De un gallego a un cántabro. De Rouco Varela a Carlos Osoro. La Iglesia no entiende de nacionalismo o regionalismo en Madrid. Estaba llamado a liderar la iglesia española y con este nombramiento del Papa el hasta ahora arzobispo de Valencia tendrá la difícil labor de sustituir al cardenal gallego tras veinte años como pastor de la capital y ser el máximo referente eclesial en España en los próximos años.
El obispo cántabro viene avalado por una gran experiencia y su gran labor en sus anteriores diócesis. Ha llegado ahora su turno. Carlos Osoro es el obispo que de mejor manera representa a esta nueva Iglesia que viene. Extrovertida, activa y presentando el lado amable sin renunciar a los llamados "valores no negociables".
No tendrá muchos años por delante para realizar su labor en Madrid. A lo 75 años deberá presentar su renuncia al Papa por lo que si se le ampliara la renuncia al igual que a Rouco estaría ocho años como pastor de la iglesia de la capital.
Con un temperamento y una personalidad muy diferente a su antecesor, Osoro y Rouco sí son muy similares en las cuestiones de fondo, en la doctrina y en la ortodoxia por lo que no habrá una revolución en Madrid. Es más, sabrá mantener todo lo bueno hecho en la Diócesis aunque dejará su impronta de obispo activo y siempre en movimiento.
La atención de Roma sobre Osoro
Con su nombramiento como arzobispo de Madrid, Carlos Osoro continúa su carrera ascendente desde que fuera nombrado primero obispo de Orense para de ahí pasar al arzobispado de Oviedo y llegar finalmente al arzobispado de Valencia, una de las diócesis más grandes de Europa.
Su actuación durante estos años y especialmente en su paso por Valencia no ha pasado desapercibida en Roma. Su nombre ya estaba en la primera línea desde hace tiempo tanto para Madrid como para Barcelona.
El eco de su gran labor y su buen hacer quedó reflejado en una reciente visita a Roma donde el Papa se dirigió al propio Osoro como el "peregrino". Sorprendido por tal apelativo y sin saber el por qué de tal apodo Francisco le explicó que leía la revista diocesana de Valencia y las numerosas visitas que el obispo hace a todas las parroquias valencianas.
Profesor antes que cura
Su gran actividad es una de sus principales virtudes. Los que le conocen dicen que no para quieto y que es hiperactivo. Tiene una gran capacidad de trabajo y no tiene miedo a los retos y dificultades por complicados que estos sean. Ha cuidado a su clero y ha potenciado el seminario y además es un obispo muy pegado a la realidad cotidiana y a la calle. Es normal verle por las calles y visitando todas las parroquias de la diócesis. Conocer lo que le ocurre a la gente y le hace sufrir ayuda para poder una respuesta adecuada.
Carlos Osoro nació en 1945, tiene 69 años y antes de ser sacerdote era profesor de Educación Física y también licenciado en Matemáticas. Se ordenó en 1973 y ha pasado por casi todos los estamentos. Ha estado destinado en parroquias y también en cargos curiales de su diócesis de origen siendo igualmente vicario general y rector del seminario.
En 1997 fue nombrado por Juan Pablo II obispo de Orense. Cinco años más tarde ya pasó a un arzobispado, en este caso Oviedo. En Asturias comenzó a destacar y Benedicto XVI le designó en 2009 como arzobispo de Valencia, una de las sedes más importantes de España. Y ahora le llega su gran reto. Llega a Madrid lo que le consolidará como líder de la Iglesia española y como consecuencia será cardenal en alguno de los próximos consistorios.