Xavier Novell pasa por ser el obispo más joven de España y también por ser el más desconcertante ante sus cambios constantes de parecer. Obispo de la pequeña diócesis leridana de Solsona de manera casi cíclica alimenta al separatismo político catalán para un tiempo después irritar a estos mismos por criticar la causa separatista. Hoy le ha tocado sacar a relucir su lado nacionalista.
Y es que monseñor Novell se ha descolgado este miércoles con un alegato nacionalista en una carta pastoral para el próximo domingo, justo el anterior a la Diada, convertida por el nacionalismo como principal acto propagandístico.
De este modo, Novell dice que afirmar que Cataluña no tiene derecho a la secesión y que la consulta es ilegal es utilizar la ley para impedir un derecho fundamental que presupone anterior a la propia Constitución. Así, el obispo catalán indica que "la Constitución de 1978 debería aplicarse de tal manera que hiciera posible que las naciones que forman España puedan decidir libremente su futuro".
Por ello, el prelado catalán dice que desde la doctrina social de la Iglesia necesitaba dirigirse a los fieles de su diócesis sobre la consulta separatista: "¿tenemos derecho o no a decidir nuestro futuro?".
Lejos de mantener la neutralidad en un asunto que está generando una división histórica entre los propios catalanes, Novell asegura en la carta: "os pido, por tanto que no permanezcáis ajenos a este proceso y, con espíritu democrático y pacífico, escoged con tranquilidad de conciencia aquella opción ante la consulta que creáis mejor para el bien de Cataluña".
Las palabras de Novell han sentado bastante mal en el resto de obispos catalanes. Según informa Infocatólica, los prelados catalanes habían acordado mantener un perfil bajo en este asunto y este miércoles el más joven de ellos ha roto este acuerdo por lo que incluso se plantean dar parte a Roma de lo ocurrido.
Sus idas y venidas con el nacionalismo
Esta carta este contrasta por tanto con la que publicó justamente hace un año dirigida a los fieles el domingo anterior a la Diada. En aquel momento provocó un gran escándalo en el nacionalismo al pedir a sus sacerdotes que se mantuvieran al margen de todas las iniciativas separatistas que se estaban preparando durante esos días. "No nos corresponde a nosotros optar por una determinada propuesta a estos nuevos retos", escribía.
Casi 365 días después es el propio obispo el que hace caso omiso a estas palabras. O bien ha cambiado de opinión o se doblegó ante las numerosas críticas que recibió durante aquellos días por lo que en esta ocasión habría optado por el camino más fácil evitando la puerta estrecha.
Sin embargo, su trayectoria es un ir y venir en el asunto del nacionalismo. Una de cal y una de arena. Llegó al Episcopado y apenas entregada la mitra acudió a TV3 y allí desmontó el gran argumento del nacionalismo eclesial: "no existe la iglesia catalana". Poco después en el diario El Punt-Avui indicaba que "no me considero catalanista y no es mi misión como obispo" para acabar asegurando que "si usted quiere saber si soy independentista, le diré que no".
Pero este mismo obispo que ponía los puntos sobre las íes al nacionalismo en sus propios medios de comunicación daba la de cal y en una homilía hablaba de la Virgen María y Cataluña: "María del Claustro, nacida en un país ocupado y oprimido, emigrante por motivos políticos, sabe bien lo que significan estas esteladas (que hay en los balcones de la ciudad). ¿Qué le hemos de explicar nosotros sobre deseos de independencia política?".
Este es Xavier Novell. Un obispo desconcertante para su grey y sus sacerdotes ante el mayor reto que vive Cataluña en muchos años. De hecho, el obispo catalán llega a citar al Papa Francisco en su carta y añ decir que el Pontífice no tiene problemas en hablar de estos asuntos. Pero con mucha mayor prudencia que Novell, el Papa aseguraba en una entrevista a Cuatro y La Vanguardia que "la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso". Justamente el caso de Cataluña.
Juan Pablo II, contra los separatismos
Sin embargo, Francisco no es el primer Papa que se refiere a este asunto. Juan Pablo II lo hizo en varias ocasiones. En 1994 el Papa escribía una carta a los obispos italianos en los que advertía del riesgo de estos movimientos secesionistas.
De este modo, indicaba que se refería "especialmente a las tendencias corporativas y a los peligros de separatismo que, al parecer, están surgiendo en el país. A decir verdad, en Italia, desde hace mucho tiempo, existe cierta tensión entre el Norte, más bien rico, y el Sur, más pobre. Pero hoy en día esta tensión resulta más aguda. Sin embargo, es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada". Además, en otras ocasiones el Pontífice y los presidentes de la Conferencia Episcopal Italiana declararon que "la unidad de Italia es indiscutible".
La opinión de la Iglesia Española
Sobre este asunto también se ha manifestado en España, la Conferencia Episcopal, que aprobó en septiembre de 2002 su instrucción pastoral Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias. Según recogió Pedro Fernández Barbadillo en un artículo en LD, este documento condenó no solamente el terrorismo, también el nacionalismo independentista sin causa justa:
La pretensión de que a toda nación, por el hecho de serlo, le corresponda el derecho de constituirse en Estado, ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza, dan lugar a un nacionalismo totalitario, que es incompatible con la doctrina católica.
España es fruto de uno de estos complejos procesos históricos. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, no sería prudente ni moralmente aceptable.