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Los militares españoles evitaron esta semana el último intento de secuestro pirata

La dotación de la F105 Cristóbal Colón entrena a diario para estar preparados ante cualquier incidencia.

Uno de los infantes de marina apunta con una de las ametralladoras del barco. Al fondo, el helicóptero de la fragata. | LD

El reloj no ha llegado todavía a las siete de la mañana y Yibuti empieza a despertarse con un calor y una humanidad ciertamente asfixiantes. Capital de una pequeña excolonia francesa del mismo nombre situada en pleno golfo de Adén, punto de entrada y salida del Mar Rojo, conexión de Europa con Asia, la costa este de África y Oceanía, este diminuto territorio se ha convertido en el epicentro de la lucha contra la piratería en las costas de Somalia.

En el muelle de su puerto, enormes barcos de mercancías se entremezclan con diminutos embarcaciones de pesca o remolcadores. Las grúas de carga están preparadas para mover columnas enormes de contenedores. Allí, entre un barco camboyano repleto de jaulas con dromedarios y dos enormes mercantes etíopes, una lancha española realiza un pequeño intercambio de tripulación.

La lancha regresa rápidamente hasta la fragata F105 Cristóbal Colón, una de las joyas de la corona de la Armada española y las más modernas de las embarcaciones de la serie F-100. Desde el pasado mes de marzo, este buque manda la segunda fuerza de intervención rápida de la OTAN (SNMG2 o Task Force 508), bajo la dirección del contraalmirante Eugenio Díaz del Río, que se encarga de la misión Ocean Shield (Escudo del Océano) de la Alianza Atlántica contra la piratería.

Con el apoyo de la fragata turca TCG Gokceada, la fragata holandesa HMNLS Eversten y el destructor italiano ITS Mimbelli, se encargan de evitar cualquier tipo de ataque pirata y garantizar la seguridad del tráfico comercial del golfo de Adén, siempre en sincronización milimétrica con otras misiones internacionales en la zona, como la Operación Atalanta de la Unión Europea.

También ayudan a mejorar la capacidad marítima de los estados regionales. Su última aportación, un curso teórico sobre cómo prevenir y actuar ante incendios a bordo para la rudimentaria marina yibutiana, a los que en próximas semanas se impartirá también un curso de buceo e inspección de los cascos de los barcos. En la actualidad, además, cadetes yemeníes se instruyen a diario en la fragata holandesa del SNMG2.

Pese a que los ataques de piratas en los últimos meses han descendido de forma importante, "la labor de disuasión sigue siendo vital", según explica el contraalmirante Díaz del Río, quien destaca que la sincronización internacional permite que tras saltar una alerta un buque o un avión esté en la zona "en menos de una hora", pese a que el terreno a cubrir tenga una extensión ligeramente mayor que el de toda la Unión Europea.

Entrenamiento continuo

La misión internacional impidió esta semana el último ataque de una nave pirata. Por ello es preciso que la preparación a bordo sea continuada. El entrenamiento del día comienza con el despegue del helicóptero Sikorsky SH-60 Seahawk que está a bordo de la fragata. En él, van varios miembros del Equipo Operativo de Seguridad (EOS) del barco, compuesta por los infantes de marina encargado de la seguridad.

Tras un vuelo sobre las aguas del golfo de Adén, la aeronave se sitúa a baja altura sobre la proa de la fragata como comenzar la simulación de la toma del puente de mando de una embarcación no colaborativa, es decir, que no facilita información sobre sus actividades o mercancías.

Encabezados por el sargento Enrique Clavero Saavedra, máximo responsable del EOS, los infantes de marina comienzan a descender sobre la proa del barco utilizando la técnica de Fast rope, una técnica indispensable en áreas donde un helicóptero no puede posarse en el suelo (bosques, barcos, edificaciones, montaña…) y que permite poner en el suelo a un importante número de miltares en un tiempo mínimo. En este caso, los seis infantes de marina que participan en el ejercicio.

El equipo toma posiciones en la proa del barco dándose seguridad unos a los otros y, en cuestión de unos minutos, se desplaza sin apenas oposición hasta el puesto de mando de la nave, en la que reducen al personal allí presente y toman el control de la misma.

También se realizan ejercicios de tiro. Desde la fragata F105 se lanza un bote de humo al agua y el barco hace una maniobra de tal manera que quede en la misma como una supuesta embarcación no colaborativa a la que hay que acercarse. Tras las pertinentes peticiones para que la nave colabore y debido a que sus tripulantes deciden abrir fuego contra la F105, el equipo de seguridad abre fuego contra esta supuesta embarcación.

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