grupo número 2, hay que felicitarle por sus dotes adivinatorias. ¡Sabían, incluso antes de que la enfermera confesara, que se había tocado la cara! Y sin que hubiera nadie en la sala que se lo soplara, según decían. Hoy celebran en portada el éxito de sus capacidades pitonísicas. "No le conté a mi doctora que estuve en contacto con el ébola". "La auxiliar de enfermería confirma la versión de ABC de que se pudo infectar al tocarse la cara con un guante". No la ceja, no rascarse la nariz, no tocarse una oreja, no. ¡La cara! Qué precisión. ¿Pero cómo se han tenido tan calladito en este periódico ese don ? Si lo llega a saber Pujol manda a su bruja Adelina a hacer gárgaras.

Bieito Rubido se pavonea de sus habilidades videntes. "Los datos que se conocen van confirmando la tesis, adelantada por ABC, de que la auxiliar de enfermería infectada pudo contraer el virus por un descuido propio, al contactar su guante con su rostro. Este hecho no reduce la gravedad de lo sucedido ni altera las posibles responsabilidades de las autoridades políticas y sanitarias, pero describe lo ocurrido en términos que no justifican el alarmismo ni la histeria colectiva". Y abronca a los medios de comunicación. "El deber de información y crítica es intocable, más aún cuando la acción política del gobierno es mejorable. Pero entre mantener una actitud crítica y abrir la puerta al amarillismo hipocondríaco hay un trecho que no se debería recorrer porque cuando se cae en esta segunda opción las siguientes víctimas del virus son el rigor informativo y la prudencia profesional". Jo, Bieito, es que los demás no tenemos tu bola de cristal.

A la enfermera se le cae el pelo. "Los compañeros la notaron nerviosa" después de haberse restregado la cara con el guante, pero "no notificó ningún tipo de incidencia y cogió vacaciones sabiendo que se había expuesto al virus". Y no contenta con eso, "emprendió un cúmulo de imprudencias que ha puesto en riesgo a, al menos, 84 personas que ahora están en observación". Es más, como no vio saciada su sed de contagio, "se fue a depilarse a un centro de estética". Y su médico, al que se le pasó contarle sus relaciones íntimas con el ébola, "es ahora una de las cinco personas de mayor riesgo que está siendo vigilada".

El País se abona sin vacilar al Grupo A. "El médico que atendió a la contagiada denuncia múltiples negligencias". "Las mangas me quedaban cortas, dice el doctor sobre su equipo de protección". Lástima que mi abuela ya no viva. Eso se lo apañaba en un santiamén sacándole el dobladillo. Hoy la enfermera, que para estar encerrada en un plástico mira que raja, le concede una entrevista a El País. "El fallo pudo estar al quitarme el traje". ¿Y no podías haberlo dicho antes, mona? Pero para El País esto es irrelevante. "Las cámaras del hospital no registraron el momento en que la auxiliar sanitaria se infectó". Estamos de suerte, no hay pruebas. Y, como guinda del pastel, nos cuenta que "el equipo sanitario recibe tratamiento piscológico" porque "la falta de preparación causa estrés a los profesionales". Mira que son flojuchos nuestros sanitarios. Si eso los traemos de fuera.

La Razón, Grupo B puro, sin contaminación, dice que "la auxiliar admite un fallo al quitarse el traje tras atender a García Viejo". "La Comunidad de Madrid cree que Teresa Romero pudo mentir ya que no informó a sus médicos de su contacto con los religiosos afectados por el ébola" dejándonos en ascuas durante dos días. Es el único periódico que se acuerda hoy de Excálibur en su portada, al que dedica la foto. "Informes de cuatro instituciones avalaron el sacrificio del perro Excálibur". Tampoco hacían falta tantos. A ver si ahora van a gobernar las redes sociales. Marhuenda hace gala de una gran delicadeza en el editorial. "Se descarta que hayan fallado los protocolos o que existiera una laguna estructural, sino que se trató de un error, un accidente o un descuido" y se niega a "culpabilizar a la auxiliar", qué gran corazón. "No se trata de buscar culpables, como de hecho se está haciendo con el único objetivo de derribar a la ministra de Sanidad y erosionar al gobierno". Menos Pedro Sánchez, hacia quien sólo tiene palabras de elogio. "Es de justicia subrayar la actitud responsable del líder de la oposición". Esa caridad cristiana desaparece en el interior del periódico, donde despellejan a la enfermera sin conmiseración. "Estoy hundida, asegura la enfermera que realizó los primeros análisis de sangre a Teresa". "La médico de familia que atendió a Teresa ingresa para no contagiar a sus dos hijos pequeños". "Los vigilados tenemos crisis de ansiedad". "Dos esteticistas, bajo control por depilar a la infectada. Una de ellas lleva varios días con fiebre y diarrea". Supongo que Teresa ya habrá preparado la soga para ahorcarse y purgar así sus pecados.

La Vanguardia es la líder del Grupo A. "La comunidad de Madrid culpa a la enferma y elude la cadena de errores", titula. "El consejero de Sanidad le acusa de ir a depilarse a pesar de tener fiebre". Hombre no, no la acusa, es que fue a depilarse. Y el director Marius Carol nos ha salido el más animalista de los animalistas y le rinde un "último homenaje a Excálibur". "En Catalunya, sin ir más lejos, existe una legislación que es la más avanzada del Estado" sobre protección de animales "mientras que la vigente en Madrid tiene veinticinco años". Si es que aquí en Madrid somos unos atrasaos. Y más brutos... Mejor no acercarse por aquí.

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