Sus interlocutores -estos días, cargos autonómicos y locales con los que ha despachado mitin tras mitin- le ven muy tranquilo. Mariano Rajoy se muestra seguro de que el domingo el PP ganará las elecciones y podrá vender los resultados como un incontestable respaldo ciudadano a su hoja de ruta para salir de la crisis. Y aún más, apostillan sus asesores: "será de los pocos" líderes de la UE con ese apoyo, lo que le servirá para seguir ganando peso en Bruselas y sus instituciones.
La campaña saltó por los aires con el comentario de Miguel Arias Cañete sobre las mujeres. Y se hizo cuesta arriba hasta que llegó el perdón tardío del candidato. A toro pasado, y no es la primera vez que pasa, los responsables de campaña admiten que estuvieron "lentos": las disculpas, coinciden varios cargos de la cúpula, debieron llegar inmediatamente después.
El cara a cara -que Cañete perdió, según la mayoría- se produjo el jueves y el "desliz" en Antena3 el viernes. El fin de semana se vivieron algunos momentos de nervios en Génova. Pero los sondeos internos del lunes tranquilizaron: nada se había movido o, al menos, en ningún caso para hacer saltar las alarmas. La campaña se ponía cuesta arriba, sí, pero las elecciones parecían salvadas.
Esas encuestas -los denominados tracking- se han ido elaborando diariamente durante toda la semana. La tendencia se ha mantenido: el PP espera vencer al PSOE por entre 5-6 puntos de distancia y se habla de los 20 escaños. En Andalucía, donde siempre se han impuesto los socialistas en unas europeas, Juanma Moreno busca la sorpresa, aunque está difícil: todo dependerá de Sevilla, estando perdida Jaén y ganadas el resto. "Dará muchas alegrías al PP y a los andaluces", auguró Rajoy este mismo jueves.
Los asesores del presidente -entre ellos Pedro Arriola, que el próximo lunes protagonizará un desayuno informativo para analizar los resultados- creen que la economía les dará la victoria. Y el 80% del discurso de Rajoy en campaña ha versado sobre la recuperación. "España va a crecer más que Alemania", llegó a afirmar. A su juicio, basta comparar dos fotografías: la de la España de hoy y la de hace tres años, al término del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.
El 20% restante de su intervención se ha dividido en tres ideas. Muy relacionado con la economía, su ataque al PSOE, que ha ido a más la última semana de campaña para alegría de las adormiladas bases. Tras el incidente de Cañete, un elogio encendido a su figura destacando su currículum en las instituciones comunitarias. Y, por supuesto, un palo a los partidos pequeños: apostar por ellos, ha repetido una y otra vez, será tirar el voto a la basura.
Último mitin en Madrid
Una estrategia que repitió en el último acto de su periplo electoral, acompañado de 4 ministros, el poder político de Madrid y parte de la dirección nacional. Socarrón, exhibiendo tranquilidad, el presidente hizo una larga exposición sobre las reformas emprendidas. "Los que éramos unos mantas hace dos años ahora estamos ahí. ¿Por qué no hablan de economía?", afirmó, no sin defender su derecho de dar "buenas noticias" porque "son verdad".
"No podemos permitir que el tren descarrile otra vez", alertó previamente María Dolores de Cospedal, muy crítica con los partidos pequeños: "Esos oportunistas" que quieren "un cartelito en el escaño que ponga su nombre", dijo. Se sumó Ana Botella, con nombres y apellidos: "¿Nos puede dar lecciones de patriotismo quien ocupaba su cargo en un gobierno del PNV? Sí, Rosa Díez tiene pasado", destacó, recibiendo el aplauso de los más de 2.000 simpatizantes -algunos de ellos en las puertas porque el aforo estaba completo-.
Rajoy terminó la campaña como la empezó: "lo peor ha pasado y lo peor que puede ocurrir al país es volver a las políticas superadas políticas socialistas", recalcó en presencia de Cañete, que llamó a la movilización al grito de "pico y pala". Así, el presidente daba por superada la contienda europea y lanzaba un mensaje que muchos entendieron en clave autonómica y local: elogió por "brillantes" a Botella, González y Aguirre, pero en especial a "los magníficos gobernantes, que es lo que importa".
Sensación de letargo
Una caravana tranquila, a excepción de los acontecimientos de violencia en Cataluña, que no afectaron a Rajoy cuando estuvo en Barcelona. Se apostó por recintos pequeños, aunque en Cuenca, Málaga y principalmente Valencia fueron varios miles los simpatizantes. En Sevilla, llegó el pinchazo y se tuvieron que retirar a toda prisa varias filas de sillas. Muchos de los actos fueron mero trámite, lo que dio una sensación de letargo que incluso afectó a los cargos del PP.
En todo caso, Rajoy cree que el plan se va a cumplir a pesar de la abstención, que sus propios asesores avisan de que será elevada. Las elecciones se van a ganar, sostiene, y marcarán un punto de inflexión. Será un balón de oxígeno para encarar con fuerzas los comicios locales y autonómicos, estos sí muy importantes. Quienes han hablado con él estos días lo ven tranquilo, despreocupado. Y transmite esa seguridad: "vamos a ganar seguro". Algunos quieren que no sea por mucho: "por la mínima", es un comentario que se repite. A nadie se le escapa que el presidente quiere que Alfredo Pérez Rubalcaba siga vivo políticamente, aunque muchos lo ven negro.
En este contexto de confort, sólo unos pocos rememoran lo que ocurrió a primeros de la legislatura. Concretamente, en Andalucía. Todas las encuestas daban como vencedor por mayoría absoluta a Javier Arenas. También los estudios internos. Pero no consiguió los escaños necesarios, y el partido se derrumbó durante largos meses en la región. Pese a un caso tan reciente, Rajoy se muestra confiado pese a ser "gallego", como apostilló en conversación informal con periodistas en una estación de AVE. Entonces dijo que la campaña iba "bien", pero no quiso añadir "con mayúsculas". A los principales empresarios del país aseguró que ganará el PP, pero por la mínima.