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Un Cañete "asustado" e "irreconocible" sorprende a 'El Mundo' y a 'El País'

La prensa deja el debate de ayer como tema secundario en sus portadas.

El Mundo abre con que "Un grupo extremista abertzale intenta reactivar el terrorismo". ¿Valga la redundancia, Casimiro? Lo digo por lo de extremista y abertzale. "La Audiencia Nacional investiga 50 radicales de Ibil dirigidos por un preso y un huido de ETA. Captan jóvenes para un relevo generacional". Algo así como una etita. Casimiro explica que "estaríamos así ante una posible escisión el mundo de ETA, un situación semejante a la que se ha vivido en Irlanda del Norte con el IRA. Su ideario es el mismo que siempre ha exhibido ETA: independencia, socialismo, euskaldunización, unificación de todos los territorios que consideran vascos y el recuso al coche bomba y el tiro en la nuca como vía legítima para alcanzar sus objetivos". La ETA auténtica, vamos.

Sobre el debate titula El Mundo que "Valenciano busca recuperar la calle y Cañete se aferra a la economía". Carmen Remírez analiza a Cañete y dice que estuvo fatal. Bueno no lo dice, pero como si lo dijera. "Un Cañete rígido e irreconocible". "No había ni un atisbo de la humanísima campechanía del candidato; mucho menos, de su proverbial buen humor (…) Definitivamente, ese señor no era Cañete. El real, el de verdad, tal vez se había quedado atrapado, bajo siete llaves, en algún cajón del despacho de Pedro Arriola". ¿Y qué dice Génova? Pues "negaron que a Cañaete le hubiera pasado lo mismo que a Pizarro". Malo, eso es que les ha horrorizado. Luis Ángel Sanz analiza a Valenciano y la vio "segura". "Resolvió con soltura y dirigió el debate llevando a su terreno al candidato" del PP. En Ferraz "la recibieron al grito de ¡campeones! ¡campeones!". O sea, que ganó Valenciano.

Federico Jiménez Losantos sacude a Fernández Díaz a ver si nos cuenta algo más del crimen de León. "Ni el señor Twitter ni el señor Facebook ni la señora Instagram mataron a nadie. Eso está bastante claro. O bastante turbio, dado el empeño de interior en desviar hacia el vandalismo de las redes sociales la gravedad del caso", dice. "No está bastante claro por qué la policía no impidió el crimen más anunciado y fallido de la historia. ¿Y por qué no han interrogado al policía -marido y padre de la victima- por su relación con caso? Eso sí que está oscuro". Eso, eso, a ver si nos va a dejar con la miel en la boca. Queremos detalles.

El País dice que "Valenciano y Cañete ajustan cuentas sobre España en el debate europeo". "El cara a cara se centró en herencia y recortes". A Carlos E. Cué le quedó clara una cosa. "Ninguno de los dos había ido con intención de tirarse a la yugular política del contrario". Tan amigos que somos bipartidistas. Juan José Millás, que se aburrió "mortalmente" el hombre, dice que "hicieron vivir una pesadilla a la audiencia". "Nos encontrábamos ante un Cañete disminuido que se aferraba con manos temblorosas a los papeles, a los gráficos, a los datos que le habían proporcionado. Un Cañete sin ganas, serio, casi asustado (...) Un Cañete que, por primera vez desde que lo conocemos, no estaba cómodo con su cuerpo". Millás no deja de quejarse. “Fue duro, muy duro asistir a ese encuentro, o lo que quiera que fuese. Lo dejó a uno deprimido, hundido en la miseria, tirado en el sofá sin fuerzas para irse la cama, como si se hubiera tomado una de las píldoras que daba la impresión de haberse metido Cañete y también le hicieron efecto, increíblemente, a Valenciano”. Un par de cosillas. ¿Insinuás que Cañete iba puesto? Y tú Juan José, no veas más debates, que te veo muy enclenque.

ABC dice que "Arias Cañete afea a Valenciano la pesada herencia de Zapatero". Bieito Rubido vio otro debate. Otro incluso que el que vio el propio PP. "Cañete se mostró tal y como lo perciben los ciudadanos: solvente, con aplomo, experimentado y confiado en sus ideas y en la fuerza de España. Frente a él, Valenciano demostró con su tensión saber lo que se jugaba en este debate, pero le pasó factura el desgaste acumulado (…) Los grandes temas del debate fueron dominados por Arias Cañete,", dice incondicional. Como dijo Felipe González, cuando las cosas vienen mal dadas, militancia, militancia, militancia. Su columnista Luis Ventoso no puede evitar decir la verdad. "Ayer el candidato del PP no tuvo su mejor noche: aturullado, encorsetado y leyendo constantemente, no dominó las sutiles artes de la telegenia. Valenciano, por contra, manejó con soltura el sofisma televisivo". Carrascal psicoanaliza al PSOE. "¿Saben ustedes qué hay detrás de la metáfora Cristo-Che de Elena Valenciano, de la reforma constitucional de Jáuregui, de la moción de censura en Extremadura , de la sugerencia de gran coalición de González?". ¿Varias cabezas de chorlito? Pues no "hay sencillamente miedo", dice Carrascal. Pues si él lo dice.

La Razón opina que "Cañete desquicia a Valenciano con la herencia del PSOE". Su encuesta dice que "el candidato del PP gana el debate por un 69,3%". Menos mal, si dice que ganó Valenciano me da un soponcio. ¿Para qué hacen este tipo de encuestas en La Razón? El editorial va más lejos aún que ABC. Cañete "no defraudó", dice. "Su experiencia negociadora y sus conocimientos de la compleja mecánica interna del UE dieron solvencia a sus intervenciones, en el intercambio dialéctico brillaron sus hechuras de político y su solidez intelectual Fue el claro vencedor", dice sin pudor. Marhuenda no tiene piedad con el pobre Cañete y firma un artículo en el que dice "fue una derrota de Valenciano".

La Vanguardia dice que "Catalunya entra en el debate de los candidatos" mientras "Cañete y Valenciano eluden la cuestión catalana". ¿Pero cómo puede ser eso? ¿No hablaron de Cataluña los candidatos europeos? Debe de estar cerca el fin del mundo.

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