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Duran presenta su dimisión como número dos de CiU

Mas y Duran pactan que Ramon Espadaler, el consejero de Interior que debería impedir una consulta ilegal, se convierta en el secretario general.

Josep Antoni Duran Lleida, el líder de Unió y portavoz de CiU en el Congreso, deja el cargo en CiU. Esta mañana ha hecho efectiva su renuncia a la secretaría general de la federación nacionalista. Se trata del primer paso atrás en la carrera política de líder democristiano. Las tensiones generadas por el proceso separatista han minado definitivamente las relaciones entre Duran y la cúpula nacionalista, que recibió con alborozo el anticipo de dimisión, el 8 de junio pasado, cuando el rostro de CiU en Madrid se quejó de que Mas cerraba las puertas a una posible negociación con la Corona aprovechando la abdicación del Rey.

En aquellas fechas, las discrepancias entre Mas y Duran eran públicas y notorias, tanto sobre el sesgo radical de CiU como por la reacción de los principales dirigentes nacionalistas a la abdicación. Francesc Homs, el portavoz del gobierno catalán y mano derecha de Mas, moduló un discurso republicano, con acusaciones sobre los "negocios de familia" de la Casa Real mientras Mas amagaba con ausentarse de la coronación de Felipe VI. La reacción de Duran fue un conato de dimisión que se confirma, pero adquiere los visos de un ajuste de cuentas en CiU por la dirección del proceso separatista

Tras la dimisión la pasada semana de Oriol Pujol como secretario general de Convergència Democràtica es el turno de Duran, que retiene el mando en Unió y la portavocía de CiU y la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados. A cambio, se ha comprometido con Mas (con quien mantuvo una conversación la pasada semana aprovechando la designación de Xavier Trias como alcaldable convergente en Barcelona) a no cuestionar la consulta, asunto sobre el que mantiene con Mas un contencioso que data del mismo instante en que se planificó el calendario de la ruptura. Al entender de Duran, CiU se había entregado a ERC en vez de combatir ideológicamente el discurso extremista de los republicanos. Esa posición le granjeó a Duran fama de dudoso en el bloque del "derecho a decidir" y convirtió a sus teóricos aliados en sus más acérrimos críticos.

La tensión ha ido en aumento hasta el punto de hacer imposible la presencia de Duran como número dos de la estructura que agrupa a Convergència y a Unió Democràtica. El líder de Unió está convencido de que el proceso va a colapsar a CiU y dar a ERC el liderazgo nacionalista. De ahí que mantenga la posición en Unió y un poder orgánico que ejerce de manera absoluta y cuasi despótica, según afines y contrarios. Sin embargo, en la designación de su sustituto en CiU han confluido la voluntad de Duran y los deseos de su máximo rival político, Artur Mas. Ramon Espadaler, el consejero de Interior de la Generalidad se convierte en el número dos de CiU.

Espadaler ha dado sobradas muestras de sumisión en el seno del consejo de gobierno de la Generalidad como para superar los recelos apriorísticos de Mas y Homs. Al tiempo, Duran lo considera el único capacitado para ser el futuro líder de Unió en el caso de que no se cumplieran sus pronósticos sobre el batacazo de Mas.

Así, el consejero de Interior, que debería impedir la celebración de una consulta ilegal, el máximo jefe político de los Mossos d'Esquadra se ha convertido en el número dos de la coalición que pretende celebrar el referéndum separatista a toda costa y por encima de cualquier ley.

Años sin dirigirse la palabra

La dimisión de Duran pudiera ser el final definitivo de su tormentosa relación con Mas. Durante los años del tripartito Mas y Duran dejaron de hablarse. Tenían los despachos en la sede de CiU puerta con puerta y se evitaban sin ninguna clase de miramientos. Sólo mantenían las apariencias en público y ante Jordi Pujol. La crispación entre ambos había llegado a tales extremos que la relación llegó a ser inexistente y a duras penas se recondujo cuando Duran abrió despacho en la nueva sede de Unió y CiU reconquistó el poder y pudo recolocar al funcionariado de partido que había sufrido una travesía del desierto de siete años. El reparto de cargos entre Unió y Convergència suavizó las crónicas tensiones entre ambos partidos, pero la paz no ha durado ni cuatro años. De hecho, a las semanas de alcanzar el poder comenzaron a aflorar las típicas tensiones sobre desequilibrios en el reparto del pastel.

La versión oficial del relevo de Duran acentúa el interés del político oscense (Alcampell, 1952) por montar una suerte de "Podemos de centro", con figuras ajenas a la política y cuya misión sería restaurar la confianza ciudadana en la cosa pública.

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