Tsunami en la Iglesia española. Este jueves la Iglesia española vive una jornada histórica pues ha sido la fecha elegida por la Santa Sede para realizar el relevo en la diócesis más grande, importante e influyente de España. Con 78 años y tras casi 20 como arzobispo de Madrid, el cardenal Rouco Varela pasa a ser emérito y deja su puesto al nuevo hombre fuerte del Episcopado , Carlos Osoro, hasta ahora arzobispo de Valencia, un vendaval como obispo
A las 12 la Nunciatura ha hecho oficial lo que ya era un secreto a voces tras las filtraciones e indiscreciones, algunas voces señalan al ministro Fernández Díaz, publicadas en los últimos días. El cardenal Rouco Varela deja la Diócesis de Madrid y pasa a ser emérito más de tres años después de que presentara su renuncia al entonces Papa Benedicto XVI. Hasta el día de hoy tan sólo había cuatro cardenales en activo mayores que el purpurado gallego, lo que evidencia la relevancia del hasta ahora arzobispo de Madrid.
En su lugar llega Carlos Osoro, actual arzobispo de Valencia. Pastor de una de las diócesis más grandes de Europa y con experiencia también en Oviedo y en Orense, Osoro llega preparado para hacerse con la diócesis más importante de España, tanto en el punto de vista pastoral como socio-político.
El futuro arzobispo sucede al que ha sido la gran figura eclesial en España en las últimas décadas y Osoro no sólo hereda la sede de Madrid sino también este liderazgo. No sólo por llegar a Madrid, una sede que muy probablemente le permitirá ser creado cardenal por Francisco en los próximos consistorios, sino porque este nuevo tiempo ya se vio en las elecciones en la Conferencia Episcopal. Con un Rouco que ya no podía renovar el cargo, los obispos optaron por una presidencia de transición protagonizada por Ricardo Blázquez, que por edad sólo podrá estar un mandato. Y por detrás llegaba Osoro como vicepresidente y con su llegada a Madrid casi se asegura también la presidencia de la Conferencia Episcopal en las próximas elecciones
El que será el protagonista de la era postRouco llega a Madrid con 69 años cumplidos por lo que su estancia en Madrid no será excesivamente larga a diferencia de su antecesor. A los 75 años todo obispo tiene que presentar su renuncia al Papa, tal y como establece el Derecho Canónico por lo que si se le prorrogara un tiempo más podría estar al frente del Arzobispado de Madrid unos ocho años como máximo.
Osoro deja Valencia y una diócesis potente y ejemplar, con un buen seminario y con unos sacerdotes contentos y bastante fieles al Magisterio de la Iglesia. En Oviedo también realizó una labor complicada y difícil y logró enderezar el Arzobispado asturiano. Y ahora llega a Madrid, la joya de la corona. Tiene un clero numeroso y joven, cientos de seminaristas y ha sabido enfrentarse a la secularización mucho mejor que otras diócesis europeas y españolas. Los veinte años de Rouco dejan en general una gran diócesis por lo que facilita y mucho la labor a su sucesor.
Efecto dominó
De este modo, no se esperan revoluciones de Osoro en Madrid. Dejará su impronta y su frenética actividad que le llevarán a conocerse rápidamente la diócesis y a sus sacerdotes pero no cambiará todo aquello que funciona y bien.
Por otro lado, el relevo de Rouco en Madrid trae consigo un efecto dominó pues Osoro deja vacante su silla en Valencia. Y a ella llega el cardenal Cañizares procedente de Roma. A pesar de que su nombre ha sonado desde hace años para Madrid finalmente Cañizares se jubilará en su tierra valenciana en lo que se puede considerar un premio de consolación para él.
Tras seis años en Roma como prefecto de la Congregación de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, el cardenal valenciano vuelve a España tras pasar por la Santa Sede sin pena ni gloria. Llegó a Roma por su amistad con Ratzinger y tras la elección de Francisco era el único prefecto y jefe de dicasterio que no había sido aún confirmado en su puesto por lo que era claro que se su futuro pasaría por España. La cuestión era a dónde.
En Roma querían que regresara a España y él mismo quería volver desde hacía tiempo. Y lo hace a Valencia. No tenía muchas más opciones. Al ser cardenal las opciones se limitaban a Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. Otra cosa es que su preferencia era ir a Madrid, la verdadera perita en dulce.
Francisco lo tenía fichado
Estaba llegando su momento y así ha sido. Carlos Osoro es quizás el obispo que de mejor manera representa a esta nueva Iglesia que viene. Extrovertida, activa y presentando el lado amable sin renunciar a los llamados "valores no negociables", los cuales defiende con vehemencia.
Su actuación estos años no había pasado desapercibida en Roma. De hecho, en una reciente visita a Roma el Papa se dirigió al propio Osoro como el "peregrino". Sorprendido por tal apelativo y sin saber el por qué de tal apodo Francisco le explicó que leía la revista diocesana de Valencia y las numerosas visitas que el obispo hacía a todas las parroquias valencianas.
Su gran actividad es una de sus principales virtudes. Los que le conocen dicen que no para quieto y que es hiperactivo. Tiene una gran capacidad de trabajo y no tiene miedo a los retos y dificultades por complicados que estos sean. Madrid es un nuevo reto para él. Más bien su gran reto, el de desde la capital ser la nueva voz de la Iglesia española.