Gallardón, muy tocado: el PP le abandona en la reforma del aborto
Justicia cree que Moncloa se ha de pronunciar. El ministro, muy distanciado de Génova y de algunos compañeros del Consejo de Ministros.
Cuando Alberto Ruiz Gallardón dio a conocer las claves de la reforma de la ley del aborto recibió muchos apoyos de los suyos. Todos en privado. Sin cámaras delante, se le acercaban diputados -y diputadas- para darle ánimos y las gracias por dar el paso. Pero, en público, la dirección del partido en el que lleva prácticamente una vida -a los 18 años se afilió en Alianza Popular y a los 25 ya era concejal de Madrid- y sus compañeros del Consejo de Ministros se distanciaban y callaban, si no criticaban de forma más o menos velada su proyecto.
El ministro, que ya había incumplido su promesa de despolitizar la Justicia en aras de un acuerdo entre partidos, mantuvo la calma. Se decía que tenía el apoyo del presidente -que él le había pedido la reforma, que iba en el programa electoral y que la presión acabaría menguando-. Pero el discurso de Navidad del extremeño José Antonio Monago en 2013, atacando explícitamente la reforma, marcó un punto de inflexión.
Ya no sólo era la izquierda en bloque la que clamaba contra Gallardón. También eran Monago y otros líderes regionales, más pendientes de que la ley pudiera suponer un revés electoral. La presión se hacía cada día más fuerte y el titular de Justicia no recibía el respaldo público prácticamente de nadie. Al menos, de peso. Se le veía solo. En Génova enmudecieron y Soraya Sáenz de Santamaría escurría el bulto todos los viernes, al término de la reunión del gabinete.
Justicia trató de calmar los ánimos dándole una vuelta a la reforma y eliminando los aspectos más polémicos. La reforma se guardaba en un cajón a la espera de que se le diera luz verde, pero Gallardón insistía en que él daba la cara pero el proyecto era de Rajoy. Y afirmaba públicamente que finalmente la reforma saldría adelante.
El ministro prometió que el proyecto, con los cambios ya listos, se aprobaría antes de que concluyera el verano. Este mes de septiembre. La excusa de que aún no estaban todos los informes de los órganos consultivos ya no se sostenía: políticos y periodistas conocían que todo estaba listo y que sólo hacía falta la orden de Rajoy.
Las encuestas de Arriola
Según el diario El Mundo, el mandato del presidente nunca llegará y los cambios a la contestada ley de José Luis Rodríguez Zapatero no verán la luz. En Génova y en Moncloa, importantes cargos esperaban esta noticia como agua de mayo. Las encuestas que Pedro Arriola ha puesto encima de la mesa de Rajoy son claras: con el tema del aborto, el PP pierde votos. Y el pragmatismo parece haberse impuesto.
Oficialmente, no se confirma este extremo. Esto es, el proyecto sigue en la mesa del ministro, que espera llevarlo a la Moncloa en breve. Pero la última palabra la tiene Rajoy, y Gallardón sabe que pocos quieren verle entrar a la sala del Consejo con la reforma a pesar de que el anteproyecto se aprobó con el resto de los miembros del gabinete. Si no, recuerdan las fuentes consultadas, "no se hubiese podido aprobar".
En Justicia aseguran que las explicaciones han de llegar de Moncloa. Pero la sensación es de cierta derrota: no ha habido desmentido desde Presidencia y no se espera. Gallardón se acogía al hecho de que creía tener el aliento de Rajoy, pero desde hacía ya bastante no contaba con el de sus dos escuderas políticas. La vicepresidenta rápidamente quiso dejar claro que ella no iba a asumir el coste político de la reforma y que si por ella fuera no debía aprobarse. Y, desde Génova, María Dolores de Cospedal se oponía con más o menos claridad a los planes del ministro.
La relación entre Gallardón y Cospedal se ha ido deteriorando cada vez más. El ministro niega que la número dos del PP -o alguien de la dirección- le haya llamado para presionarle. Según Génova, los cambios de la ley se llevaron a cabo gracias a que se habían quejado. Ahora, también creen que han sido clave.
En lo que todos coinciden es en que Gallardón queda muy tocado. "¿No piensa dimitir?", en voz de un diputado consultado. "Creyó que Rajoy estaba a su lado, pero Rajoy hace lo que diga Arriola. Yo creo que Cospedal y Soraya están brindando, aunque por separado", tiraba de ironía el citado parlamentario. El mutismo de ministros y altos cargos del PP es devastador políticamente para el titular de Justicia.
En conversación informal, un ministro opina que su colega de Justicia ha tenido "mala suerte". A buen seguro está recibiendo mensajes de cariño, pero en privado. En público, hace tiempo que nadie le quiere a su lado. Gallardón no fue invitado a la escuela de verano de su partido -celebrada en El Escorial-, por poner un ejemplo. Tampoco ha ido este fin de semana al acto de Nuevas Generaciones, que se ha celebrado en Valencia y en el que nada se ha dicho de su reforma.
Si finalmente la reforma cae en el ostracismo, existen voces en el PP que consideran que debería salir del gabinete. Dejar el Gobierno. Esa posibilidad, en principio, no se contempla. Gallardón, aquél que aspiraba algún día dirigir el partido, ha dicho una y otra vez que se retirará cuando lo haga Rajoy.
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