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Mas castiga a Unió y desprecia al consejero Espadaler en la Fórmula 1

Mas no dejó entrar al responsable de los Mossos, de Unió, a su reunión con Ecclestone para pedir que la F1 se mantenga en una Cataluña independiente.

Las malas relaciones entre Artur Mas y Josep Duran Lleida son un secreto a voces, un hecho descontado en la política catalana. El poder y los intereses sostienen una alianza que exhibe grandes discrepancias internas y que el "proceso" separatista ha agudizado. Unió acompaña a Convergència en la deriva radical, pero sólo hasta la estación de la consulta del 9-N. Duran está dispuesto a presionar hasta el límite para forzar un referéndum no vinculante, pero se resiste a la declaración unilateral de independencia con la que coquetea Mas.

La inexistencia de sintonía personal entre ambos dirigentes nacionalistas, que data de finales de siglo pasado, se hace extensiva a las relaciones en el seno del Gobierno catalán. Mas sólo escucha a Francesc Homs, el consejero de Presidencia, alegan en Unió, cuyos consejeros se quejan del trato frío, distante y muchas despótico y destemplado del "president".

El último ejemplo del permanente desencuentro se produjo el pasado domingo, en el circuito de Fórmula 1 de Montmeló. El presidente de la Generalidad se hizo acompañar hasta las instalaciones por el consejero de Industria, Felip Puig y por el consejero de Interior y responsable de los Mossos d'Esquadra, el democristiano Ramon Espadaler. Mas había conseguido una cita con Bernie Ecclestone, el patrón de las carreras de coches, a quien tenía previsto mostrar su interés por la continuidad del Gran Premio en la hipotética y futura República Catalana. El contrato entre Ecclestone y el Circuito de Cataluña concluye en 2016.

El encuentro duró muy pocos minutos y tuvo lugar en el "motorhome" del propietario de la Fórmula Uno, un acto protocolario con un par de fotografías. El hecho relevante se produjo fuera, en las puertas del citado "motorhome", donde Mas obligó a permanecer al consejero de Interior, del partido de Unió. Espadaler, según los testigos, ponía cara de circunstancias y hacía ver que hablaba por el móvil. La explicación más extendida es que el presidente autonómico no quería testigos incómodos ni "espías" que pudieran revelar las claves y verdadero alcance de sus contactos "internacionales" a Duran.

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