El pasado 7 de agosto, a las 17 horas, la Guardia Civil le pidió la documentación en un control rutinario en aguas de Ceuta al rey de Marruecos, Mohamed VI. Según informa El Mundo, el monarca se molestó y llamó a Felipe VI para quejarse.
El sargento que mandaba la semirrígida pidió a los ocupantes que se identificasen y le entregaran la documentación del barco. Entonces apareció en cubierta Mohamed VI. El soberano alauí mostró a bordo cierto malhumor y aseguró que las autoridades marroquíes comunicaron a las españolas que en esos días iba a estar navegando cerca de Ceuta, pero esa información no había sido trasladada a la Guardia Civil.
Mohamed VI se mostró determinado a no moverse de las aguas de Punta Almina hasta que le dieran una explicación. Se le vio utilizar su móvil y llamó, entre otros, al Rey Felipe VI para quejarse de la interceptación de su flotilla. El monarca español trasladó el malestar real al ministro del Interior, Fernández Díaz, quien llamó de inmediato al delegado del Gobierno en Ceuta, Francisco González Pérez, y juntos diseñaron un plan para reparar lo que Mohamed VI debía, probablemente, de considerar como una ofensa. Fernández Díaz se puso también en contacto con su homólogo marroquí, Mohamed Hassad, para explicarle las medidas que había tomado para deshacer el lío.
El jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, el teniente coronel Andrés López, recibió la orden de desplazarse, con otros oficiales, en una patrullera hasta la lancha real. Hora y media después del primer abordaje, se acercó y pidió disculpas al monarca aunque una fuente oficial española afirma que solo se puso a su disposición.