
El secretario general del PSOE, en el final de su mandato, ha asegurado que su partido, pese a sus "hondas raíces republicanas" no romperá el pacto de la Transición sobre la Monarquía. Alfredo Pérez Rubalcaba asegura que los socialistas hicieron entonces un pacto que ha permitido "treinta y cinco años de desarrollo político" marcados por "el consenso, la convivencia y el civismo" y ha remarcado: "fuimos protagonistas". Sus palabras se producen después de que las Juventudes Socialistas hayan pedido un referéndum sobre la Monarquía, una reivindicación que no es nueva en la rama juvenil del PSOE, como el propio Rubalcaba pudo escuchar de boca de sus dirigentes en un coloquio reciente en el País Vasco junto a Patxi López. En aquel encuentro, uno de los jóvenes que tomó la palabra llegó a confesar que en realidad no querían un referéndum, sino una República. Parecidas ideas a favor de abrir el debate han expresado tras la abdicación del Rey algunos dirigentes socialistas como la secretaria general del partido en baleares Francina Armengol.
En este contexto es pertinente recordar cuál fue el papel del PSOE en ese consenso de la transición al que aludía Rubalcaba, particularmente en la ponencia constitucional en la que participó como segundo partido más votado en las primeras elecciones democráticas de junio de 1977. Era mayo de 1978 cuando el PSOE, en contra de las posiciones menos maximalistas del PCE, fue un auténtico escollo cuando los grupos discutían acerca de la jefatura del Estado, que ya ejercía desde hace dos años Juan Carlos I pero a la que había que dar forma constitucional. Como la noche y el día son las intervenciones entonces de Santiago Carrillo: "El jefe del Estado ha sido una pieza decisiva en el difícil equilibrio político establecido en este país y lo sigue siendo. Él ha desempeñado el papel de bisagra" y del histórico dirigente del PSOE Luis Gómez Llorente: "Defendemos la república. Ni creemos en el origen divino del poder ni compartimos la aceptación de carisma alguno que privilegie a este o a aquel ciudadano simplemente por razones de linaje" una argumentación que remataba aludiendo al lazo que unía al joven Rey con Francisco Franco: "Menos aún podemos dar asentimiento y validez a los actos del dictador extinto".
Esa era la postura del partido, encabezado entonces por Felipe González y Alfonso Guerra, y consecuentemente el PSOE se abstuvo en la votación del artículo 1.3 de la Constitución, alineándose así con Euskadiko Ezquerra, cuyo portavoz Francisco Letamendia aseguraba durante el debate: "La Monarquía actual fue instaurada por el dictador. […] Es cierto, contra lo que pudo temerse en un principios, que no es el Monarca del fascismo. Pero es el Monarca de la reforma, y la reforma no puede curar las llagas de Euskadi". También con Heribert Barrera, de ERC, que decía: "No es prudente asentar el Estado sobre el azar cromosómico". Incluso Xavier Arzalluz, entonces diputado del PNV, hablaba de "la razón práctica" para justificar el voto afirmativo de su grupo. Otro valedor entonces de la joven monarquía, también en representación de los comunistas, fue Jordi Solé Tura, quien luego fuese uno de los padres de la Constitución y que se pasó al PSOE: "Desde el punto de vista de los principios, somos partidarios de la república. Pero estamos en el momento en el que estamos. Hoy lo que divide a los ciudadanos no es la línea divisoria entre monárquicos y republicanos, sino entre partidarios de la democracia y enemigos de la democracia […] querer la república hoy en este país, en este momento, significa literalmente derrocar la Monarquía, con todo lo que esto significa en torno a las consecuencias". También tuvo un aliado Don Juan Carlos en quien hoy es abogado de su hija la Infanta Cristina, Miquel Roca, que intervino en la ponencia y en la redacción final de la Carta Magna como representante de la minoría catalana:_ "No se trata de discutir ahora cuál es la máxima democracia, sino cuál es la vía más rápida hacia la democracia con los menores costos".
Visto con la perspectiva del tiempo, la aportación del PSOE al consenso constitucional que ahora menciona Rubalcaba tuvo algún que otro desliz en el camino.